Nuestras preocupaciones han cambiado; también la forma de entender el trabajo, de hacer negocios o de comprar. Según los últimos datos del Banco de España, en 2021 las transacciones con tarjeta superaron los 195.246 millones de euros – muy por encima de los 111.131 millones que se hicieron con dinero en efectivo – y las previsiones indican que este dato continuará creciendo en los próximos años. Más allá del plástico; mensajes de texto, códigos QR o teléfonos móviles son medios de pago que, incluso antes de la COVID-19, evidenciaban ya el cambio hacia las transacciones digitales. Una tendencia que podría llegar a desembocar, en última instancia, en una sociedad global sin efectivo.
Este cambio de paradigma podría darse en un futuro no tan lejano. La consultora PwC prevé que en 2030 los pagos electrónicos prácticamente se tripliquen en el mundo hasta superar tres billones de operaciones, pero, ¿estamos preparados para el cambio? Desde UniversalPay, elaboramos recientemente un informe para analizar la penetración del pago electrónico en España y los datos nos ofrecieron un panorama irregular. En sectores como el turismo o la hostelería el pago con tarjeta ha superado ya con creces al efectivo. De hecho, en este estudio un 54% de los españoles encuestados escogieron exclusivamente el contactless o la tarjeta a la hora de repostar, un 53% en las reservas hoteleras o de alojamiento y un 45% en restauración. Estos datos llaman la atención al compararlos con los de otros tipos de negocio, como las peluquerías y centros de belleza, donde solo el 23% elige el pago electrónico.
Tender la mano a la pequeña y mediana empresa
Aunque desde el estallido de la pandemia se ha acelerado el proceso de digitalización, lo cierto es que todavía nos queda camino por recorrer y, desde las industrias tecnológicas y financieras, debemos colaborar para evitar que nadie se quede rezagado en nuestro país. Los pagos digitales permiten ahorrar tiempo y tener un mayor control del dinero. Además, hoy en día que un comercio no admita el pago con tarjeta supone de forma irreversible la pérdida de todos aquellos clientes que ya no acostumbran a llevar dinero en efectivo. En nuestro análisis, el 43% de las personas encuestadas aseguró que renunciaría a una compra en un local o establecimiento si este no aceptaba tarjeta y, lo cierto, es que son todavía muchas las pymes que a día de hoy siguen sin ofrecer este servicio.
Es importante tener en cuenta que las pymes españolas son el principal motor de la economía del país, ya que constituyen el tejido empresarial, englobando el 99% de las empresas, según los últimos datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Como refleja el último Barómetro sobre Innovación de la consultora Leyton, el 86% de las pymes considera que la innovación es la mejor opción para salir de la crisis económica y el 63% ve dicha salida en el comercio electrónico. Por lo tanto, la idea y las ganas están ahí, pero desde las empresas financieras debemos poner nuestro empeño y compromiso en acompañarles en este proceso, ofreciendo productos y soluciones que hagan más fácil su día a día. También, divulgando, asesorando y ofreciendo precios competitivos con los que puedan sumarse al barco.
Digitalización, un mundo más allá de la tarjeta
Digitalizarse implica adaptarse a las novedades tecnológicas que piden los consumidores, donde ya no es suficiente con aceptar tarjeta y efectivo en un establecimiento. El cliente quiere tener opciones y si lo desea, poder comprar online, con el móvil o financiar productos con facilidad, pero ¿qué gana la empresa con todo esto? Lo cierto es que en esta transformación ganamos todos. Pongo de ejemplo la solución de Cobro en Mesa Integrado (CMI), un sistema que permite que el cobro generado en caja sea capturado desde el dispositivo de pago. De esta forma, el camarero tiene el control de las cuentas en el propio datafono, sin necesidad de desplazamiento, ahorrando tiempo al personal del restaurante y a los comensales.
Este sistema incluye otros servicios que ayudan a mejorar la experiencia del cliente, como el pago fraccionado, que hace posible cobrar a varios comensales al mismo tiempo y elegir el método de pago. De la misma forma, también está incluido el sistema DCC, que permite al cliente extranjero pagar en su divisa de origen y saber en todo momento el importe exacto que se le va a cobrar. Por último, la automatización del cobro que supone el sistema CMI evita que el personal del restaurante introduzca manualmente el importe final en el terminal, esto no solo elimina cualquier tipo de error humano en el cobro, sino que facilita la posterior gestión de las cuentas gracias a que el cuadre de caja se realiza de forma automática.
Esta es solo una muestra de cómo la tecnología puede mejorar la vida de nuestros empleados y la experiencia de los clientes. Como hemos visto, existe una situación asimétrica en cuanto a madurez digital en los distintos sectores y, en España, las pymes están por debajo de la media europea. Durante la pandemia, las pequeñas empresas fueron las que más sufrieron el impacto del parón provocado por los confinamientos y todavía muchas siguen arrastrando los estragos. Teniendo en cuenta esto y con la mirada puesta en el futuro, la transformación digital de los negocios y de las formas de pago ya no es tanto una elección como una cuestión de supervivencia. No hablamos solo de la pequeña y mediana empresa, lo que está en juego es la solvencia económica del país. Por lo tanto, debemos caminar todos juntos de la mano, sin dejar a nadie atrás.