La bolsa española cierra el mes de noviembre en máximos anuales, con una revalorización superior al 10%, que le llevó por encima de los 10.000 puntos por primera vez desde febrero de 2020. Esta fuerte subida estuvo impulsada por la relajación de las tensiones en Oriente Medio, la caída de los precios del petróleo y el cambio de tono de los bancos centrales. Aunque sigue creciendo el conflicto entre Israel y Hamás, no ha sido necesaria la intervención de terceros países, que era el mayor temor de los mercados en un primer momento. Esta situación también ha ayudado a frenar la presión sobre los precios del petróleo, que desde los máximos de mediados de septiembre han caído más de un 15%. La lenta recuperación de China y las perspectivas de un menor consumo a nivel global han ajustado los precios a pesar de los recortes de la OPEP y sus socios.
Aunque el verdadero catalizador de las bolsas durante las últimas semanas ha sido el cambio de postura de los bancos centrales que, en su gran mayoría, ha detenido las subidas de tipos después de un año y medio. La progresiva desaceleración de la inflación ha llevado a los bancos centrales a adoptar otra estrategia, que es la de “mantener los tipos altos por un tiempo prolongado”, ya que consideran que nuevas subidas podrían ser contraproducentes. Lagarde no quiere oír hablar de recortes de tipos y sigue con su discurso sobre que “la lucha contra la inflación no ha terminado”. El mayor temor de los bancos centrales es que la economía vuelva a sufrir un sobrecalentamiento o un repunte en los precios, por eso quiere señales claras de que la inflación se ha estabilizado. El crecimiento de los salarios y la subida de la energía han sido los principales impulsores de los precios durante los últimos meses, por eso ha sido tan importante la estabilización de los precios del petróleo.
El IPC de la zona euro cayó hasta el 2,9% por primera vez desde agosto de 2021, mientras que el de España ha repuntado los tres últimos meses desde los mínimos del pasado mes de julio en el 1,9%. Durante los próximos meses se espera que el mercado laboral y el consumo de los hogares empiece a disminuir, lo que podría dar lugar a una desaceleración, que a su vez podría ayudar a mantener la inflación contenida. Por último, mientras la producción manufacturera continúa en clara zona de contracción, los servicios están empezando a mostrar un mayor debilitamiento.
Ante este entorno, todos los componentes del selectivo español cotizan en positivo durante el mes de noviembre. Las compañías más penalizadas por los tipos de interés, ya sea por su elevado endeudamiento o por el recorte que genera en su margen de beneficio, han impulsado las subidas. Valores como Grifols, Cellnex, Solaria, Colonial, Fluidra, Merlin Properties, Acerinox o Acciona han subido entre un 10 y 30%. Los bancos también han repuntado, logrando así máximos desde el pasado mes de marzo, cuando la caída de SVB y Credit Suisse frenaron sus subidas. La caída de los rendimientos de deuda también impulsó la cotización de las compañías energéticas, mientras que Repsol, a pesar de las caídas del crudo, logró terminar en positivo.
¿Qué esperar del mes de diciembre?
Con la temporada de resultados empresariales llegando a su fin, los datos económicos y las reuniones de los bancos centrales volverán a cobrar un mayor protagonismo. Mientras la inflación no registre aumentos significativos, se mantendrá la expectativa de que el BCE ya ha finalizado el ciclo de subidas, mientras que un mayor deterioro económico podría aumentar las especulaciones sobre el inicio de los recortes. Aunque seguimos siendo positivos, no descartamos nuevos episodios de volatilidad. Los mercados podrían sufrir una ligera recogida de beneficios después de las recientes subidas, aunque todavía esperamos un nuevo repunte hacia un nuevo máximo anual. El Ibex 35 ha permanecido la mayor parte del año entre los 9.200 y los 9.650 puntos. Ahora ha entrado en un nuevo rango entre los 9.650 y los 10.000 puntos, que, de superarlos, tendría en los 10.250 puntos su siguiente objetivo.