Renfe celebra el trigésimo aniversario de la llegada de la Alta Velocidad a las vías españolas. Lo hizo en abril de 1992, uniendo las ciudades de Madrid y Sevilla y con la Expo ’92 como telón de fondo. Un hito histórico sin paliativos que supuso el germen de la Alta Velocidad en nuestras fronteras. Tres décadas después, Renfe ha desarrollado la red viaria más importante de Europa y la segunda del Planeta, solo por detrás de China. Isaías Táboas (Valencia, 1958), presidente de Renfe-Operadora, nos desgrana las claves de este éxito y nos deja ver los firmes raíles sobre los que se deslizará la compañía en los próximos años.
Usted está al frente de una compañía que ha crecido y evolucionado con el conjunto de la sociedad española, ¿cómo ha evolucionado Renfe desde sus orígenes hasta nuestros días?
No se puede comparar la Renfe de hace 81 años con la actual, del mismo modo que no se puede comparar la España de antes con la de ahora. Renfe es una empresa que crece con la sociedad, a veces se estira, a veces se deja arrastrar por la sociedad, pero Renfe es la imagen de España.
Cuando el país progresa, Renfe progresa y cuando hay problemas en el país la empresa también los sufre. Esperamos que los próximos 80 años sean mucho mejores que los que han pasado. Todos trabajamos para que el país sea mejor y para que Renfe sea una empresa con mucho más futuro y mucho mejor.
A propósito de esta andadura, hubo un antes y un después desde la llegada de la Alta Velocidad a nuestras vías. ¿qué cambios ha traído para la compañía y para los españoles la implantación del AVE, que celebra ya su 30 aniversario?
Este mes cumplimos 30 años de Alta Velocidad, 30 años de ese paso adelante en la movilidad. Podemos hacer un balance de la Alta Velocidad como un éxito tanto de Renfe como de país.
España es el segundo país del mundo con más líneas AVE en funcionamiento. Eso nos da una experiencia muy valorada fuera, de hecho, casi más valorada fuera que dentro. De puertas adentro lo percibimos como una reivindicación territorial, la gente quiere que llegue el AVE y esto está muy bien, pero fuera lo ven como esa capacidad de gestionar y operar Alta Velocidad, una capacidad que muy pocas empresas del mundo tienen.
España ha crecido con la Alta Velocidad, Renfe ha crecido con la Alta Velocidad y para nosotros es una palanca de futuro muy importante.
En estas tres décadas la red de Alta Velocidad ha crecido hasta convertirse en la más extendida del viejo continente. ¿Qué retos tiene por delante Renfe con el AVE en España?
Nosotros tenemos por delante unos retos que no están necesariamente ligados a la Alta Velocidad. Tenemos por delante retos como la internacionalización. Esta empresa ha estado poco internacionalizada, ha estado muy ocupada generando sus capacidades en España, pero tenemos que salir hacia afuera y en eso estamos. Tenemos bastantes proyectos internacionales, muchos más de los que había cuando me incorporé a la compañía en esta segunda etapa.
El segundo reto es la digitalización. La digitalización nos ha de permitir dar un mejor servicio a los ciudadanos. Hacerles la compra del billete, el uso del tren, la información y todo lo relacionado con la experiencia de viaje mucho más fácil, atractivo y tendente a satisfacer sus necesidades.
El tercer reto que tenemos es seguir mejorando la eficiencia interna. Eso nos ayudará a ser más competitivos, especialmente ahora que estamos en una etapa de liberalización. Ya ha llegado la primera empresa que compite con nosotros en AVE –Ouigo-, y a finales de año llegará la segunda empresa –Iryo- y esperamos que algún día tengamos que competir como lo hacemos fuera por prestar servicios públicos en el país y competimos fuera, también.
Asimilado a este está el reto del desarrollo profesional de nuestros trabajadores. Esa familia de 15.000 personas que forman parte de Renfe y que se renuevan constantemente a un ritmo del 10 % de la plantilla cada año. Esa savia nueva y vieja que han de convivir, enriquecerse mutuamente y han de conseguir unos proyectar su fuerza, capacidad y formación en esta compañía, y otros transmitir el know-how, la experiencia y manera de hacer a esas nuevas generaciones. De esa mezcla saldrá una compañía moderna, competitiva, internacionalizada, sin miedo a las aventuras y con la prudencia necesaria para que esas aventuras sean exitosas.
El AVE nació y ha crecido con el propósito de ser una alternativa firme al transporte aéreo en nuestro país. ¿Se han cumplido estas expectativas?
No sé si el AVE nació como alternativa al transporte aéreo. La primera línea de AVE a Andalucía nació como consecuencia de una modernización de la línea ferroviaria que existía. El paso de Despeñaperros hacía muy difícil el crecimiento del tráfico ferroviario. Había que renovarlo, y en un impulso de modernidad se decidió aplicar la alta velocidad a una renovación que podría haber sido convencional. Competir con el avión ha sido una consecuencia secundaria. Una vez que se han establecido más líneas ha quedado claro que para distancias de 500 o 600 km es muy competitiva con el avión por tiempos de viaje, facilidad, centralidad, fiabilidad – sabes que el tren está menos sometido a inclemencias meteorológicas que el avión – etc.
A medida que se han creado corredores AVE y avanzando en su desarrollo los tráficos han ido creciendo. A medida que se iban reduciendo los tiempos de viaje los tráficos de avión han ido bajando. Hay relaciones donde no existen vuelos porque el AVE en esos recorridos es imbatible. Ello nos ha llevado a establecer futuras alianzas con aerolíneas para la intermodalidad tren y avión. En el futuro lo que tendremos que hacer es competir, pero también cooperar. Como empresa pública buscamos aquello que sea lo mejor para los ciudadanos y su movilidad. Nosotros somos una empresa que por encima de todo busca prestar un servicio a los ciudadanos. Esto está por encima de la ganancia. Por ejemplo, en pandemia hemos devuelto más de 100 millones de euros en billetes en dinero. Hemos vaciado la caja – metafóricamente – para devolver billetes en efectivo, sin bonos ni cambios. Como parte del servicio que prestamos a la sociedad creemos que es lo que convenía hacer en ese momento.
Renfe ha apostado desde sus orígenes por su constante innovación en cuanto al transporte se refiere. Ahora la digitalización es una obligación para sobrevivir y ser competitivo. Cuéntenos los pasos que ha ido dando la compañía en los últimos años en este respecto.
Digitalización hoy en día es el equivalente a lo que, en su día, cuando Renfe nació, era la alfabetización. Hay que estar digitalizado e ir un paso más allá. Hay que pasar de la digitalización a la robotización, la automatización, el Internet de las Cosas (IoT), etc. No solo debemos tener soluciones digitales, sino también tener mentalidad digital.
¿Ayuda la transformación digital a estar más cerca de los clientes y viajeros?
De muchas maneras. El otro día me llegó un email de Renfe que me avisaba que el tren que tenía que coger tenía un pequeño retraso. Fui a Galicia hace unos días destino Santiago de Compostela, y recibí una comunicación que me recordaba que tenía que hacer trasbordo en Orense para llegar a mi destino. Eso es digitalización. Eso es comunicar a los clientes las posibilidades que tienen. Y gracias a la digitalización y al conocimiento de tus clientes es posible.
Antes preguntar o comunicar algo no era posible con los millones de viajeros que teníamos como lo es ahora gracias a la digitalización. Esto es solo un ejemplo, hay otros muchos de cómo favorece la digitalización la seguridad, la tranquilidad, el conocimiento, el modo del viajero de relacionarse con Renfe, la posibilidad de poder pasar un torno de cercanías con tu tarjeta de crédito sin pasar por taquilla, etc. Todo eso es digitalización.
Hablemos de sostenibilidad. Cuéntenos de qué manera Renfe se ha ido adaptando a esta nueva realidad y cuáles son los planes futuros de la compañía para conseguir ser cada vez un medio de transporte sostenible.
El ferrocarril es un sistema de por sí sostenible porque se alimenta de electricidad. Nosotros se la compramos a Adif, que a su vez la adquiere con certificado verde. Hay una trazabilidad de energía renovable y por tanto no contaminante. Además de eso, Renfe hace esfuerzos en aquellas partes de nuestro tráfico no electrificado para ir sustituyendo combustibles fósiles por energías limpias.
En una reciente licitación de trenes que teníamos en marcha para líneas no electrificadas, la industria nos ofrecía trenes diésel, y suspendimos la licitación para exigirles que nos diesen trenes con energía no eléctrica, pero con tracción más sostenible que el gasoil. Cada día nos esforzamos para reducir en nuestras actividades, por ejemplo, en nuestros talleres, aquellos consumos que no están alineados con la sostenibilidad. Algo tan trivial como instalar placas fotovoltaicas en los tejados de los talleres, cambiar las bombillas por iluminación LED, introducir la economía circular en nuestras licitaciones y, aunque nuestra huella de carbono por pasajero es la más baja de todos los medios de transporte, seguimos trabajando para reducirla en todas nuestras actuaciones colaterales.
Por ejemplo, ahora mismo uno de nuestros últimos pasos ha sido seleccionar una empresa en nuestro concurso de ‘TrenLab’ – de selección de startups para favorecer su crecimiento – que mide la huella de carbono automáticamente y en cada momento en cada una de las actividades que hacemos a lo largo del ferrocarril. Esto nos ayudará en su momento a profundizar en ese esfuerzo de reducir nuestras emisiones todavía más.