Helena Herrero

Helena Herrero

Presidenta de HP España y Portugal

La magnitud del cambio en el que estamos inmersos no se parece a nada que hayamos visto antes en nuestra historia, pero si nos fijamos en los siglos XIX y XX, la invención y adopción masiva del acero y de los motores de vapor, condujeron a un enorme incremento de productividad y crecimiento económico, al permitir que las fábricas pasaran de producir decenas a miles de productos al día. También fueron el origen de un transporte más rápido y eficiente, al tiempo que facilitaron la transición del trabajo artesano al basado en las máquinas.

El siglo XX trajo nuevos detonantes tecnológicos para el crecimiento económico y la mejora de la eficiencia, gracias a la adopción del petróleo, los antibióticos y la electricidad.

En los entornos de cambio actuales nos encontramos ante una serie de tendencias tecnológicas, nuevas y convergentes que son capaces de fusionar el mundo natural con el tecnológico. Un mundo en el que los contratos de compras y los bienes físicos hechos a medida son tan instantáneos como la transferencia de datos y donde utilizamos tecnologías biológicas y cibernéticas que desafían enfermedades y mejoran nuestros cuerpos. Un conjunto de realidades que supondrán un punto de inflexión, donde los productos que hoy nos parecen de ciencia ficción se convertirán en accesorios de nuestra vida cotidiana.

Las tres megatendencias que cambiarán el mundo

Ya en el siglo XXI, tres tendencias tecnológicas convergen y tienen el potencial para generar el mismo tipo de crecimiento que se produjo en el pasado. La primera de ellas es la BioConvergencia o intersección de las tecnologías biológicas, físicas y de computación. Nos permite fabricar cosas utilizando los principios, materiales y procesos de la naturaleza sin renunciar a los avances de la tecnología digital. La creciente preocupación por la sostenibilidad de nuestro modelo de producción y consumo requería un enfoque de este tipo. Por ejemplo, el 75 % de los elementos de la tabla periódica están en un smartphone1. La fabricación inspirada en la naturaleza (como las baterías de iones de litio hecha con semillas de alfalfa y resina de pino) nos permite manejar e imitar los procesos y materiales naturales, creando bienes personalizados para los diferentes mercados laborales y grupos de población.

Algún día podremos incluso hacer el backup de todo internet en un único gramo de ADN.

Otra de las tendencias es la denominada “Empresa de Fricciones”, en el que los contratos de compras y los bienes físicos hechos a medida son tan instantáneos como la transferencia de datos hoy en día. Y es que las tecnologías convergentes también nos ayudarán a ganar eficiencia en las empresas y en la forma de vender y distribuir productos. En la próxima década, varias tecnologías disruptivas –que incluyen la inteligencia artificial, blockchain y el Internet de las Cosas– se combinarán para transformar los procesos de negocio que hasta ahora se han resistido a la transformación digital: desde la creación automatizada y rápida de productos a través del diseño generativo a los contratos inteligentes y la negociación autónoma. Todo ello permitirá que el montaje y empaquetado de productos esté cada vez más cerca del consumidor.

Por su parte, la impresión 3D está sentando las bases para que la robótica, el IoT y la inteligencia artificial puedan trabajar juntos y transformar radicalmente la fabricación. El resultado final será la producción en pequeñas tiradas, bajo pedido y mucho más eficiente energéticamente, en microplantas ubicadas cerca de los consumidores. Esto supondrá el final de las extensas cadenas de suministro desarrolladas el siglo pasado, y eliminará muchos de los costes y de la contaminación generados por los medios de transporte actuales (una actividad que se estima utiliza más del 27 %2 de la energía y recursos de petróleo mundiales, produciendo 6.614 gigatoneladas de emisiones de CO2).

Más allá del ser humano

Con una población creciente y en proceso de cambio (cada vez más vieja), nuestras sociedades y economías dependerán de la tecnología para impulsar la productividad, hacer frente a los desafíos médicos de forma efectiva en costes y mejorar nuestra calidad de vida. En 1950, una persona en Estados Unidos vivía de media ocho años después de jubilarse. Hoy, vive una media de 18 años tras su jubilación3. Para que esta fuerza laboral envejecida pueda competir, los trabajadores deberán “adaptar” sus cuerpos con bio y ciber tecnologías que incrementen el bienestar y la eficiencia. Podemos traspasar las fronteras del ser humano para aumentar nuestras capacidades y superar las limitaciones y obstáculos.

Un claro ejemplo de todo esto son los nuevos tipos de implantes, ortopedias, exoesqueletos y robots remotos; estamos superando nuestras limitaciones físicas y “mejorando” nuestros cuerpos. En el futuro, seremos capaces incluso de suplantar las funciones orgánicas. Y no solo nuestros cuerpos están mejorando, nuestras mentes se beneficiarán también de esta bio y ciber convergencia. Ya estamos siendo testigos del desarrollo de herramientas de software e interfaces que mejoran nuestro acceso a la información, al conocimiento y a la capacidad para tomar decisiones. Nuestros cerebros y los ordenadores cada vez están más conectados.

En su conjunto, estos enfoques revolucionarios transformarán cómo fabricamos, cómo vendemos, cómo trabajamos y cómo vivimos.
Por el camino, harán posibles mejoras reales en la productividad y la eficiencia que cambiarán por completo el mundo que conocemos.