En la carrera de las grandes tecnológicas por nuestra atención y nuestros datos en sus redes sociales, sistemas de publicidad y herramientas, esas que se han introducido tanto en nuestro día a día, no es raro asistir de manera recurrente a conflictos legales entre los estados y esas empresas.
Las denominadas GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) han crecido durante años al abrigo de un espacio poco legislado, en el que las leyes han llegado tarde y mal en la mayoría de los casos. El usuario, por otro lado, ha vivido ajeno a estos conflictos, que pasan sin pena ni gloria por los medios y que pocas veces llegamos a entender del todo.
Pero parece que los legisladores han asumido el reto digital como prioritario, por fin, y se han acelerado iniciativas como la nueva ley europea de Inteligencia Artificial, que entrará en vigor en los próximos meses. A su vez, hace tres años EEEUU lanzó contra Google la causa más importante desde el caso contra Microsoft en 1998, en la que se considera la primera gran causa de la era Internet. El 12 de septiembre, por fin, se inició el juicio y está previsto que dure unas 10 semanas.
En esta causa el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ), junto a algunos estados, acusan a Google de abusar de su posición dominante en el mercado de motores de búsqueda para mantener un monopolio. El juez Amit Mehta, del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Columbia, está presidiendo el caso, y ha llegado a decir que los GAFA son monopolios similares a los surgidos en la época del ferrocarril en el siglo XIX o el petróleo en el XX.
Si profundizamos en el detalle, se acusa a Google de llevar a cabo prácticas anticompetitivas en varios frentes: acuerdos de exclusividad y pagos a fabricantes para que preinstalen Google Chrome y Google Search en sus productos, así como la adquisición de competidores potenciales, como Waze y Nest. Esto ha llevado a Google, por ejemplo, a tener una posición dominante en el mercado de motores de búsqueda, con una cuota de mercado global del 90%.
Google, a su vez, argumenta que su éxito en el mercado se debe a la innovación y a su compromiso con la calidad, que no han violado ninguna ley de competencia y que las prácticas del DOJ son un ataque a la innovación y a la elección de los consumidores.
Es difícil predecir cuál es el escenario más probable. El DOJ tiene un caso sólido, pero Google tiene una defensa bien preparada. El juez Mehta tendrá que sopesar los argumentos de ambas partes para llegar a una decisión.
En caso de que el DOJ gane el juicio, podría obligar a Google a deshacerse de algunas de esas prácticas anticompetitivas. Esto, en teoría, debería abrir el mercado a nuevos competidores y dar a los consumidores más opciones. Si esto lo unimos a que la irrupción de la Inteligencia Artificial ha puesto encima de la mesa la manera en la que buscamos información, así como la forma en la que accedemos con nuestros dispositivos a Internet, los datos que compartimos y la manipulación a la que muchas veces somos sometidos, se abrirían nuevas opciones para el usuario.
Si nos fijamos en otros momentos similares, el escenario más probable es que se llegue a un acuerdo intermedio que permita a Google no tener que cambiar el corazón de su negocio y limitarse a cambios menores (venta de algunas áreas de su negocio y cambios en las condiciones de uso de sus servicios).
En todo caso todo apunta a que este no será el último gran juicio. La Comisión Europea, tras lanzar su paquete de leyes de la Inteligencia Artificial, está en conversaciones con las GAFA (y otra veintena de grandes tecnológicas) para que se ajusten a la nueva legislación. Pero es probable que en los próximos meses surjan dudas y no haya acuerdo en partes importantes de ese cumplimiento, lo que generaría causas similares a la de Google. Dudo que estas empresas quieran llegar a la vía judicial, pero en algunos puntos las nuevas leyes implican cambios radicales en la manera en la que usan los datos y se relacionan con los usuarios.
En definitiva, tendremos aún que esperar unas semanas para ver cómo termina la causa, pero sentará precedente para futuros enfrentamientos en los que también está en juego nuestra seguridad y la manera en la que usamos Internet todos los días.