Esta semana hemos visto claudicar a los economistas de Bank of America sobre sus estimaciones de crecimiento del PIB americano. Han pospuesto de nuevo la recesión para la primera mitad de 2024; y digo de nuevo porque es lo mismo que hicieron hace 6 meses, una buena muestra de que en el mercado financiero no sólo hay que acertar lo que va a pasar, sino que hay que acertar cuando va a pasar. Y, hasta ahora, fallar en 6 meses ha supuesto perderte todo el importante rally de los mercados bursátiles desde octubre.
Y es que, como dice Claudia Sahm, economista americana, ex Fed y gobierno americano, y creadora de la regla que lleva su nombre, “de producirse, esta recesión va a ser la más anticipada de la historia”. Y no es lo mismo que se produzca un aterrizaje suave (una desaceleración del crecimiento), una recesión corta o una recesión prolongada, porque los mercados han reaccionada en el pasado de distinta forma en cada una de las situaciones.
Los tres tipos de ralentización económica tienen en común un descenso en una serie de indicadores de actividad como son la confianza empresarial, las ventas de viviendas y el crecimiento del crédito; el crecimiento real del PIB también se desacelera, por definición, pero como ya hemos visto este año con Alemania, las importantes revisiones a los datos publicados hacen que este indicador no sea muy de fiar en tiempo real para evaluar la intensidad de la desaceleración.
A riesgo de simplificar, la principal diferencia entre un aterrizaje suave y una recesión es el comportamiento del empleo. Si se destruyen puestos de trabajo a una determinada velocidad, se producen efectos en cadena que aceleran la caída de actividad y provocan las recesiones. Claudia Sahm creo su regla para ponerle cifra a esa velocidad: en el pasado, cada vez que la tasa de desempleo media de los últimos 3 meses superó en 0,5% a la menor tasa del último año, el circulo vicioso se activó y la destrucción de empleo se disparó por encima del 2% de la población activa. Es la llamada regla de Sahm. Ella misma aclara que no es una consecuencia inevitable, si no que es una observación empírica de lo que ha ocurrido en el pasado; y lo importante es tratar de aplicar medidas de política monetaria y fiscal para evitar que ocurra. Es decir, seguir la evolución de esta tasa nos permite enterarnos en tiempo real de que estamos entrando en recesión para poder reaccionar. Si la situación lo permite, la Fed o el gobierno actuarán pro-cíclicamente e impedirán una recesión severa.
En estos momentos, la tasa de desempleo americana se debería ir al 4% (3,7% actual) para activar la regla o, utilizando la aproximación de Dennis Jose, estratega de BNP, a las 320.000 peticiones iniciales de desempleo (260.000 actuales), que se publican todas las semanas. Si no llegamos a estos datos, podemos seguir retrasando la gran temida recesión y seguir apostando por un buen comportamiento de los mercados. Cuanto más tarde lleguemos, más se habrán relajado los datos de inflación (salvo sorpresa) permitiendo mayor capacidad de maniobra a la reserva federal para que la recesión no sea prolongada. Aunque en este caso, los mercados seguro que se ponen nerviosos inicialmente, el famoso “pivot” de la Fed podrá producirse y dará el pistoletazo a un nuevo ciclo alcista.