Hace ya casi 7 años, corría el 2017, que Repsol irrumpió en la era digital de pago de carburante a través de su muy conocida aplicación Waylet. Originalmente, como muchas de las «apps», Waylet no sabía en que se convertiría. El éxito ha sido tal que se ha transformado en la forma habitual de pagar el carburante de los vehículos o incluso la compra de comida en un gran almacén de cierto renombre.
En el camino desde ese comienzo se han vivido momentos con precios tan altos de combustible que obligaron al propio gobierno a subvencionarlo en una pequeña parte… Sin embargo, esto no hizo más que reforzar el empleo de la aplicación y la propia estrategia de expansión de Repsol, que hace aproximadamente año y medio, comenzó una apertura de tiendas de captación de clientes para gas y electricidad. Hoy ya van por 100, número por otro lado muy redondo para celebrar y «re-anunciar» su propia estrategia de «aquí estamos, nos quedamos y crecemos cada día».
No pasa inadvertido el cambio de tendencia que estamos vivienda con la energía y su suministro en España y por extensión en la gran mayoría de los países. El cambio de modelo energético está a las puertas. Ese en el que la presión por el empleo de fuentes renovables se va a convertir una cuestión de estado y pasará a ser obligatorio dentro de ni mucho.
Como ya sucedió con el teléfono móvil y su desarrollo desde el ladrillo de los años ochenta del pasado siglo hasta la delicada lámina de vidrio endurecido de los modernos smartphones, el mercado de las energías renovables globalizado, estandarizado y obligatorio por ley se hará realidad a golpe de inversión en los laboratorios de investigación de casi todo el mundo.
A partir de ahí, se vislumbra un panorama en el que los mejor posicionados para vender la energía disponible serán los primeros en obtener beneficios. Posicionarse no es fácil en esta era digital en el que el libro ha quedado relegado a un artículo casi de lujo y donde los estudiantes pasan más horas visionando videos cortos que estudiando sobre unos apuntes.
Algo similar ocurre con la comunicación y el marketing empresarial, que en general se intentan poner a la altura de las tendencias digitales de comunicación. Sin embargo, la campaña de apertura de tiendas por parte de Repsol parece que pretende conectar con el «gran público» de uno en uno. Este proceso de barrido en la captación de clientes es una clara estrategia de educación (en el sentido de explicación) finamente calculada, que desde mi punto de vista puede ser parte de la clave de su posible y futuro éxito.
Eso y que comprometerse a gastar 2000 millones de euros en comercializar energía por parte de Repsol da para abrir bastantes tiendas y para educar durante un tiempo considerable.
Pasar de dos a cuatro millones de clientes para dentro de tres años es un objetivo ambicioso, pero si hay un momento en el que el mercado está preparado es este.
Hace años (más de los que me gusta recordar) me preguntaba como harían las grandes petroleras para cambiar su modelo de negocio desde los combustibles fósiles hasta las fuentes naturales de energía.
A la vista de lo que está aconteciendo, parece cada día más claro y más que lo va a estar. Parece que, en el caso de Repsol, dos mil millones de razones están avalando ese cambio…