Enrique Gómez

Miembro del Departamento de Prescripción y Asesoramiento Técnico de Saint-Gobain

Europa se enfrenta a un desafío urgente en su camino hacia la sostenibilidad: la reducción de las emisiones de CO₂ en el sector de la construcción. Los edificios existentes, que constituyen una gran parte del paisaje urbano enEuropa, son responsables de cerca del 40% de las emisiones de CO₂, según el Global Status Report for Building and Construction publicado por la International Energy Agency y el United Nations Environment Program en 2019. Avanzar hacia la descarbonización y la circularidad es, por tanto, una de las principales prioridades del sector. La forma de hacerlo no es sencilla, pero podemos resumirla en las 3R’s que tan bien conocemos los ciudadanos: reducción, reutilización y reciclaje.

La reducción del consumo energético de los edificios mediante estrategias pasivas de mejora es uno de los principales factores a tener en cuenta y, de hecho, muchas compañías ya lo están aplicando en sus edificios. Entre estas estrategias, el aislamiento de la envolvente y de los huecos a través de un acristalamiento eficiente se posiciona como una medida de gran impacto. Aislar mejor nuestros edificios no solo disminuye el gasto de energía necesario para calefacción y refrigeración, sino que puede reducir hasta dos tercios de las emisiones de CO₂ que generan, según el estudio “Evaluación del impacto de las lanas minerales sobre la huella de carbono del edificio, elaborado por ARUP en colaboración con AFELMA (Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales). El aislamiento y el correcto acristalamiento de los huecos, por lo tanto, son un elemento imprescindible para frenar el impacto medioambiental, más aún si hablamos de Europa, donde las condiciones climáticas de la mayoría de sus países obligan a utilizar estos sistemas casi todo el año.

Pero la eficiencia energética no es el único aspecto a considerar en la construcción y rehabilitación de edificios. La visión de un futuro sostenible nos obliga a repensar todas las solucionescon los que construimos la estructura, tabiquería, fachadas e instalaciones. En este sentido, se deben priorizar aquellos que contribuyan a la circularidad, Esto incluye incorporar materiales reciclados en los procesos de producción y reducir la huella de carbono en cada fase de la cadena de suministro. Un edificio eficiente y sostenible debe consumir menos energía, pero también ser responsable con el origen y el impacto de sus materiales.

Al contrario de lo que algunos piensan, el uso de este tipo de materiales no supone una menor calidad o durabilidad de los edificios, sino todo lo contrario. La incorporación de materiales reciclados y sostenibles debe responder a los mismos estándares de calidad que los materiales tradicionales. Solo así podemos asegurar que los edificios del mañana, además de eficientes, sean duraderos y seguros para quienes vivan en ellos, cumpliendo con todas las normativas y requisitos de calidad que garanticen su vida útil.

La transición hacia una construcción eficiente y sostenible es, sin duda, una tarea titánica. Pero Europa, con su rica herencia arquitectónica y su compromiso con el medioambiente, tiene la responsabilidad de liderar este cambio. Apostar por el aislamiento de edificios y la circularidad de materiales representa no solo una respuesta eficaz al problema de las emisiones de CO₂, sino también un compromiso con un futuro habitable y saludable para todos.

Además de las 3R’s, otra palabra a tener en cuenta en esta tarea es la colaboración. Es momento de que los gobiernos y las empresas del sector de la construcción colaboren para establecer políticas y estándares que impulsen estas medidas. Con este propósito, celebramos la jornada «Descarbonización. Hacia un proceso eficiente para la reducción de emisiones de carbono», enmarcada dentro de la iniciativa “Construir en clave sostenible”, promovida por el Observatorio 2030 del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) y Saint-Gobain.

Europa ya “está construida”, pero aún está a tiempo de transformarse. Es responsabilidad de todos asegurar que los edificios en los que vivimos, trabajamos y compartimos nuestro día a día sean parte de la solución. Aprovechar el potencial del aislamiento y adoptar prácticas circulares son pasos concretos y alcanzables hacia una construcción responsable y sostenible.