Un rapidísimo avance de las tecnologías nos ha dejado inmersos de lleno en la era de la Inteligencia Artificial (IA) que, en su sentido más amplio, se refiere a la capacidad de una máquina para reproducir habilidades similares a las humanas, como el razonamiento, el aprendizaje o la creatividad. La evolución en el mundo de la IA nos conduce hacia un escenario en el que las capacidades de la tecnología se acercan cada vez más a las de los seres humanos, incluso superándolas en algunos aspectos.
Una importante consecuencia a corto plazo de esta era de la IA es que, hasta hace poco, los mensajes de texto para establecer y demostrar la humanidad -el famoso Test de Turing- se consideraban suficientes para distinguir a un humano de una máquina. Ahora, la IA moderna ya ha superado el Test de Turing o está muy cerca de hacerlo. Esto hará que en el futuro sea imposible determinar la humanidad basándose únicamente en la inteligencia. En resumen, no existe ningún método fiable para verificar la humanidad online.
Sin embargo, esta prueba será una herramienta esencial y probablemente inevitable para capacitar a los individuos. Aunque existen varios enfoques sobre cómo podría aplicarse en última instancia una prueba de humanidad, es fundamental que una infraestructura tan importante como Internet dé prioridad a la privacidad, la autosuficiencia, la inclusión y la descentralización para beneficiar y proteger a las personas.
Pero la línea que separa a las máquinas de las personas es cada vez más difusa, por tanto, aumenta la urgencia de demostrar la identidad individual en Internet. En cifras, desde 2022, se han creado más de 15.000 millones de imágenes utilizando IA y cada día se añaden más de 30 millones, según Everypixel Journal. De hecho, en un 78% de las veces el ser humano es incapaz de distinguir lo real según un estudio realizado por la Royal Society en colaboración con la Universidad de Oxford y la Universidad de Brown.
La autenticación basada en la biometría puede ser parte de la solución. Los sistemas biométricos, aplicados de forma confidencial, pueden utilizarse para verificar eficazmente la unicidad a escala mundial, sin necesidad de almacenar datos. Sin embargo, los distintos sistemas tienen requisitos diferentes: por ejemplo, autenticar a un usuario mediante FaceID como legítimo propietario de un teléfono es muy diferente de verificar la unicidad de miles de millones de personas. Establecer la unicidad global es mucho más difícil.
Conscientes de esta dificultad, las empresas tecnológicas se plantean preguntas y buscan respuestas para que las pruebas de humanidad en línea sean fiables. En Worldcoin hemos iniciado ese camino con un protocolo abierto de preservación de la identidad que permite a las personas, de forma privada y descentralizada, demostrar que son reales en Internet. World ID verifica la unicidad de una persona mediante el reconocimiento del iris, al tiempo que garantiza su privacidad a través de la criptografía. Responde a una necesidad real en un mundo cada vez más digital, como muestran los 2 millones y medio de personas que ya cuentan con su identificación. Además, en España más de 300.000 personas ya cuentan con su World ID.
Esta es una de las tecnologías que vemos aparecer para intentar llenar un vacío importante, pero sin duda surgirán otras. Es importante hacer seguimiento del camino que van recorriendo en su evolución para no perder su objetivo de responder a retos actuales y asegurar que no les adelantan otros avances de la Inteligencia Artificial. De ahí también la importancia del código abierto, que permita a los desarrolladores aportar a esta tecnología globalmente.
¿Será posible, en un futuro próximo, responder sin lugar a dudas a la pregunta «No soy un robot»?