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Marc Bara

Profesor en EAE Business School

La creciente rivalidad entre Estados Unidos y China ha alcanzado un nivel sin precedentes, siendo el fabricante de memorias estadounidense Micron Technology el punto de inflexión. El 7 de octubre de 2022, la Administración de Joe Biden tomó la decisión de incluir a toda la industria china de semiconductores en la lista de sanciones, lo que provocó una respuesta inmediata por parte del Gobierno de Xi Jinping, quien ha tomado medidas restrictivas contra Micron utilizando la misma justificación utilizada por Estados Unidos: la protección de la seguridad nacional.

Efectivamente, la restricción impuesta por China al uso de los chips fabricados por la empresa estadounidense Micron Technology en sectores clave de su industria nacional, considerada como una medida de represalia en respuesta a los esfuerzos de Estados Unidos por limitar el acceso de Beijing a tecnología crucial, podría tener consecuencias negativas para la recuperación de la industria de semiconductores.

Debemos considerar que el sector de los semiconductores, que ha estado en el centro de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, experimentó una fuerte recesión el año pasado debido a la alta inflación y a las sombrías perspectivas económicas a nivel global, lo que impactó negativamente en la demanda de dispositivos, que va desde computadoras personales hasta teléfonos inteligentes y televisores.

Esta prohibición actual se espera que no solo retrase la esperada recuperación de Micron, sino que también pone en riesgo el cambio general anticipado en todo el sector de los chips. 

Y lo que parece más sombrío: las perspectivas actuales no son favorables, ya que tanto Estados Unidos como China parecen estar distanciándose cada vez más y no se vislumbra un acercamiento en el corto plazo. Existen importantes intereses económicos, geoestratégicos y tecnológicos en juego. Otros países, como Corea del Sur, se ven directamente involucrados en este conflicto, e incluso pueden salir fortalecidos.

La involucración de Corea del Sur tuvo su comienzo en julio de 2022, cuando para fortalecer su industria de semiconductores, Estados Unidos aprobó el programa «Chips and Science Act», que busca invertir 52.000 millones de dólares en la fabricación de chips en suelo estadounidense. Empresas como Samsung y SK Hynix de Corea del Sur están buscando beneficiarse de este programa, pues éste no requería que fueran exclusivamente empresas estadounidenses. Sin embargo, el Departamento de Comercio de Estados Unidos sí ha establecido otras condiciones para acceder al programa, como la presentación de una proyección de rentabilidad y la posibilidad de confiscar beneficios excesivos. Samsung y SK Hynix no están dispuestas a aceptar estas condiciones, ya que afectarían seriamente su competitividad.

Por otra parte, la involucración de Corea del Sur también de produce como consecuencia de que la administración de Joe Biden está decidida a proteger los intereses de Micron Technology, y por ello han atacado directamente al mercado chino, lo que ha llevado a una escasez de chips de memoria en China. Ante la prohibición de los chips de Micron en China, este país se ha visto obligado a recurrir a las empresas surcoreanas, como Samsung y SK Hynix.

Un movimiento paralelo de Estados Unidos en esta guerra ya desatada es asfixiar la industria tecnológica china, al privarla de chips de memoria esenciales en dispositivos electrónicos. Entre otras cosas, para ello han solicitado a Corea del Sur que Samsung y SK Hynix dejen de suministrar semiconductores a China. 
Así que tenemos que esta guerra puede suponer una oportunidad de oro para Corea del Sur: por una parte Estados Unidos necesita la cooperación de Corea del Sur para aumentar la presión sobre China, mientras que China busca fortalecer las relaciones comerciales con Corea del Sur para mantener su ecosistema tecnológico.

Es difícil predecir qué otras decisiones y consecuencias tendrá esta guerra de semiconductores, pero está claro que va a afectar negativamente un sector ya debilitado por los factores macroeconómicos adversos.