sfnfdxg

María Ángeles Ruiz Ezpeleta

Profesora de EAE Business School

Estos días se han publicado noticias alarmantes del posible estancamiento e incluso de una posible recesión de la mayor economía de la UE y de la influencia que pueda tener esa recesión en el resto de países de la Comunidad Europea.

Este tipo de noticias tienen el defecto de basar sus afirmaciones en datos puntuales, sin analizar tendencias  o comportamiento de diferentes indicadores económicos.

Es cierto que los periodos de crisis vividos últimamente, como el cierre de la economía por el COVID o la Guerra de Ucrania, ha hecho que el modelo económico global se desestabilice, afectando  no solo en Alemania, sino a la mayoría de los países desarrollados.

La Guerra de Ucrania, dada la dependencia Alemana del combustible ruso, sí ha tenido un efecto muy importante en ese país y es un hecho evidente el descenso de sus exportaciones, aunque ese fenómeno no es exclusivo de Alemania.  Todos los países desarrollados han perdido fuerza exportadora en favor de China durante los últimos años. Además,  la importación de gas licuado de Estados Unidos por parte de Europa, después de la Guerra de Ucrania, ha aumentado esa pérdida de poder exportador europeo, especialmente en cuanto a Alemania se refiere , país con una dependencia energética de Rusia más acentuada que el resto de los países de la Unión Europea.

¿Quiere decir eso que el modelo alemán está en declive?

Anunciar una recesión económica con graves consecuencias basándose en el posible descenso de PIB, según previsiones del año 2023, no tiene fuerza suficiente para hacer tal afirmación

Después de esas crisis económicas, provocadas por la pandemia y la Guerra de Ucrania, todos los países desarrollados  han tenido que aceptar que el modelo económico global se ha de revisar y se ha puesto en evidencia que ningún gobierno puede depender de un solo país para el suministro de bienes básicos.

Analizando la evolución del crecimiento del PIB de Alemania (datos macro expansión), vemos  que en los años 2018 y 2019  tuvo un crecimiento mínimo. En el año 2018 creció un 1 % y en el 2019   un  0,6 %.

Alemania entró en una fuerte recesión durante la pandemia y tuvo un crecimiento negativo del PIB del -3,8 que recuperó con creces durante los años 2021 y 2022 que creció un 3,2 % y un 1,8 % respectivamente.

Una estabilización o incluso una ligera recesión del PIB en el año 2023  harían volver a los niveles del PIB de los años 2018 y 2019 y seguramente a un crecimiento medio bianual similar al que tenía el país antes del COVID.  Es una situación que no todos los países van a conseguir, volver a los niveles económicos de antes de la pandemia.

Alemania tiene una población estable, incluso ligeramente en descenso. Una estabilización del PIB o incluso un pequeño descenso no afectará a su renta per cápita que  puede mejorar,  si se confirma el descenso previsto de la población este año 2023.

Es cierto que el PIB y su crecimiento es el indicador más importante de un país pero hay otros indicadores como la deuda pública y su repercusión en el PIB que denota también el saneamiento de la economía de un Gobierno determinado.

Alemania ha sabido estabilizar e incluso reducir su deuda pública a pesar de pasar por distintas recesiones, incluida la crisis financiera que se sufrió mundialmente. En el año 2008, según datos macro expansión de comparación de deuda pública entre países,  Alemania tenía una deuda pública del 73 % de su PIB y actualmente su deuda pública es del 66 % del PIB.

Ninguno de los grandes países analizados de la Unión Europea, Francia, España o Reino Unido  han conseguido estabilizar su deuda pública. Al contrario la deuda pública del Reino Unido era en 2008 del 63 %, de España el 53 % y de Francia del 83 % del PIB y actualmente  esos Gobiernos soportan una deuda superior al 100 % de su PIB.

Si Alemania finalmente consigue paliar su dependencia de Rusia en cuanto a su consumo de energía,  seguro que su economía podrá mejorar y  compensará el posible efecto negativo de una ligera recesión.