Cristina Martín García, tercera Generación de Bodegas FIGUERO

¿Cuál es la historia detrás de Figuero?

La historia de nuestra familia siempre ha estado ligada a la viticultura. José María García y Milagros Figuero, los fundadores de la bodega, han dedicado su vida al cultivo de la vid. Más de 60 años apasionados y entregados al cultivo de la variedad Tinto Fino en La Horra. Cuando se casaron, en el año 1961, ambos recibieron mil cepas como dote. Las familias les apoyaron en el inicio de una vida juntos, con el tiempo y la perseverancia fueron ampliando una colección de vides muy interesante. Las bodegas importantes de Ribera del Duero se sintieron muy atraídas por sus uvas, especialmente por el viñedo viejo. Durante 40 años han sido sus proveedores. José María García decide en su jubilación dar el paso y comenzar su propio proyecto junto a su familia, fundando FIGUERO en 2001.

¿Qué impulsó el paso de viticultores a bodegueros?

En primer lugar, la ilusión de elaborar grandes vinos. Figuero es un sueño cumplido, es una apuesta por el terruño de La Horra y, por eso, todas nuestras botellas muestran la diversidad de paisajes en un solo pueblo. En segundo lugar, crear valor y perpetuar el legado de nuestra familia. Siempre hemos emocionado, transmitido y acompañado. Años después vamos por buen camino, pero sabemos que aún hay mucho por aprender y disfrutar.

¿Cuál es la filosofía de la bodega?

Conseguir la mejor calidad de uva, respetando nuestro paisaje y preservándolo. Entender la viña es fundamental para hacer grandes vinos. Es un trabajo en el que necesitas conocimiento, paciencia y perseverancia. José María siempre dice: “cada año entiendo menos la viña”. Cada añada vemos cómo el campo evoluciona, se adapta y aprende. ¿Cómo no vamos a hacer nosotros lo mismo? Cada botella de Figuero guarda el cariño y la esencia de nuestra familia.

¿Qué caracteriza a los vinos de FIGUERO?

Nuestra apuesta por el terruño. Creemos firmemente estar en el mejor pueblo para elaborar vinos de calidad. Por ello, nuestro concepto está basado en elaborar 100 % Tinto Fino, la variedad autóctona de La Horra. Así, todo el viñedo con el que elaboramos las siete referencias de Figuero es de proximidad, un radio de 4 km. En ese radio diferenciamos cuatro microzonas, principalmente, donde elaboramos nuestros cuatro grandes vinos, distinguiendo dos Parajes y dos Viñedos Singulares. Todos ellos cuentan, además, con viñedos plantados entre 1910 y 1965, una selección de viña vieja que nos entrega vinos especiales para compartir.

¿Cómo ha evolucionado la bodega desde el año 2001?

Estos 24 años han sido de aprendizaje continuo. Tanto la familia como el equipo, trabajamos juntos con un objetivo claro, elaborar los mejores vinos año tras año. Siempre hay algo por aprender o probar, por ello seguimos mejorando nuestras instalaciones y viñedo para adaptarlas a las nuevas necesidades. Por ejemplo, este año ya contamos con parcela con certificación ecológica, tras los tres años de proceso. Ha sido un paso orgánico dentro de nuestra forma de trabajar. Nos ayuda a reafirmar nuestro compromiso con el paisaje de nuestro pueblo.

“Estamos realizando proyectos de I+D+i
para adelantarnos a las consecuencias
del cambio climático, ser más
sostenibles y cuidar de nuestro entorno”

¿Qué proyectos futuros tiene la bodega para continuar con la búsqueda de la excelencia?

Estamos realizando proyectos de I+D+i para adelantarnos a las consecuencias del cambio climático, ser más sostenibles y cuidar de nuestro entorno. Cada año vemos cómo las estaciones se desplazan sutilmente y, como decíamos antes, debemos aprender al igual que lo hace el viñedo. Con vendimias más tempranas y procesos en bodega para respetar mucho más la fruta y la tipicidad de nuestra variedad.

¿Cómo se refleja vuestro carácter familiar en el día a día de la bodega?

Ser una bodega familiar significa tomar decisiones con pasión y cuidado. Cada miembro de la familia está involucrado y aporta su visión y experiencia. Así garantizamos que todo esté alineado con nuestros valores. Quizá donde más se aprecie es a la hora de recibir visitas en nuestra bodega. Seguimos siendo la familia quienes atendemos las experiencias y terminamos tomando un vino con José María. Es el momento de la cata con él, además, siempre es el que más se disfruta.

¿Qué papel juegan el enoturismo y las experiencias en la bodega?

Cada visita que recibimos en la bodega es una forma de conectar con el consumidor final, de enseñarle de cerca nuestro día a día y nuestra pasión. De hecho, por eso atendemos las visitas la propia familia. Nos limita en cuanto a calendario, solo recibimos visitas de enoturismo los sábados a las 12:00 h, pero nos permite pasar momentos maravillosos con amantes y no tan amantes del vino. Siempre son pases privados de unas ocho personas, a fin de que todos se sientan cómodos, pregunten y disfruten de una experiencia personalizada. Eso ayuda a los no tan conocedores a salir ilusionados y con ganas de seguir aprendiendo.

¿Es necesario saber de vino para disfrutar de una bodega?

Rotundamente, no. Una bodega recoge tantos elementos interesantes para amantes de la naturaleza, de los procesos, de la historia… Visitar una bodega es una experiencia siempre recomendable y te hace pensar en todo lo que involucra una botella de vino. Definitivamente, no es necesario saber de vino para aprender y disfrutar de nuestra bodega, incluso quizá descubras un nuevo hobby y vuelvas a visitarnos de nuevo.