La recuperación del sector turístico atrae titulares que apuntan al aumento del volumen de turistas como indicador de progreso. Sin embargo, una visión más economicista sugiere que el verdadero indicador de salud en el sector no se encuentra en la cantidad de visitantes, sino en su gasto. Más que el gasto turístico total, lo relevante es el gasto por visitante, teniendo en cuenta todos los costes indirectos asociados con el turismo, como la seguridad, el marketing y la infraestructura.
Es aquí donde la estacionalidad y la gestión de los ingresos cobran especial relevancia. En las zonas costeras españolas, la dependencia de la temporada alta ha provocado un incremento significativo de los precios durante estos meses. Esta estrategia, orientada a maximizar los ingresos en un corto período, puede tener implicaciones en términos de sostenibilidad y equidad en el acceso al turismo.
Además, el revenue management, que permite ajustar los precios en tiempo real según la demanda, se ha convertido en una herramienta clave para maximizar los beneficios en temporada alta. No obstante, debe considerarse la posible exclusión de ciertos segmentos de la población que estos precios podrían causar. Específicamente, estos incrementos de precios pueden exacerbar las desigualdades sociales, especialmente durante las olas de calor en España, donde el acceso a lugares frescos y seguros puede ser prohibitivo para algunos.
Al mismo tiempo, la reapertura del turismo ha provocado la masificación de ciertos destinos, llegando a situaciones como largas horas de espera para acceder a una playa. Aunque esta masificación puede interpretarse como una señal de recuperación económica, también plantea preguntas sobre la capacidad de carga de estos destinos y sus impactos ambientales y sociales.
El turismo también tiene un papel importante en el desarrollo y uso de la infraestructura en España. La construcción del AVE, la expansión de Barajas, y el crecimiento del turismo de cruceros han contribuido a la accesibilidad y atractivo de los destinos españoles. Sin embargo, estos desarrollos también pueden aumentar la presión sobre el medio ambiente y agravar la masificación de ciertas áreas.
España debe alejarse del estigma del «turismo de bocadillo» y buscar añadir valor a la experiencia turística. La masificación y el desarrollo desenfrenado pueden tener un impacto perjudicial tanto a nivel ambiental como social. La presión sobre los ecosistemas locales y el desplazamiento de las poblaciones locales son problemas que se agravan con la creciente demanda de turismo.
Es vital, entonces, que se adopten medidas para mitigar estos efectos. Estrategias adecuadas pueden ayudar a aliviar la presión sobre los destinos y a distribuir los beneficios económicos de una manera más equitativa. Esto puede incluir la promoción de destinos menos conocidos, la limitación de visitantes en ciertas áreas durante los períodos de máxima afluencia, y la implementación de políticas que favorezcan el turismo fuera de temporada.
En conclusión, mientras el sector celebra su recuperación, es fundamental abordar los retos persistentes y evolucionar hacia un modelo de turismo más sostenible y equitativo. La reactivación presenta una oportunidad para replantear y mejorar las prácticas actuales, con el objetivo de garantizar un turismo que sea beneficiario para todos, desde los visitantes hasta las comunidades locales y el medio ambiente.