La reducción de la tasa de desempleo es un desafío complejo que generalmente requiere una combinación de políticas y medidas a corto y largo plazo, pero sobre todo demanda saber como personalizar la respuesta, no solo para que sea eficaz, sino sobre todo, que sirva para solucionar la situación de empleabilidad de los diferentes colectivos.
El mercado de trabajo actual está impactado por tres grandes certidumbres que deforman y transforman todos los empleos y sectores: la transformación digital, la transición energética y la diversidad de generaciones que conviven con unas características radicalmente distintas.
Defino la empleabilidad sostenible como el conjunto de conocimientos, competencias y valores que hacen a cualquier profesional empleable a lo largo de toda su vida laboral, independientemente de su edad, género y ubicación geográfica. Para poder desarrollar medidas efectivas que reduzcan la tasa de desempleo, lo primero es tratar de identificar esos perfiles.
En primer lugar, en España, la mayor tasa de desempleo se produce entre los jóvenes que abandonan de forma prematura los estudios. Si bien es cierto que hay muchos trabajos para los que no se demanda una formación reglada académica, estos profesionales están expuestos a una precariedad, no solo laboral sino que sufre los vaivenes de los actuales entornos VUCA, volátiles, complejos, inciertos y ambiguos. Para este colectivo la principal medida que se puede llevar a cabo es fomentar una de las competencias críticas del siglo XXI, que es la capacidad de aprendizaje constante y con foco, incentivando políticas que diseñen programas educativos capaces de enganchar a este colectivo.
En segundo lugar se tendrían que abordar las medidas de desempleo que se producen entre los jóvenes que si bien han completado su ciclo formativo, no encuentran empleo relacionado con su ámbito de estudios. Para ello es necesario reducir la enorme brecha que sigue ensanchándose entre el mundo educativo y el laboral; no se trata solo de dar a conocer las profesiones más demandadas y fomentar los estudios de las mismas, sino de adaptar todos los planes educativos, no solo a los conocimientos sino a las competencias que se van a ofertar. Si en Europa se quedan sin cubrir mas de 3 millones de posiciones relacionadas con el ámbito de la ciberseguridad, es necesario alinear de una vez las políticas educativas con las laborales. Igualmente para democratizar el acceso a la educación, se necesita una apuesta real por el gobierno de incrementar el número de plazas en la universidad y la formación profesional, en aquellas profesiones que van a tener más salidas.
Y por último, hay otro gran colectivo con una gran tasa de desempleo que son los mayores de 50 años, abordarlo es clave para la competitividad de un país con una pirámide poblacional cada vez mas envejecida. En este caso, conviene analizar los motivos de la “no actividad” que con frecuencia van relacionados con políticas de determinadas empresas de prescindir de estas personas. La medida que se puede implementar de forma rápida consiste en diseñar planes de formación y reciclaje profesional para que puedan incorporarse de nuevo al mercado de trabajo.
Iniciativas como fomentar el emprendimiento, apoyando el desarrollo de nuevas empresas y start-ups mediante incentivos fiscales, acceso a financiamiento y asesoramiento, son transversales para todos los colectivos mencionados.
Es importante destacar que las soluciones efectivas generalmente requieren un enfoque integral y la colaboración de diversos actores, incluyendo el gobierno, el sector empresarial, los sindicatos y la sociedad en general, pero sobre todo la responsabilidad por parte de todos los ciudadanos por formarnos de manera continua y saber adaptarnos a las necesidades del mercado de trabajo. No hay que empeñarse en hacer surf sino hay olas, que se traduce, que si lo que ofreces no se demanda, es mejor cambiar de rumbo.