Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón
                                           Antonio Machado

Parece mentira que un siglo después de que Antonio Machado escribiera estos versos vuelvan a describir esta España en la que vivimos, que para algunos forma parte de nuestra esencia y para otros es el gran error de sus vidas.  

Me duele todo este sin sentido en el que España parece haberse sumido en los últimos tiempos. En un mundo que avanza a velocidad vertiginosa, nosotros parecemos empeñados en subirnos en una rueda sin fin en la que solo corremos buscando Dios sabe qué, pero sin movemos del sitio, volviendo una y otra vez a cometer los mismos errores. 

Me duele esta España que lleva sin gobierno tanto tiempo y en la que aquellos que deberían trabajar por el bien común cambian sus prioridades para trabajar en conservar su silla, no vaya a ser que otro la ocupe. 

Soñaba España no hace tanto tiempo por recuperar el derecho a acudir a las urnas. En mi caso, que tuve la fortuna de empezar a votar en el mismo instante en que alcancé la mayoría de edad, empiezo a estar harta de acudir a votar para que nada cambie, para que nada suceda, para que los mismos se beneficien y los demás veamos pasar los trenes sin tener la oportunidad de subirnos.

El 10 de noviembre volveremos a intentar conseguir tener un gobierno que gobierne. ¿Lo conseguiremos? Yo no lo creo. Nada ha cambiado en los discursos y los partidos políticos vuelven a presentar a los mismos que ya han demostrado su ineptitud para llegar a acuerdos que lo hagan posible. Lo único cierto es que, con una economía tocada por la falta de dirigentes activos, con una crisis que se empeña a volver a tocar a nuestra puerta, volveremos a invertir en poner en marcha la maquinaria democrática con un gasto que no nos podemos permitir. Y entre unas cosas y otras perdemos un tiempo precioso que de ninguna manera se puede recuperar. 

Cataluña sangra, con o sin razón. Y a mí me duele. La que fuera una de las regiones más ricas de España está empeñada en traspasar el umbral de la pobreza. No voy a pronunciarme sobre aquellos que quieren la independencia, porque al igual que defiendo, como no podría ser de otra manera, la libertad de expresión, defiendo la libertad de cada cual a pensar como quiera. Eso sí, manteniendo los principios básicos de convivencia. Pero es que estamos perdiendo el norte. Las leyes están para cumplirlas, nos gusten o no, estemos de acuerdo o no. Y si no estamos de acuerdo lo que hay que hacer es trabajar para transformarlas. También es cierto que por desgracia las leyes son más leyes para unos que para otros…

Cuando cada mañana voy camino a la oficina leo una frase de esas en las que el Ayuntamiento de Madrid ha invertido un tiempo y unos recursos que no tiene en pintar en los pasos de peatones: “Lo que es puede dejar de ser, pero nunca dejar de haber sido”. Franco fue y dejó de ser. Que sus restos reposen en un lugar o en otro no va a impedir que forme parte de nuestra historia ni que quienes le recuerdan positivamente lo continúen haciendo. 

Unos quieren borrar la historia y otros se la inventan para defender una memoria que nunca existió. 

Yo no quiero que ninguna España llegue a helarme el corazón.