Carlos González Bravo

Profesor Dirección Estratégica y Production Management EAE Business School

Vivimos tiempos convulsos en general y más en lo referente a la evolución del precio del petróleo y de gas.

Bajadas en el precio del barril Brent, no vistas desde hace años; aparentes alineamientos al plan establecido en lo que a la producción se refiere, fundamentalmente entre Arabia Saudí y Rusia (liderando la OPEP+); la guerra de Ucrania, con un desgaste considerable y más incertidumbre en su desarrollo que nunca; unas elecciones en EE. UU. que este año determinan un cambio de rumbo en caso de victoria republicana o un continuismo (o no), en caso de victoria demócrata…

En esta mezcla de acontecimientos de final poco claro, mientras unos pretenden leer los «posos» del café y así aventurar hacia dónde va a soplar el viento, otros trazan planes estratégicos y previsiones macroeconómicas.

Lo cierto es que la bajada del precio del barril se podría explicar en base a una estrategia de alta producción en base a la baja demanda, pero eso no hace más que enturbiar el horizonte ya «per se» difuso de la evolución del precio del petróleo y del gas.

Una de las claves de la economía y de la tendencia de las cotizaciones en bolsa parece estar determinada en los últimos años por los cambios estacionales como el que tenemos encima este invierno.

Con un final de año en el que las bajadas de temperatura, ya sea antes de que acabe el 2024 o nada más comenzar el 2025, la acumulación de barriles por parte de la OPEP+, bajo la bandera de «mantener el precio del mercado petrolero estable» podría ser más que conveniente.

Un cóctel perfecto aderezado con una guerra en Ucrania, que no acaba de decantarse, junto con un horizonte más que incierto en el timón de la Casa Blanca. Que todo esto no termine en una subida repentina del gas y del petróleo en los usuarios finales, meros espectadores de la macroeconomía mundial, parece depender de lo que aún no ha pasado, más que de lo que parece que está pasando.

Las previsiones más conservadoras y las más arriesgadas, me temo, giran la cabeza con gesto de indecisión mirando al público y esperando que los estadounidenses voten este inverno.

Cuando la política internacional está a la espera, todo queda suspendido temporalmente a expensas de los acontecimientos. Mientras tanto, no parece extraño que el granjero de barriles Brent esté llenando su granero, no sabemos si preparándose para el invierno que se avecina o para otra cosa.

Los idus de marzo se pueden convertir en malos augurios, y si no que se lo pregunten a Julio César. Como quiera que sea, la dependencia del petróleo ha sido un lastre de la economía mundial desde hace más de 50 años, y ese cambio de tendencia puede significar, como la muerte del ínclito romano en el 44 a.C., un cambio de ciclo…