Perspectivas para el segundo semestre de 2023 del sector de las infraestructuras
En un mundo donde la inflación parece volverse más benigna y las tasas de interés muestran señales de estabilidad, el debate sobre la rentabilidad de las infraestructuras adquiere un matiz diferente. Más allá de la preocupación inmediata sobre la inflación, la atención se centra en la adaptabilidad de los activos de infraestructura ante una demanda que podría suavizarse debido al freno del crecimiento económico.
Los activos que no solo pueden capitalizarse rápidamente en escenarios inflacionarios, sino que también poseen una robusta protección ante posibles caídas, son aquellos que se encuentran mejor preparados para destacar en este escenario cambiante.
A pesar de la percepción inicial, la desaceleración tanto en la actividad de transacciones como en la recaudación de fondos destinados a infraestructuras es probable que sea breve. Se anticipa un renovado impulso hacia el año 2024. Esta perspectiva optimista está respaldada por el consistente buen desempeño de esta clase de activos en años recientes, el creciente apetito de los inversores y la propuesta de valor de las infraestructuras en comparación con otras clases de activos alternativos.
A nivel internacional, la reciente Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos ha modificado el juego, especialmente en la inversión hacia tecnologías con bajas emisiones de carbono. A pesar de ello, Europa no se queda atrás. La necesidad estratégica de inversiones en infraestructura en el continente, esencial para mantener la competitividad, reducir emisiones y fortalecer la resiliencia, combinada con un espectro más amplio de oportunidades en diversos sectores, sitúa a Europa en una posición ventajosa.
Finalmente, en una era donde la sostenibilidad y responsabilidad son palabras clave, el criterio ESG (ambiental, social y de gobernanza) no puede ser ignorado por las empresas de infraestructura. La creciente sofisticación de las directrices y la disponibilidad de datos sobre este criterio, junto con regulaciones más estrictas y un cuerpo inversor más informado y exigente, subrayan su importancia. La iniciativa de Net Zero de Gestores de Activos, con sus recientes directrices para activos de infraestructura, marca un camino que probablemente impulse a gestores y propietarios de activos a intensificar sus esfuerzos en materia ESG.
En conclusión, mientras que el entorno económico evoluciona, las infraestructuras deben adaptarse y reinventarse, demostrando su resiliencia y su capacidad para ofrecer valor tanto a inversores como a la sociedad.