Miguel Ángel Ruiz

Miguel Ángel Ruiz

Analista colaborador de ActivTrades

La gran tragedia del 11 de septiembre de 2001 sin duda provocó un gran daño psicológico a la vez que planteaba un gran interrogante: ¿lograría perjudicar la economía de Estados Unidos y del mundo entero? Aunque el daño era evidente, las probabilidades de recuperación se movían en un entorno muy optimista.

Para validar este posible planteamiento, sería necesario efectuar una comparación con lo que sucede después de los grandes desastres naturales. El enorme terremoto que sufrió la ciudad japonesa de Kobe en el año 1995, quizás pueda ser un excelente ejemplo para establecer una similitud. Este desastre natural destruyó más de 100 edificios, dañó gravemente a otros y dejó sin techo a cientos de miles de personas. Unas 6.000 personas perdieron la vida, número similar al 11S, aunque bien es cierto que significa una proporción mayor de la población japonesa. Pues bien, a pesar de las predicciones que indicaban que Kobe tardaría una década o más en recuperarse, finalmente quedó demostrado que la ciudad se recuperó casi totalmente en poco más de un año. Destacar que la mayoría de los negocios locales pronto reiniciaron su actividad y se produjo un gran auge en las inversiones.

Hay que tener en cuenta que la pérdida del 11 de septiembre es mucho menor en relación al tamaño de la economía de los Estados Unidos que los daños ocasionados por el terremoto a Japón. Sin embargo, la incertidumbre respecto a futuras acciones terroristas podría provocar una recuperación más lenta y diferente a la de Kobe y otros desastres naturales. Tras el atentado, tanto Estados Unidos como Europa, se preocuparon en implantar medidas para amplificar y mejorar los sistemas de seguridad, siempre con el objetivo de intentar alcanzar cuanto antes una mayor confianza y con ella la rápida recuperación económica. En aquellos momentos se temía que el costo adicional de la protección contra el terrorismo fuera significativo, pero que probablemente no afectaría al panorama económico a largo plazo, como finalmente se ha demostrado.

No obstante, la economía de los Estados Unidos estaba ya en descenso antes del fatídico 11 de septiembre y el ataque terrorista podría haberla empujado a una recesión. La confianza de los consumidores cayó más que en cualquier otro momento desde el embargo del petróleo en los años 70 y la invasión de Irak a Kuwait en los años 90. El pesimismo generalizado se hizo notorio con las caídas de las bolsas de valores en la primera semana después de reanudarse las operaciones bursátiles, aunque bien es cierto y hay que destacar, que dichas pérdidas se recuperaron en las dos semanas siguientes.

Sectores como las líneas aéreas, hoteles y demás industrias que dependen de viajeros y turistas fueron especialmente castigados y afectados por el lamentable suceso. Obviamente se trata de un nicho de mercado cuya recuperación fue a un ritmo más lento, pero efectivo.
 
Si tomamos como referencia el movimiento efectuado por los principales índices bursátiles del otro lado del Atlántico, apreciamos una excelente correlación en subidas en los últimos 17 años entre cada uno de ellos. Prácticamente el movimiento fue simétrico entre el S&P500, Dow Jones industrial y Nasdaq 100. En el caso del SP500 creó el nuevo mínimo anual y cerró el año 2001 por encima del mismo. Fue prácticamente al año siguiente cuanto el citado índice marcó un nuevo mínimo sobre los 775 puntos y desde el mismo hasta la actualidad, un excelente comportamiento alcista hasta los nuevos máximos marcados sobre los 3000 puntos, lo que se traduce en un porcentaje próximo al 290%.

En el Nasdaq 100, compuesto por empresas del sector tecnológico, hizo una estructura de movimientos muy similar, consiguiendo un porcentaje a día de hoy próximo al 855%; y sin dejar de lado al Dow Jones de Industriales con la creación del mismo patrón que sus compañeros y con una revalorización hasta el momento actual alrededor del 280% tras su última conquista de máximos históricos.

En el principal cruce de divisas Euro frente al Dólar, el billete verde sufrió las consecuencias tras el fatídico atentado, llevando a una revalorización del euro a niveles de máximos testeados en 2008 sobre los 1,6 euros, zona a partir de la cual comenzó a corregir el cruce y además de manera descabellada.

En el oro, destacar una peculiaridad y que no se debe dejar pasar por alto desde el 11S. El metal precioso venia de unos movimientos en rango muy aburridos y sin atractivo alguno desde los años 90, sin embargo, vivió una revalorización de vértigo tras el atentado, llegando a conquistar los 1.900 dólares en el 2011, desde los 280 dólares en los cuales cotizaba; hablamos de una recuperación en su pico más alto próxima al 580%.

En el viejo continente los principales índices europeos, marcaron un comportamiento volátil de similares características a sus compañeros americanos, destacando un declive en el IBEX35 y en el CAC40 a finales de 2007 como consecuencia de la crisis de las subprime; situación que a día de hoy deja un mercado americano en fase alcista, frente a una zona Euro en una sintonía de carácter negativo y en periodo de recuperación de la citada crisis. Y es que ya se sabe que cuando Estados Unidos estornuda, el mundo entero se resfría…