Oporto, una ciudad que destila romanticismo
4 de diciembre de 2018
Oporto es ideal para ser visitada en cualquier época del año, pero el buen tiempo es un aliciente para caminar por su casco histórico, conocer su patrimonio, recorrer los puentes que jalonan el río Duero, degustar su excelsa gastronomía y, por supuesto, sus bodegas.
Oporto es fiel a la tradición, pero también una apertura a la modernidad, que sin romper sus raíces portuguesas, se muestra en cada uno de sus rincones. Un destino turístico histórico y vibrante construido sobre terreno montañoso que roba el aliento en cada calle y te lo devuelve en cada rincón. Es una ciudad para recorrer a pie, un paseo bucólico y romántico articulado por callejones tradicionales donde aún cuelga ropa en las ventanas con vistas al río, al collage de barcas y colores fundidos con el olor a vino de sus terrazas y bodegas.
Calles donde convive el comercio tradicional de lugares como el barrio do Barredo, con las marcas de moda, galerías y cafés con encanto de calles como la de Santa Catarina o la Avenida Dos Aliados. un recorrido por las Ruasde ayer y de hoy que sirven de guías entre pasado y presente. La iglesia y Torre de los Clérigos, coronando el casco antiguo de la ciudad, ofrece una panorámica de Oporto que bien es una recompensa tras subir sus 250 escalones. Desde allí contemplamos la vida de aquel año 1.100, fecha de la fundación de la iglesia original de la Catedral Sé, centro religioso de la ciudad portuguesa. El silbido de un tren atrae el tiempo al presente. Sao Bento, la principal estación de ferrocarril de Oporto es una de las más decorativas de Europa. 20.000 azulejos ilustran los eventos más significativos de la historia de Portugal y cubren su interior, al igual que lo hacen también en el exterior de la iglesia de San Ildefonso, colina arriba desde la estación.
Una ciudad encantada que se da de bruces con la magia en la librería Livraria Lello, lugar de visita imprescindible para los fans de J.K. Rowling y Harry Potter, en la que están inspiradas la biblioteca y las escaleras de Hogwarts. Y entre rúay rúa, una excelsa oferta gastronómica con la que degustar oporto en cada bocado. Que si Oporto es Duero también es Francesinha, un imprescindible entre sus platos típicos. Una especie de sándwich tradicional de oporto hecho con pan relleno con distintos tipos de salchichas picadas, ensalada blanca y, todo ello, envuelto en queso.
Y si es Duero y Francesinha, también es bacalao, porque en esto son los reyes. en sus calles, en sus plazas o en la ribeira, se puede saborear el bacalao de oporto en mil sitios, cocinado de mil maneras diferentes: a la parrilla, con nata, en ensalada, incluso en una especie de bueñuelos llamados pataniscas. Pero si hay un sitio donde tomarle verdaderamente el pulso a la ciudad ese es el mercado do Bolhao, un lugar donde se asienta la nostalgia y parece que no ha pasado el tiempo; caótico, colorido y, sobre todo, un mercado a la antigua usanza. Allí multitud de vendedores exponen sus frutas y verduras, pescados y carnes. Un rincón de visita obligada que es, nada más y nada menos, que una caricatura de la capital del norte de Portugal: Oporto en estado puro.
No se puede entender la ‘ciudad invicta’sin el río Duero, al igual que tampoco se puede entender ninguna de sus postales sin los seis puentes que cuelgan sobre él. Dando la bienvenida a la ciudad el ponte Luís I de estilo Eiffeliano e imagen de Oporto por excelencia, ofrece una oportunidad para visitar las bodegas de la vecina Vila Nova de Gaia.
Paseos por la orilla del río, con vistas a una ciudad que escala hacia el cielo desde la ribeira, uno de los barrios con más encanto de oporto, repleto de bares, restaurantes y locales; navegar por el Duero o visitar algunas de las afamadas bodegas donde se fabrica el vino con denominación de origen de oporto, son algunas de las actividades de las que se puede disfrutar en esta otra ciudad portuguesa.
Una de las estampas más típicas de este paseo son los ‘rabelos’, barcos de madera que se construyeron originariamente para el transporte de los toneles de vino y hoy en día son un reclamo turístico.
El Duero y el patrimonio de sus dos orillas, con sus puentes y monumentos, azulejos, balcones floridos y calles comerciales. La ‘ciudad invicta’, la ‘ciudad de los puentes’, la capital del norte de Portugal. oporto conquista. Su pasado y su presente, dos mitades que hacen de un solo destino un lugar único.