Vídeos de sus dibujos animados favoritos, el último baile viral, mensajería instantánea con sus compañeros de clase, videojuegos y acceso a cantidades ingentes de información… La tecnología está más presente que nunca en nuestras vidas y ha cambiado de un modo radical nuestra manera de informarnos, de comunicarnos y relacionarnos con los demás. En un mundo totalmente digitalizado y muy diferente a aquel en el que crecimos, las madres y padres encaramos algo inseguros el reto de conciliar la educación integral de nuestros hijos con el tiempo que estos pasan delante de una pantalla. En este contexto, es fundamental saber poner límites para que los menores desarrollen sus propios recursos y alcancen un espíritu crítico que les permita ser autónomos en su vida digital.
Resultan realmente llamativo los datos arrojados por una investigación de la plataforma Gaptain, que apuntan que el 52% de los menores afirma que sus padres casi nunca les hablan sobre el uso seguro de internet y que el 50% de ellos recurre a amigos cuando tiene un problema, frente al 40% que declara recurrir a sus padres. La competencia tecnológica no es algo que se adquiera por el mero hecho de ser nativos digitales, sino que, para que esto ocurra, debemos normalizar su uso, así como el hecho de hablar de ella con naturalidad con los más jóvenes. Asimismo, es también fundamental que esta conversación no se centre tan solo en los riesgos, sino también en las oportunidades que el mundo online puede aportar a todas las personas.
Según la Asociación Americana de Pediatría, el primer contacto con las pantallas no debe producirse hasta cumplidos los dos años. A partir de esa edad, su actividad ha de estar siempre supervisada por las madres o padres de forma presencial. En este sentido, creo que es clave que nos involucremos activamente en la educación y alfabetización digital de nuestros hijos, no podemos ni debemos usar la tecnología como un mero entretenimiento con el que distraer a los más pequeños. Se trata de un compromiso que hemos de adquirir para favorecer que desarrollen una relación saludable y equilibrada con la tecnología.
Sin duda, es un tema complejo y lleno de matices, y precisamente por esto desde SPC hemos trabajado con la reconocida experta en educación y comunicación digital Laura Cuesta para desarrollar un conjunto de diez claves que ayuden a madres y padres a introducir la tecnología a niños y adolescentes de una forma responsable, saludable y segura:
- Cada niño y adolescente tiene unas necesidades y características particulares, y es importante entenderlas y empatizar con ellas para adecuar su educación digital.
- Las directrices deben tener siempre de base el uso seguro, para la seguridad en la red; el uso saludable, para evitar el uso abusivo; y el uso responsable, que permitirá a los niños adquirir habilidades que necesitarán en el mundo digital.
- Los padres han de estar familiarizados con el entorno digital en el que se van a mover sus hijos y equiparse con las herramientas y recursos que les permitan orientarles.
- Compartir tiempo en familia, con y sin tecnología, practicando la comunicación y escucha activa puede prevenir los riesgos existentes en la red.
- El mundo online es divertido, pero es responsabilidad de las familias promover también el ocio más allá de lo digital.
- Más que prohibir, debemos educar en los riesgos y amenazas de la tecnología, y acompañarlos en el proceso.
- Invítales a ser un ‘filósofo digital’, cuestionándose todo lo que ven en internet y buscando fuentes fiables.
- Dentro y fuera de la red, debe primar el respeto por ellos mismos y por todos los demás.
- Impulsa la creatividad. En internet también hay un sinfín de recursos para aprender cosas nuevas.
- Las normas y los límites comienzan en casa. Los padres pueden y deben establecer unas normas adecuadas a la edad del menor, estableciendo una rutina familiar.
Más allá de esta mediación de los padres, existen aplicaciones de control parental como Family Link de Google que, entre otras opciones, permite entender a qué dedican el tiempo los niños cuando están conectados, fijar límites de tiempo de uso, bloquear contenido inadecuado para su edad o gestionar la configuración de privacidad. Esta clase de aplicaciones son muy útiles para que toda la familia esté más protegida en internet y por eso es importante elegir tablets o smartphones que sean compatibles con su instalación. Toda ayuda cuenta a la hora de revertir esos datos que mencionábamos al principio. Está en nuestras manos convertirnos en referentes que promueven un uso saludable, seguro y responsable de la tecnología en todas las capas de la sociedad.