Perspectivas Económicas 2025: surcando la incertidumbre global

En este especial diferentes expertos en economía y empresa de diferentes sectores y asociaciones reflexionan sobre los retos y oportunidades que enfrentará la economía mundial en este 2025.

Finanzas | Última hora | Ejecutivos | 03/03/2025

El año de la incertidumbre: cinco temáticas macro clave que observar en 2025

John Butler y Eoin O’Callaghan, Estrategas macroeconómicos en Wellington Management

En nuestra opinión, el entorno macro de 2025 estará marcado por la incertidumbre, ligada a la magnitud e impacto de los aranceles estadounidenses, así como a la respuesta de Europa y China. Creemos que la trayectoria macroeconómica no será lineal, por lo que los mercados seguirán fluctuando entre distintos escenarios debido a la gran variedad de resultados posibles, que dependerán de la velocidad, magnitud, alcance y probabilidad de los aranceles. Si bien son factores desconocidos por el momento, dentro de este contexto existen importantes acontecimientos y riesgos potenciales sobre los que tenemos mayor certeza.

  1.  El fin del escenario de “aterrizaje suave” Nuestras previsiones apuntan a que 2025 será el año en que el mercado abandone el escenario esperado de aterrizaje suave. Aunque los aranceles están acaparando la atención del mercado debido al impacto de estanflación que podrían provocar, es importante subrayar el carácter extraordinario del contexto económico general. Nos dirigimos al 2025 viendo como casi todos los países implementan políticas de estímulo en un momento en que la inflación sigue por encima del objetivo y apenas hay margen de maniobra en la economía global. Dicho de otro modo, este conjunto de políticas más laxas no está diseñado para combatir una debilidad, sino que se aplica como medida preventiva antes de que se instauren los aranceles. Casi nunca hemos presenciado una política tan procíclica en esta fase del ciclo: tipos de interés más bajos, condiciones crediticias más favorables, un multiplicador monetario que mejora y una política fiscal más laxa, todo en un momento en que la tasa de desempleo global aún se encuentra cerca de su nivel más bajo de, como mínimo, los últimos 35 años.
  1. Los tipos de interés, la política fiscal y la inflación pueden sorprender positivamente Llegados a este punto, creemos que hay tres lecciones importantes que están siendo ampliamente ignoradas. • Los tipos de interés no son especialmente restrictivos, a pesar de la insistencia de los bancos centrales en afirmar lo contrario y de que los tipos de interés oficiales han estado muy por encima del promedio de los últimos 20 años. Lo que hace que este ciclo sea particularmente inusual es que el desapalancamiento del sector privado ha impulsado tanto la recuperación como el descenso de la tasa de desempleo. De ahí que los hogares y las empresas sean menos sensibles a las subidas de tipos. Esta es una de las razones que explica por qué el ritmo de crecimiento global solo se ha ralentizado ligeramente por debajo del promedio de los últimos 20 años. Por ello, es posible que el tipo de interés neutral en las principales economías desarrolladas se sitúe por encima de lo que la mayoría espera. • Los estímulos fiscales tienden a aumentar cada vez que se celebran elecciones y se aprueban presupuestos estatales. Los gobiernos, al igual que los mercados, confían en que los bancos centrales les respaldarán. Por ello, los déficits fiscales se amplían en épocas de recesión para contrarrestar la caída de la actividad. El problema es que, en los periodos de bonanza, no se ha aprovechado el aumento del crecimiento nominal para reducir esos déficits (gráfico 3). Como los responsables políticos no están dispuestos a tolerar un incremento del desempleo, consideramos que los rendimientos de los bonos deberían ser estructuralmente más altos de lo que son. Gráfico 3 • China ha vuelto a dar aire a los mercados desarrollados al reducir los precios de las materias primas y la inflación de los productos, tal como ocurriera entre 1995 y 2007, si bien no parece probable que la situación vaya a mantenerse. La debilidad de China ha camuflado la elevada inflación subyacente en la mayoría de las economías desarrolladas y, a su vez, ha permitido a los bancos centrales recortar los tipos de interés a pesar de la tensión en los mercados laborales. Sin embargo, esta dinámica podría estar a punto de cambiar debido a la respuesta de China ante la debilidad de su economía nacional y a la negativa de Estados Unidos a permitir que China exporte su desinflación, lo que podría llevar a otros países a seguir su ejemplo. Por tanto, es probable que la inflación de los productos haya tocado suelo.

  2. Un mayor crecimiento nominal debería beneficiar a los activos de riesgo Con una política laxa, mercados laborales tensionados y tipos neutros más altos, las consecuencias son evidentes, incluso antes de que entren en juego los aranceles. El crecimiento real, el nominal y la inflación deberían ser mayores en 2025 que en 2024 tanto en los mercados desarrollados como en los emergentes. Aunque cabe esperar que los bancos centrales recorten los tipos de interés menos de lo que anticipa el mercado, es probable que el crecimiento nominal se revise al alza. En condiciones normales, unas perspectivas de mayor crecimiento nominal son una señal positiva para los activos de riesgo, que deberían seguir despuntando. A nivel regional, los activos de riesgo de la zona euro y China son los más infravalorados en este escenario, por lo que tienen el mayor potencial de subida.

  3. El regreso de las primas de riesgo La continua escalada de los déficits públicos y la determinación de los bancos centrales de evitar una recesión podría alterar la relación «esperada» entre crecimiento nominal y precios de los activos. En este escenario, es probable que los activos de riesgo se revaloricen hasta que el mercado comprenda que las autoridades están dispuestas a impulsar el crecimiento a costa de mayores presiones inflacionarias, momento en el que exigirán primas de riesgo más altas en los activos. Ésa es la mayor amenaza para los mercados de renta variable: un incremento de los rendimientos de los bonos causado por un aumento de la prima de riesgo, y no por perspectivas reales de crecimiento económico. El riesgo de que el mercado imponga las medidas restrictivas que los bancos centrales no quieren o no pueden aplicar se vuelve aún más pronunciado si se materializa la amenaza de mayores aranceles y proteccionismo. Un deterioro en el equilibrio entre crecimiento global e inflación haría que los déficits públicos parecieran menos sostenibles y que la política acomodaticia de los bancos centrales se percibiera como más «irresponsable».

  4. Una creciente diferenciación entre países y regiones Otra temática clave para 2025 y los siguientes años será la creciente diferenciación entre países, con menor correlación entre mercados y una mayor divergencia en las políticas. A medida que la globalización adopta una forma más limitada, el conocimiento de los mercados locales gana relevancia para los inversores activos que buscan aprovechar las nuevas oportunidades que se generan. China es el comodín. Es evidente que la imposición de importantes aranceles por parte de EE. UU. supondrá un duro golpe para el crecimiento, pero la reacción de China ante este movimiento será igual de importante. ¿Optará por exportar su exceso de capacidad a otras economías? En este escenario, el alza de la inflación en EE. UU. llevaría a una disminución de la misma en el resto del mundo. ¿Responderá China con una importante batería de medidas fiscales, monetarias y de divisas para protegerse de las potenciales consecuencias negativas? Probablemente. De no hacerlo, el riesgo de que se desencadene una crisis financiera es real.


El valor de nuestros empresarios

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE

El año 2024 se ha cerrado con un balance favorable para la economía española, en un contexto global que ha seguido marcado por la incertidumbre y las tensiones geopolíticas. La previsión es que el ejercicio se cierre, finalmente, con un crecimiento del 3 % de media, significativamente por encima de una Eurozona que apenas llegó al 0,8 %.

En todo caso, este buen comportamiento no debe ocultar las debilidades estructurales y los riesgos que condicionan las perspectivas que podemos tener para este 2025.

A nivel global, el año arranca con un entorno geopolítico complejo, en el que se mantienen los conflictos bélicos y la inestabilidad en Ucrania y Oriente Próximo, y con crecientes tensiones comerciales por la amenaza de nuevos aranceles por parte de EE. UU. a distintas economías, principalmente a China, aunque también a la UE, México o Canadá.

Los principales organismos internacionales prevén un crecimiento mundial que seguirá siendo discreto, en línea con el 3,2 % estimado para 2024, aunque se espera una cierta desaceleración en China y en EE. UU. y una ligera mejoría en la Eurozona.

El crecimiento moderado y unas presiones en los precios que se esperan menores facilitarán que los principales bancos centrales continúen rebajando sus tipos de interés.

En todo caso, este ejercicio va a tener un condicionante claro para el conjunto de las economías mundiales: la nueva Administración Trump y las decisiones, tanto de tipo político como de carácter más económico, que finalmente adopte.

De momento, los anuncios realizados por el nuevo presidente de Estados Unidos presentan un componente inflacionista, abren la puerta a una guerra comercial con las principales economías y apuntan a un posible giro proteccionista.

Desde CEOE, analizamos con atención la situación ante las medidas que, efectivamente, se puedan poner en marcha. EE. UU. es un país estratégico para España, donde tenemos un stock inversor de casi 80.000 millones de dólares y donde operan cerca de 800 empresas que son filiales españolas.

Empresas que son parte del tejido productivo estadounidense, que allí generan riqueza y empleos (hablamos de cerca de 100.000 puestos de trabajo). Industria, en definitiva, que la nueva Administración ha asegurado que es un sector que va a apoyar.

En todo caso, lo que está claro es que, en estos momentos, resulta fundamental tanto para España como para el conjunto de la UE mantener una actitud abierta de trabajo con EE. UU., que al fin y al cabo es la primera potencia occidental y un referente para las empresas y para Europa; seguir trabajando para reforzar vínculos comerciales con otros socios internacionales y para diversificar mercados; y garantizar que la UE hable con un solo mensaje en este asunto.

En este entorno global, la economía española ha demostrado su capacidad para sortear las dificultades provenientes del exterior y aprovechar su dinamismo interno, con sectores que han tenido un comportamiento excepcional, como el del turismo.

Una evolución que se ha traducido en una creación de empleo a un ritmo algo superior al 2 %, una inflación que se ha reconducido por debajo del 3 % y una previsible mejora del superávit exterior por el tirón de las exportaciones de servicios.

Un buen desempeño que, en cualquier caso, no ha sido homogéneo ni para todos los sectores ni para las empresas de todos los tamaños y que, además, tiene sombras: un desempleo que todavía se mueve en tasas muy elevadas en comparación con Europa (en especial, entre los más jóvenes), en un contexto de aumento de las vacantes; unos niveles de deuda y déficit públicos que hacen necesario intensificar el proceso de consolidación fiscal, con un gasto más eficiente y no con más presión fiscal; y una inversión empresarial todavía muy debilitada.

Este último es un asunto que, como ya comenté hace un año en estas páginas, nos sigue preocupando mucho. La inversión empresarial apenas crece y sigue por debajo de los niveles de 2019, pese al revulsivo que deberían suponer los fondos de recuperación europeos. Y nos preocupa porque la inversión es clave para poder seguir creciendo y para garantizar mejoras de nuestra competitividad.

Pero para que nuestras empresas inviertan es necesario un entorno que favorezca la confianza y la certidumbre, la seguridad jurídica y regulatoria y que no se caracterice por unas cargas fiscales elevadas y cambiantes y unos costes laborales crecientes.

Incremento de los costes laborales al que, en los últimos años, han contribuido de forma notable el aumento del salario mínimo interprofesional y de las cotizaciones sociales en los últimos ejercicios. Sólo en los tres primeros trimestres de 2024, los costes laborales unitarios son más de un 22 % superiores a los del periodo de 2019, antes de la pandemia.

Ante estos desafíos, resulta fundamental consolidar un marco que ofrezca certezas y garantías de estabilidad, con normas pactadas de la forma más amplia posible, con respeto a lo que se acuerde y sin la tentación de introducir cambios constantes por razones partidistas o de oportunidad.

Las empresas lo seguimos teniendo claro. Según la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (EBAE) del último trimestre de 2024, el principal factor que condiciona la actividad empresarial es la incertidumbre sobre la política económica. Un elemento que, precisamente, ha repuntado en los últimos meses.

La ausencia, un año más, de Presupuestos Generales del Estado, los vaivenes constantes en materia fiscal (caso impuestos a las energéticas o la banca) o las dificultades del Gobierno para aprobar en el Parlamento medidas económicas fundamentales son algunos ejemplos de la inseguridad en la que tiene que desarrollar su actividad el tejido empresarial.

Por eso, creo que también es necesario reivindicar, con más fuerza si cabe, el diálogo social. El espacio para que las organizaciones empresariales y los sindicatos (y, en ocasiones también, el Gobierno) podamos debatir, dialogar y llegar a acuerdos.

Desde CEOE no nos cansamos de decirlo: es esencial poner en valor el diálogo social como la mejor infraestructura de nuestro país y la herramienta más útil para lograr un ordenamiento jurídico estable y que garantice la paz social. Para poder diseñar las reformas que, en cada momento, necesita la sociedad son fundamentales el diálogo y el pacto. Y, también, que los pactos alcanzados se respeten. Algo que, lamentablemente, no siempre ocurre, como estamos viendo con los acuerdos de la última Reforma Laboral.

Esta es la situación en la que nos encontramos y los retos que tenemos por delante. Y el mejor activo con el que contamos para poder afrontarlos es el de nuestros empresarios: con su capacidad para adaptarse e innovar, con su visión a largo plazo, con su compromiso, sacrificio y dedicación, con su espíritu emprendedor.

Es hora de poner en valor a las empresas españolas, de reconocer la contribución de empresarios y emprendedores a la generación de oportunidades para nuestro país.

Por eso, en CEOE vamos a seguir defendiendo el papel clave de la empresa como motor del bienestar social, de la creación de empleo, del cambio y la modernización de nuestra economía.

Vamos a seguir trabajando en favor de todo aquello que suponga estabilidad, progreso y cohesión para España. Y lo vamos a hacer en positivo y con sentido de Estado.


Aterrizaje suave para la economía global, con inflación en declive y crecimiento resiliente

El IEB, centro de estudios de referencia en formación financiera y jurídica en Iberoamérica, presenta el informe ‘Perspectivas de la Economía Mundial 2025’, elaborado por Aurelio García del Barrio, doctor en CC. Económicas y director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB. El estudio destaca la visión global y de las principales economías del mundo además de hacer hincapié en los riesgos y desafíos de la economía española este año.

Cuatro años después del inicio de la pandemia, la economía mundial sigue ajustándose a los desequilibrios generados por el choque de oferta y demanda. Esto incluye un proceso inflacionario sorpresivo desde 2021, que obligó a los bancos centrales a aplicar medidas estrictas para controlar los precios. Sin embargo, las acciones tomadas han mostrado resultados positivos: la inflación global está disminuyendo y se prevé que los tipos de interés se reduzcan gradualmente hacia niveles neutrales (2 % en la Eurozona y 3 % en EE. UU.).

Desafíos y oportunidades por región

  1. Estados Unidos y China:
    • EE. UU. mantiene su posición como la mayor economía global, con un PIB de 27.9 billones de USD. La inflación en este país se ha moderado, acercándose al objetivo del 2 %.
    • En China, la recuperación es desigual; aunque su PIB de 18.5 billones de USD refleja su poderío económico, enfrenta problemas de baja inflación y débil demanda interna.

  2. Europa:
    • Alemania destaca como el motor económico de la Eurozona, pero enfrenta retos significativos en su sector industrial.
    • Francia y el Reino Unido muestran resiliencia, pero el alto endeudamiento y la moderada recuperación del crecimiento preocupan.

  3. Mercados Emergentes:
    • Países como India y Brasil han demostrado una notable resiliencia económica. Sin embargo, las elevadas tasas de interés y el endeudamiento limitan el margen de maniobra para sostener el crecimiento.

Inflación y políticas monetarias

La inflación global, uno de los mayores desafíos económicos de los últimos años, ha mostrado un claro descenso desde los picos alcanzados en 2021 y 2022. Este retroceso se debe a una combinación de factores, como la moderación de los precios energéticos, la recuperación de las cadenas de suministro y las medidas de política monetaria restrictiva implementadas por los bancos centrales de todo el mundo.

Sin embargo, el proceso de desinflación no ha sido homogéneo y persisten riesgos importantes.

Los precios de la energía, especialmente los del petróleo y el gas, han caído significativamente tras el auge provocado por la guerra en Ucrania y la crisis energética global. Este alivio ha sido clave para moderar la inflación general.

Las cadenas de suministro globales, que enfrentaron interrupciones graves durante la pandemia, han vuelto a niveles de funcionalidad cercanos a la normalidad, lo que ha reducido la presión inflacionaria en bienes manufacturados.

Las expectativas a largo plazo sobre la inflación han permanecido relativamente estables, lo que ha evitado una espiral de precios y salarios. Esto refleja la efectividad de las estrategias de comunicación y credibilidad de los bancos centrales.

Retos persistentes en la desinflación

  1. Inflación subyacente: Aunque la inflación general ha disminuido, la inflación subyacente (que excluye elementos volátiles como alimentos y energía) sigue siendo elevada en muchas economías. Esto se debe, en gran parte, al crecimiento sostenido de los precios de los servicios y los salarios, especialmente en mercados laborales resilientes como los de Estados Unidos y Europa.

  2. Desigualdad regional: La desinflación no ha sido uniforme. Mientras que las economías avanzadas han visto caídas más pronunciadas, los mercados emergentes aún enfrentan tasas de inflación relativamente altas debido a sus vulnerabilidades estructurales y la dependencia de importaciones energéticas.

  3. Riesgos geopolíticos y climáticos: La persistente incertidumbre en torno a conflictos como la guerra en Ucrania y la escalada en Oriente Medio podría provocar nuevos shocks de oferta, especialmente en los mercados de energía y alimentos. Los fenómenos meteorológicos extremos, como los huracanes o sequías, también amenazan con interrumpir las cadenas de suministro y aumentar los costos de materias primas.

Perspectivas de política monetaria

Respecto al endurecimiento monetario global, el informe recoge que la mayoría de los bancos centrales adoptaron políticas de restricción monetaria agresiva a partir de 2022, con incrementos rápidos y pronunciados de las tasas de interés. Esto enfrió la demanda interna y, en consecuencia, redujo las presiones sobre los precios.

Por ejemplo, la Reserva Federal de Estados Unidos elevó sus tasas de interés a niveles máximos de décadas antes de iniciar un proceso de flexibilización esperado para 2024-2025. En la Eurozona, el Banco Central Europeo siguió una estrategia similar, manteniendo tasas restrictivas mientras la inflación se aproximaba al objetivo del 2 %.

Flexibilización gradual: La disminución de las presiones inflacionarias ha abierto la puerta a una flexibilización de las políticas monetarias en muchos países. Para 2024, se espera que la Reserva Federal reduzca su tasa de interés a 4.25 %, con un descenso adicional a 3.25 % en 2025. De manera similar, el Banco Central Europeo planea una reducción desde el 3.0 % en 2024 a 2.25 % en 2025.

En mercados emergentes como Brasil y Chile, donde los bancos centrales endurecieron sus políticas antes que en las economías avanzadas, ya se han registrado reducciones de tasas de interés desde finales de 2023.

Precaución en el ajuste: A pesar de las señales de desinflación, los bancos centrales mantienen cautela para evitar una relajación prematura que pueda desestabilizar las expectativas inflacionarias y provocar un rebrote de los precios. Las decisiones de política monetaria serán cada vez más divergentes, dependiendo de las dinámicas específicas de inflación y empleo en cada región.

Reconfiguración de la política monetaria: La reestructuración de las cadenas globales de valor y el nearshoring están incrementando la intensidad de capital en sectores estratégicos, lo que podría aumentar la sensibilidad de la economía a las tasas de interés. Este cambio podría fortalecer la transmisión de la política monetaria, permitiendo un mayor control por parte de los bancos centrales.

El descenso de la inflación marca un alivio significativo para la economía global, pero los bancos centrales enfrentan un delicado equilibrio entre sostener la desinflación y evitar un impacto negativo en el crecimiento.

Las decisiones monetarias seguirán siendo claves para garantizar una transición estable hacia un entorno económico más predecible y sostenible. La flexibilidad y la capacidad de adaptación serán esenciales para manejar los riesgos persistentes y aprovechar las oportunidades de una economía global más equilibrada.

Impactos geopolíticos

• La guerra en Ucrania sigue afectando los mercados energéticos y financieros. Rusia y Ucrania permanecen en una prolongada guerra de desgaste sin resolución a corto plazo.
• En Oriente Medio, la intensificación del conflicto Israel-Gaza añade volatilidad geopolítica.
• En Asia, las tensiones entre China y Taiwán mantienen latente el riesgo de un conflicto mayor, que afectaría significativamente la estabilidad económica global.

Tendencias de largo plazo

• La fragmentación de las cadenas de valor globales está redefiniendo el comercio internacional. Mientras Estados Unidos apuesta por el “nearshoring” en América del Norte, Europa prioriza el fortalecimiento de la producción regional.
• Los retos fiscales, especialmente en países con altos niveles de deuda como Francia, Italia y Brasil, requieren ajustes significativos para evitar crisis futuras.

En conclusión, la economía global está en camino hacia un aterrizaje suave, caracterizado por una inflación bajo control y un crecimiento sostenido, aunque moderado.

La estabilidad económica dependerá de la capacidad de los gobiernos y bancos centrales para equilibrar políticas fiscales y monetarias, así como de la gestión de riesgos geopolíticos y comerciales. Las reformas estructurales serán esenciales para fortalecer la productividad y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.


El 2025, año clave para el sector infraestructuras

Julián Núñez, Presidente de SEOPAN (Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras)

El estado actual de las infraestructuras en España refleja una serie de desafíos, con retos significativos en planificación, financiación, modernización y adaptación a los nuevos requisitos de sostenibilidad y nuevas tecnologías.

La inversión en infraestructuras es crucial para el desarrollo socioeconómico del país, pero los niveles actuales son considerablemente bajos en comparación con otros países europeos, como Francia e Italia y, a pesar de algunos avances desde 2016, se estima que España tardará una década en recuperar los niveles de inversión previos a la crisis de 2008.

Las últimas proyecciones publicadas por la Comunidad Europea sitúan nuevamente a nuestro país, con 2.487 €/km² por millón de habitantes, en la última posición del ranking inversor de la UE en 2025-2026.

En 2009-2023, el gasto público total de las Administraciones Públicas ha crecido un 14 % en términos reales (protección social un 32 %; salud un 11 % y educación un 5 %), mientras que la inversión en formación bruta de capital fijo se ha visto reducida en un 30 %, evidenciando así que cada vez hay menos fondos públicos disponibles para infraestructuras y la necesidad de recurrir a fórmulas de financiación alternativas.

Una de las áreas más afectadas por esta falta de inversión es el agua. La planificación hidrológica 2022-2027, de obligada presentación y cumplimiento por sexenios desde 2009, proyecta una inversión de 38.000 millones de euros (M€), distribuidos en saneamiento y depuración, y otras prioritarias como regadío, gestión, restauración y conservación del dominio público hidráulico, abastecimiento, riesgo de inundaciones, desalinización y recuperación de acuíferos y regulación y reutilización de aguas residuales.

Tal desafío compete a todas las AAPP y la ejecución de estos planes requiere triplicar la licitación pública en los próximos años.

La taxonomía, por su parte, constituye, igualmente, un factor determinante en los Planes Hidrológicos, como, por ejemplo, los objetivos de neutralidad energética de la nueva Directiva. Las depuradoras y desalinizadoras actuales consumen un 2 % de la energía nacional y, lograr un autoconsumo 100 % renovable, implicaría instalar 3.478 MW de energía solar, lo que equivale al 47 % de la capacidad nuclear del país.

Igualmente, las redes de suministro y alcantarillado en muchas ciudades superan los 40 años de antigüedad, lo que subraya la urgencia de modernizar estas infraestructuras.

Por otro lado, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030 incluye inversiones significativas en energías renovables, movilidad eléctrica y tecnologías como la cobertura 5G.

Si el parque vehicular de 30 millones de coches fuese 100 % eléctrico, el consumo energético anual ascendería al 80 % de la demanda actual, lo que implicaría 47.000 M€ en infraestructura fotovoltaica.

Las infraestructuras de transporte planificadas y pendientes de ejecutar representan más de 85.000 M€, destacando el ferrocarril con más de 51.000 M€ en alta velocidad, cercanías, metro y tranvías, y las carreteras con 27.000 M€ en autovías y circunvalaciones urbanas, todo ello inversiones clave para favorecer la cohesión social, resiliencia, seguridad y reducir la contaminación en zonas urbanas.

Puertos y aeropuertos, cuyas inversiones son autofinanciadas por las tasas portuarias y aeroportuarias que pagan sus usuarios, presentan un menor desafío inversor, con 7.000 M€ de inversiones planificados en la presente década.

El transporte ferroviario de mercancías es otro ámbito estratégico y prioritario, al representar actualmente el 4 % de la cuota modal del transporte de mercancías en España, uno de los niveles más bajos de Europa.

Por su parte, las carreteras españolas, aunque extensas y bien valoradas, requieren más de 20.000 M€ en inversiones enfocadas en ampliaciones de capacidad en tramos congestionados de la red de autovías, finalización y cierre de varios corredores interurbanos y circunvalaciones urbanas, anticipación de la movilidad eléctrica interurbana, digitalización e inversiones para reducir la accidentabilidad en la red viaria convencional y en usuarios vulnerables.

La financiación constituye otro gran desafío para el desarrollo de infraestructuras de transporte en nuestro país. Puertos y aeropuertos autofinancian sus inversiones mediante tasas, el ferrocarril lo hace parcialmente a través de los cánones ferroviarios, pero las carreteras carecen de un modelo de autofinanciación para cubrir tanto las inversiones en creación de nueva infraestructura como las de conservación y reposición de la red actual.

En España, el modelo concesional sólo se utiliza en el 1,8 % de la contratación, mientras que en la UE alcanza el 12 %.

Estos mecanismos permitirían una colaboración público-privada que aliviaría los presupuestos públicos y garantizaría la ejecución de los proyectos y el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad y agenda europea.

La conocida Ley de Desindexación de 2015 ha limitado significativamente la participación privada en concesiones de infraestructuras, con lo que es vital reformarla y establecer un consenso técnico y político sobre modelos de financiación.

No abordar y resolver el debate de la financiación seguirá abocando a adoptar a destiempo medidas urgentes ante situaciones críticas en lugar de anticiparnos mediante la planificación de infraestructuras, además de renunciar a impulsar nuestra competitividad y mejorar la calidad y seguridad de nuestra movilidad, suministro de bienes básicos y prestación de servicios públicos.

Igualmente, los fondos europeos Next Generation han sido un gran impulso y una fuente de financiación clave, siendo esencial en la UE la discusión y en su caso aprobación de un nuevo Plan de estímulo que impulse el crecimiento económico.

Disponer de dicho Plan europeo que nos haga más competitivos frente a EE. UU., China y otras grandes economías, en línea a las recomendaciones de los informes de Letta y Draghi, constituye una cuestión fundamental.

Porque invertir en infraestructuras tiene un efecto multiplicador significativo en nuestra economía: según un informe de la consultora internacional PwC, cada euro invertido genera 3 euros en PIB, 2,8 empleos totales y 2,3 euros en recaudación fiscal.

Esto subraya la importancia de una inversión planificada y sostenida para mejorar nuestra competitividad y el bienestar social.

En resumen, España enfrenta el desafío de actualizar y mejorar sus infraestructuras críticas, con una necesidad urgente de inversión en agua, transporte y medioambiente.

La situación actual exige, asimismo, una combinación de modernización de nuestra regulación pública, incremento de la financiación pública y colaboración con el sector privado, disponiendo para ello de una oferta empresarial en infraestructuras que son un referente global en construcción y concesión de proyectos de infraestructuras.


Diez tendencias en los pagos que marcarán el 2025

Con la llegada de un nuevo año, Mastercard enumera las que serán las principales tendencias en el ámbito de los pagos en 2025.

En los últimos años, los pagos se han transformado por completo: el «tap to pay», o acercar la tarjeta o un dispositivo móvil al terminal de pago, se ha vuelto aún más frecuente, las instituciones financieras tradicionales están explorando el blockchain, y la inteligencia artificial generativa será fundamental para aumentar las tasas de protección contra el fraude hasta en un 300 %.

Las fronteras ya no son barreras para el comercio global, el acceso instantáneo del usuario a sus ingresos es la expectativa, no una ventaja, y los cheques de papel y las carteras físicas se están convirtiendo rápidamente en piezas de museo, al menos entre los más jóvenes.

Los continuos avances tecnológicos introducen cada día a más personas y empresas en la economía digital, lo que impulsa la demanda de interacciones fiables, pero también sencillas y fluidas.

Por ejemplo, en un esfuerzo por hacer que el pago online sea tan eficiente y seguro como el físico, Mastercard anunció recientemente que para 2030 los compradores ni siquiera necesitarán un número de tarjeta físico ni tendrán que introducir una contraseña o un código de un solo uso para realizar una transacción online, gracias a la combinación de la “tokenización”, la autenticación biométrica y el monedero digital Click to Pay.

En este contexto, Mastercard enumera 10 tendencias que podrían influir en la forma de pagar en 2025:

  1. Combatir a los defraudadores que utilizan IA… con IA

Los ciberdelincuentes ya utilizan IA generativa para crear vídeos falsos y mensajes de phishing personalizados.

Pese a que se espere que la ciberdelincuencia crezca 10.000 millones de euros anuales en 2025, esta tecnología también se emplea para combatir amenazas: Decision Intelligence Pro de Mastercard analiza 1 billón de datos en menos de 50 milisegundos para identificar transacciones fraudulentas, aumentando la protección contra el fraude hasta un 300 %.

En el Reino Unido, la solución Mastercard Consumer Fraud Risk combina IA y banca abierta para detectar y prevenir estafas antes de que se realicen los pagos.

  1. Pequeñas empresas, grandes innovaciones para simplificar su trabajo

Las pequeñas empresas que prosperaron durante la pandemia adoptaron pagos electrónicos y el comercio electrónico, pero su transformación va más allá de la presencia online.

Ahora cuentan con plataformas centralizadas que les permiten automatizar tareas administrativas, diseñar campañas personalizadas y tomar decisiones basadas en datos, simplificando el acceso a herramientas antes dispersas o inaccesibles.

  1. Identidad a la carta

Una identidad fiable es esencial para la economía digital, facilitando interacciones seguras mediante biometría y aprendizaje automático.

La adopción de passkeys, la autenticación sin contraseña basada en biometría, crecerá en 2025, transformando sectores como salud, educación y servicios públicos, con la privacidad del usuario como una prioridad.

En Europa, Mastercard ha lanzado un servicio para verificar criterios de compra con tarjetas de pago sin requerir documentos.

  1. Una nueva era de inclusión digital

En mercados emergentes, los monederos digitales funcionan como cuentas bancarias, atrayendo a consumidores no bancarizados con experiencias simples y asequibles.

Sin embargo, conectar pagos tradicionales con tarjeta ha sido un desafío.

Mastercard Pay Local aborda esto permitiendo vincular tarjetas a monederos digitales locales para compras sin necesidad de recargar cuentas.

Estos monederos evolucionarán hacia plataformas integrales que combinen pagos, identidad y servicios, siendo clave en la vida diaria de los consumidores, creando así ecosistemas intuitivos e interoperables.

  1. El checkout o proceso de pago online brillará

Los pagos contactless, que ya representan más de dos tercios de las compras físicas en la red de Mastercard, son rápidos y seguros.

Más allá de acercar las tarjetas o los teléfonos a los terminales de pago, la tecnología Tap on Phone puede convertir cualquier dispositivo en un terminal de pago, facilitando la aceptación a los comercios y simplificando el proceso de compra.

Con la convergencia de experiencias físicas y digitales, el uso del tap o simple toque para pagar se expandirá a transacciones, integración de tarjetas en carteras móviles y envíos de dinero entre personas.

  1. Hacer el B2B tan fácil como el ABC

Los pagos corporativos han tardado más en evolucionar al mundo digital, pero eso está cambiando a medida que las empresas se dan cuenta de los beneficios de las tarjetas virtuales: números de tarjeta temporales generados aleatoriamente y vinculados a una cuenta de fondos que tiene una línea de crédito establecida.

Crea una conciliación automatizada que reduce los errores humanos y ofrece a las empresas información de datos en tiempo real y más control sobre el gasto.

Al incorporar los pagos en el software de planificación de recursos empresariales, las empresas pueden realizar pagos en tiempo real, prevenir el fraude y gestionar los costes de forma más eficiente.

Para las pequeñas empresas, el mercado total de finanzas integradas podría tener un valor de hasta 120.000 millones de euros en 2025.

Para estas empresas, las posibilidades son infinitas, desde aplicaciones de fidelización de clientes y billeteras digitales, hasta software de contabilidad y plataformas de carrito de compras.

  1. Los pagos en tiempo real alcanzan la mayoría de edad

Los sistemas de pago en tiempo real operan en más de 100 países, con 575.000 millones de transacciones proyectadas para 2028, lo que supone el 27 % de los pagos electrónicos globales, según un informe de ACI Worldwide.

Más allá de la velocidad, ofrecen interoperabilidad y un intercambio de datos que simplifica los pagos comerciales.

La interconexión de sistemas nacionales hará más fluidos los pagos transfronterizos, y la interoperabilidad con monedas digitales y activos digitales facilitará transacciones entre cuentas bancarias tradicionales y digitales.

  1. El auge de los ecosistemas colaborativos

En un mundo interconectado y de rápida evolución tecnológica, el éxito requiere auténticas colaboraciones que cocreen soluciones e impulsen la innovación.

Instituciones financieras, empresas, gobiernos y fintechs integran tecnologías para mejorar eficiencia, generar valor y enriquecer experiencias.

Las fintech serán clave para simplificar servicios financieros y ofrecer herramientas accesibles que amplíen los beneficios de la economía digital con confianza.

  1. La banca en blockchain

La evolución del blockchain y los activos digitales ha mostrado su capacidad para transformar sistemas financieros y comerciales.

Criptomonedas, monedas estables y activos “tokenizados” han avanzado hacia aplicaciones prácticas, especialmente para activos del mundo real.

Para 2025, se espera que el blockchain mejore la velocidad, seguridad y eficiencia en pagos B2B y comerciales, requiriendo colaboración estratégica entre criptonativos e instituciones financieras para desarrollar soluciones más efectivas y seguras.

  1. La economía “tokenizada”

La “tokenización” convierte los datos personales y de pago en “tokens”, garantizando la seguridad de los pagos al hacer que los datos cifrados sean inútiles para los delincuentes si son interceptados.

Es clave para la visión de Mastercard de eliminar la introducción manual del número de la tarjeta en 2030, y está impulsando los pagos desde el automóvil.

Su potencial va más allá de los pagos, permitiendo a los consumidores compartir hábitos de compra sin revelar datos personales y digitalizando activos mediante blockchain, optimizando actividades económicas como mercados de capitales, financiación del comercio y créditos de carbono.


Inestabilidad internacional y desafíos regulatorios, retos para la industria alimentaria

Mauricio García de Quevedo, Director General de FIAB

El año 2024 fue un año complejo para la industria de alimentación y bebidas, marcado por la presión de los costes, un escenario internacional inestable, fenómenos climáticos extremos y la presión regulatoria y fiscal.

Desde la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas podemos destacar cinco grandes retos a los que la industria de alimentación y bebidas debe hacer frente este nuevo ejercicio.

El primer gran desafío deriva de la incertidumbre provocada por el contexto geopolítico. Las amenazas de aranceles de la nueva administración estadounidense o el interminable conflicto de Ucrania y Rusia son solo un ejemplo de lo complejo del escenario internacional.

El segundo reto al que nos enfrentamos son los desafíos regulatorios. Tras la reciente aprobación de la nueva Comisión Europea por el Parlamento Europeo el pasado noviembre, desde nuestra industria estaremos pendientes de lo que pueda pasar en esta nueva legislatura, prestando especial atención a toda aquella legislación que pueda repercutir en nuestro sector.

En cuanto al contexto nacional, también seguiremos de cerca todas las nuevas normativas que puedan salir adelante este año, como los reglamentos de deforestación, envases y de prácticas desleales, la Ley de la Cadena Alimentaria y la regulación que puede venir en materia de etiquetado y de seguridad alimentaria.

En este sentido, consideramos crítico que se ajuste y se acompase la regulación nacional a la europea, para que nuestras empresas no se sitúen en posición de desventaja frente a los competidores europeos.

Esto es esencial para nosotros, teniendo en cuenta que este sector está compuesto por un 95 % de pymes y todas las empresas necesitan un tiempo para adaptarse a la nueva regulación que surge, sobre todo en materia de sostenibilidad y medio ambiente, seguridad alimentaria y procesos administrativos, para así no limitar nuestra capacidad de crecimiento y creación de empleo.

En tercer lugar, debemos seguir apostando, tal y como hemos hecho en el pasado, por los tres ejes de crecimiento fundamentales del sector: internacionalización, innovación y el eje alimentación-gastronomía-turismo, único en nuestro país.

En relación con la internacionalización, en los últimos años, el sector alimentario se ha enfrentado a una creciente incertidumbre dada la volatilidad de los costes y las tensiones comerciales, derivadas de una coyuntura global inestable, impactando directamente en el comercio.

Así mismo, cabe destacar que España sigue manteniéndose como uno de los principales exportadores de la industria de alimentación y bebidas a nivel mundial y en quinta posición entre los principales exportadores de la Unión Europea, solo por detrás de Países Bajos, Alemania, Francia e Italia.

Por ello, dado nuestro carácter exportador, debemos seguir consolidando nuestros productos en el mundo y expandiéndonos a nuevos mercados.

El segundo eje es la innovación. Desde FIAB, entendemos que la innovación es la palanca que impulsa la transformación, el liderazgo y la competitividad de nuestra industria y, por ello, trabajamos para que ninguna de nuestras empresas se quede atrás en este terreno y que se integren en esta apuesta estratégica para su futuro.

En este sentido, podemos presumir de presidir la Plataforma Tecnológica “Food for Life”-Spain (PTF4LS), conformada por más de 170 socios y a través de la cual realizamos una importante labor en la creación de ecosistemas innovadores.

A través de esta plataforma, las empresas pueden encontrar a todos los agentes implicados en la innovación (universidades, centros tecnológicos, startups, instituciones, etc.) y disponer así de todo el conocimiento y las colaboraciones con otras entidades y de nuevas fuentes de financiación, puesto que, sin destinar recursos, la tarea se hace muy difícil.

Como tercer eje, quiero destacar uno que nos hace únicos y extraordinarios: el eje alimentación-gastronomía-turismo.

En un país como España, donde la gastronomía está profundamente arraigada en nuestra identidad social y cultural, esta conexión representa una ventaja estratégica inigualable.

Nuestra gastronomía y la calidad de nuestros productos nos brindan una proyección internacional excepcional.

Somos conscientes del enorme potencial que tenemos para fortalecer la imagen de España en el mundo y, por ello, necesitamos trabajar de la mano de administraciones públicas y sector privado, hacia el lugar destacado que merecemos a nivel global.

Los resultados hablan por sí solos.

En 2024, España ha vuelto a superar todas las expectativas, alcanzando un récord histórico de 94 millones de turistas internacionales, nueve millones más que el año anterior, según datos del Ministerio de Industria y Turismo.

Este éxito no solo refleja nuestra capacidad para atraer visitantes, sino también nuestra relevancia como destino gastronómico de referencia mundial, puesto que los turistas internacionales se gastaron alrededor de 126.000 millones de euros, un 16 % más que en 2023.

Todo esto no solo demuestra la fortaleza de nuestra oferta, sino también el enorme valor que tiene la colaboración para seguir construyendo un futuro lleno de oportunidades para España.

Otro punto fundamental es relativo a la sostenibilidad.

La volatilidad de los costes y las tensiones comerciales de los últimos años, como he mencionado anteriormente, también ha impactado en los costes de las materias primas y energía, problemas que se han agravado aún más por los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos.

Además, a esto se le suma la presión sobre la cadena de suministro, que se ve intensificada por la incorporación de nuevos costes medioambientales, como el impuesto a los envases de plástico, lo que añade complejidad y mayores desafíos al sector.

Desde la industria estamos trabajando hace tiempo por el impulso y la adaptación a modelos de producción más sostenibles, asegurando el equilibrio ambiental, incrementando la biodiversidad y la continuidad de los recursos para generaciones futuras.

Aspectos claves como la gestión del agua, el manejo de recursos naturales, la mitigación de emisiones o la transición hacia una economía circular resultan hoy inherentes a la industria.

Además, dada su transversalidad, nuestro sector es uno de los pocos que puede impactar positivamente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su aportación a la biodiversidad hace de la cadena agroalimentaria un sector básico para la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad del territorio a medio y largo plazo.

Por último, cabe destacar que nos enfrentamos a un desafío reputacional significativo debido a la proliferación de desinformación, bulos y fake news, que además generan confusión y alarma social entre los ciudadanos.

Este fenómeno, impulsado por intereses económicos e ideológicos, ha llevado a la demonización injustificada de ingredientes y productos, afectando la imagen del sector, sus empresas y trabajadores.

Estudios recientes como el de Gartner Consultores para CECU han revelado que el 30 % de las noticias falsas que circulan en internet están relacionadas con este ámbito.

Además, la Universidad de Dublín, en otro estudio, destacó que muchos contenidos de plataformas como TikTok agravan este problema.

Tras analizar más de 67.000 vídeos sobre nutrición, los investigadores concluyeron que solo el 2,1 % de sus contenidos eran verídicos y alineados con las directrices generales de salud pública y nutrición.

El resto del material se clasificó como inexacto, ambiguo o carente de respaldo científico.

Ante esta situación, desde FIAB hemos planteado lanzar este año una campaña para combatir la desinformación mediante la promoción de información científica, veraz y contrastada sobre alimentación, nutrición y salud.

Nuestro principal objetivo es recuperar la confianza de los consumidores, mejorar su conocimiento sobre la industria y aportar sentido común al debate sobre la alimentación y las bebidas, contribuyendo a una discusión pública más constructiva y fundamentada.


Cinco tendencias que marcarán la formación y el desarrollo del talento profesional este 2025

La capacidad de las empresas para ofrecer a sus equipos herramientas y servicios formativos que impulsen al máximo su talento y les permitan obtener los mejores resultados es una de las claves que marcarán el éxito empresarial en 2025.

Por eso, la consultora BTS, especializada, precisamente, en el desarrollo e impulso de las organizaciones a través de las personas, ha seleccionado cinco tendencias que serán clave el próximo año para lograr una ventaja competitiva a través de todas estas acciones.

En este sentido, Ignacio Mazo, Vicepresidente, Responsable del Centro de Excelencia de Liderazgo y Coaching para Sur de Europa y Latinoamérica en BTS, ha comentado que “conseguir involucrar a los equipos en los proyectos de formación y desarrollo de capacidades puede resultar complicado en ocasiones, pero cuando se logra, se convierte en una herramienta diferenciadora para lograr el éxito de la organización en el corto y medio plazo. En BTS somos muy conscientes de esto, por eso, ofrecemos servicios únicos en este sentido, basados en herramientas como la Inteligencia Artificial (IA) o las simulaciones de negocio con metodología ad hoc, que permiten practicar decisiones en entornos seguros y sin riesgo”.

Teniendo todo esto en cuenta, y en base a su experiencia con clientes y su afán innovador, la consultora sueca identifica cinco tendencias claras en cuestión de formación y desarrollo de talento para 2025:

  1. Formación personalizada a través de IA

Las posibilidades que ofrece la IA en múltiples campos han irrumpido de forma disruptiva en muchos sectores, y la formación de profesionales no es ajena a ella.

El próximo año, las compañías que quieran mantenerse a la vanguardia en estas cuestiones y no perder comba con sus competidores deberán implantar herramientas basadas en IA, que cuentan con la ventaja de ser profundamente personalizables y accesibles en cualquier momento.

  1. El poder de las simulaciones de negocio

En muchas ocasiones, uno de los problemas que padecen los programas formativos es la falta de engagement.

Esto sucede, por ejemplo, con las herramientas simples de formación online.

Por este motivo, una herramienta que surge también como muy relevante para luchar contra esto y para facilitar a los equipos su actuación en entornos complejos y de alto riesgo son las simulaciones de negocio.

A través de estas herramientas, las empresas pueden crear entornos seguros donde sus profesionales pueden practicar de forma amena aquellas decisiones que habrán de tomar en su trabajo diario y valorar sus consecuencias.

Esto permite ampliar el conocimiento general del negocio y entender qué tipo de actuaciones son deseables para obtener los objetivos buscados en base a la estrategia de la compañía.

Asimismo, también resultan muy útiles para formar a profesionales o managers con nuevas responsabilidades o para implantar cambios culturales profundos.

  1. Desarrollar una cultura de aprendizaje continuo como impulsor de éxito

Las compañías están comprendiendo que una cultura organizacional sólida no es solo un complemento, sino un motor estratégico que puede marcar la diferencia.

Más allá de los procesos críticos y la ejecución de la estrategia, el verdadero éxito surge cuando estos aspectos se alinean con los valores, comportamientos y objetivos culturales de la organización.

Desarrollar una cultura de aprendizaje continuo va a facilitar la capacidad de adaptación frente a desafíos externos.

Pero, además, genera cohesión interna y puede actuar como un imán para atraer talento.

El entorno social y tanto los nuevos profesionales como los ya asentados son conscientes de la necesidad de mantenerse actualizados de forma constante y una empresa que favorezca el aprendizaje continuo se convierte en una empresa atractiva.

  1. El desarrollo de los líderes, presentes y futuros, seguirá siendo clave

En un entorno empresarial y económico de grandes y rápidos cambios, contar con líderes preparados para afrontarlos y dar respuesta es una capacidad imprescindible para las empresas.

Por este motivo, la formación de todos aquellos que son responsables de equipo, desde la alta dirección hasta los jefes de equipo y/o supervisores, será otro punto palanca para obtener y/o mantener la ventaja competitiva frente a los competidores.

Las empresas deberán instaurar programas y ofrecer herramientas que permitan a los líderes aceptar los cambios como parte de su rutina diaria y verlos como una nueva fuente de oportunidades.

Y, sobre todo, deberán ser capaces de trasladar esto a sus equipos.

  1. Aprendizaje y reskilling continuo, basado en tecnología

La evolución de la economía y la sociedad requieren una capacidad de reacción y adaptación muy rápida.

Para ello, el buen uso de la tecnología se convierte en una variable clave para individualizar en lo posible y propiciar la práctica en entornos seguros, antes de afrontar la realidad tan cambiante.

La cultura de aprendizaje continuo ya mencionada, el equilibrio en el uso de soluciones tecnológicas y las actividades de desarrollo presenciales, el foco en iniciativas específicas y un cambio de mentalidad respecto al aprendizaje para que sea considerado como una herramienta estratégica serán aspectos críticos para mantenerse a la vanguardia en 2025 y en los años venideros.


La automoción española se la juega en 2025

José López-Tafall, Director General de ANFAC

El sector de la automoción afronta un año crucial en 2025, marcado por profundas transformaciones tecnológicas, exigentes retos normativos y una competencia internacional cada vez mayor.

Sin embargo, este contexto también ofrece un abanico de oportunidades para consolidar su papel como motor económico de España y Europa.

El éxito en aprovechar esas oportunidades dependerá, y mucho, de lo que suceda este año; por ello, la industria y las instituciones debemos trabajar de forma conjunta para fijar y aplicar un plan de choque urgente decidido, junto a otro a medio plazo que garantice aprovechar esas oportunidades y que refuerce nuestra posición en Europa y el mundo como motor económico.

La industria de la automoción genera más de dos millones de empleos directos e indirectos en España, representa el 12 % de las exportaciones nacionales y aporta más de 18.000 millones de euros de saldo positivo a la balanza comercial y 39.500 millones vía impuestos a las arcas públicas estatales, autonómicas y locales.

Cifras que muestran que somos un motor al que indispensablemente debemos seguir inyectando energía.

Para lograrlo, es necesario que todos hagamos un ejercicio de responsabilidad.

Y ese ejercicio se llama acciones, y las acciones se plasman en un plan de acción conjunto con medidas concretas a corto y largo plazo, fijando objetivos ambiciosos, recursos y un sistema de seguimiento.

El panorama actual es complejo.

Mientras que desde la Unión Europea se han focalizado en crear un marco legislativo ambicioso para avanzar en dirección ecológica, con normativas como la CAFE (Corporate Average Fuel Economy), cada vez queda más claro que esa política no ha dado la suficiente atención a la política industrial ni a la competitividad europea.

En paralelo, otras regiones que sí han apostado por aplicar una política medioambiental combinada con el desarrollo industrial están obteniendo excelentes resultados.

China y EE. UU. llevan años demostrando un compromiso decidido con sus industrias locales, invirtiendo en tecnología, infraestructura y fomento de la demanda.

Europa, en cambio, afronta un desequilibrio entre sus objetivos medioambientales y la excesiva regulación, por un lado, y la falta de medidas concretas y política industrial, por otro.

En la UE se ha hecho evidente que las ambiciones sin medidas concretas se convierten en ensoñaciones, y que en un mundo global y competitivo no basta con la buena voluntad.

En 2025, la normativa europea CAFE impondrá límites de emisiones aún más estrictos, lo que supone un desafío significativo para una industria europea que ha realizado grandes inversiones en tecnologías de electrificación, híbridos y combustibles alternativos… que no se han visto acompañadas por la demanda, entre otras cosas por la falta de apoyo decidido de las políticas europeas.

Este nuevo esfuerzo es fundamental que se refuerce y potencie con un esfuerzo institucional, en la misma medida, que impulse estas inversiones y fomente la demanda.

Este aspecto es esencial para cualquier plan de actuación que se adopte desde la situación actual, tanto en España como en la UE.

Si bien es cierto que en 2024 hemos vuelto a superar la barrera del millón de turismos matriculados, España ha de aspirar, como cuarta economía europea, a los 1,2 millones que marcábamos antes de la pandemia.

Porque si el mercado general aumenta, el mercado electrificado también crecerá.

Cierto es que la demanda de vehículos electrificados en España se ha incrementado de forma significativa en los últimos años, alcanzando una cuota de mercado del 11 %, pero esta cifra todavía se encuentra por debajo de las previsiones iniciales y del 20 % que marca la media europea.

Todo ello, además, pese a contar con una infraestructura de recarga que se ha incrementado de forma considerable, alcanzando un nivel suficiente para el parque de vehículos eléctricos actual… pero que no se ve porque ni siquiera se señaliza en las carreteras.

¿Dónde debemos poner el foco entonces?

Debemos actuar en dos direcciones: apoyo y divulgación.

Es fundamental crear un marco de apoyo económico a la demanda del vehículo eléctrico, como han sido los sucesivos Planes MOVES, pero en el que se eliminen ineficiencias burocráticas y en el que se garanticen unas ayudas más directas y ágiles al momento de la compra.

Un posible ejemplo es el programa REINICIA AUTO +, aplicado para los afectados por la DANA en Valencia.

Por otro lado, es esencial informar a los consumidores sobre las ventajas de los vehículos electrificados y reducir las barreras percibidas, aplicando campañas de concienciación que acerquen la electromovilidad al público general.

El ejemplo más claro de esta necesidad es, precisamente, la existencia de una red de puntos de recarga de acceso público extensa y ya implementada, pero desconocida para muchos conductores.

La señalización urgente, por parte de la administración, en concreto por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible de estos puntos que ya existen permitiría a los usuarios tomar conciencia de la facilidad para desplazarse en un vehículo electrificado por nuestro país.

Todo ello, por supuesto, acompañado de una política industrial a largo plazo que apoye a los fabricantes, al estilo de lo realizado por otros países reconocidos por su industria automovilística.

China, por ejemplo, está liderando el mercado de las tecnologías de baterías y electrificación respaldada por importantes programas públicos, mientras que EE. UU. ha implementado medidas como el Inflation Reduction Act (IRA), que ofrece incentivos fiscales masivos para la fabricación y adquisición de vehículos eléctricos.

España, y toda la Unión Europea, deben responder con estrategias que fortalezcan su competitividad.

Esto incluye el desarrollo de cadenas de suministro locales para baterías y componentes clave, el apoyo a la investigación y el desarrollo de tecnologías limpias y una política comercial que garantice un terreno de juego equitativo.

No cabe duda de que el contexto es desafiante, pero no debemos temer a la competencia o buscar otras alternativas.

El camino a la electrificación es irreversible.

Más de 250.000 millones de euros invertidos por los fabricantes en Europa son la prueba de ello.

Sabemos cuál es el camino a seguir, nuestras prioridades actuales y la forma de aprovechar las oportunidades que tenemos por delante.

La industria ha reafirmado su compromiso con la sostenibilidad a través de inversiones significativas en la transición hacia la electromovilidad.

Los ciclos de inversión ya están en marcha y las infraestructuras de recarga públicas son adecuadas para el parque actual de vehículos electrificados.

Ahora, el foco debe estar en garantizar que esta transición sea rentable y beneficiosa para todos los actores y que el ritmo deseado sea el factible, y no el soñado.

Esto requiere un enfoque decidido en la reforma de los programas de ayudas para estimular la demanda, haciéndolos más ágiles y efectivos.

Además, es necesario implementar medidas que reduzcan los costes de producción, impulsen la innovación y fomenten la colaboración público-privada, logrando con ello mantener la competitividad industrial.

Por último, es crucial evitar la fragmentación en la aplicación de normativas dentro de Europa, asegurando un entorno más predecible y favorable para las empresas.

España tiene una posición privilegiada para liderar esta transición en Europa.

Con una larga tradición industrial y marcas reconocidas a nivel mundial, el país puede convertirse en un referente en movilidad sostenible igual que lo ha sido en la movilidad tradicional.

No obstante, esto solo será posible si se prioriza al sector en las agendas políticas y se fomenta una colaboración estrecha entre las administraciones y la industria.

La transición no será sencilla, pero los beneficios a largo plazo son claros.

Si España y Europa, desde el ámbito público y privado, consiguen alinear sus esfuerzos en favor de una industria de automoción sostenible y competitiva, no solo cumplirán con sus objetivos climáticos, sino que también garantizarán un futuro próspero para millones de trabajadores y empresas.

El trayecto hacia una movilidad sostenible no es solo una necesidad, sino una oportunidad.

Si actuamos con determinación y coherencia, 2025 puede ser el año en que la automoción española y europea no solo supere sus retos, sino que también comience a recuperar el liderazgo global que ha mantenido en las últimas décadas.


El sector exportador: oportunidades y amenazas

Antonio Bonet, Presidente Club de Exportadores e Inversores Españoles

La exportación española de bienes y servicios se ha comportado de forma desigual durante el año pasado; las ventas de bienes al exterior se han estancado, pero las de servicios han crecido sustancialmente.

El déficit comercial el año pasado ha disminuido en 1.000 millones de euros, lo que supone que la tasa de cobertura es del 90,8 %.

Las ventas al exterior de productos se han estancado durante el año 2024. En los once primeros meses del año pasado (últimos datos disponibles), se exportaron 355.000 millones de euros, exactamente la misma cifra que en el 2023, año en el que disminuyó ligeramente el valor de la exportación de bienes.

Este ‘crecimiento cero’ de las ventas de bienes al exterior es preocupante por varios motivos.

• En primer lugar, porque estamos hablando del valor de los productos exportados. Habida cuenta de la inflación que se ha producido en los últimos tiempos, la exportación en unidades vendidas habrá caído, si bien no lo podemos saber porque el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa ha dejado de facilitar este dato.

• En segundo lugar, el estancamiento puede reflejar una paulatina pérdida de competitividad de la exportación española en el mercado más importante con mucha diferencia, que es Europa, donde se concentra el 75 % de nuestras ventas y único continente con el que mantenemos un fuerte superávit comercial.

De hecho, nuestras ventas de productos a Europa en el periodo enero-noviembre cayeron un 0,6 % en valor; y al continente americano un 1,9 %.

La buena noticia es que la exportación a Asia y África creció, lo que supone una mejora en la diversificación de mercados.

La subida de los costes salariales, sociales y fiscales que han padecido las empresas españolas puede estar detrás de este proceso.

• Y conectando con lo anterior, comprobamos con preocupación que la base de empresas exportadoras españolas no solamente no crece, sino que mengua, lo que afecta sobre todo a las pymes y apuntala la tesis de que las persistentes subidas de costes que padecen están afectando a su capacidad de vender en el exterior.

El número total de exportadores de bienes en el periodo enero-noviembre de 2024 fue 127.000.

Esta cifra contrasta muy negativamente con el número total de empresas que exportaban antes de la pandemia (209.000 en el año 2019).

Si consideramos el número de exportadores regulares (los que lo hacen durante cuatro años seguidos), en dicho periodo del año pasado fueron 54.200, cifra que está por debajo de los 59.200 exportadores regulares de bienes que hubo en el año 2021.

Por el contrario, la exportación de servicios creció sustancialmente.

Según el Instituto Nacional de Estadística, los ingresos por turismo se incrementaron un 16,7 % en 2024 hasta totalizar más de 118.000 millones de euros.

La exportación de servicios no turísticos también creció.

Se espera que supere los 100.000 millones.

En los tres primeros trimestres del 2024 alcanzó, según el Banco de España, 76.000 millones de euros, lo que supone un crecimiento interanual de más del 9 %.

Previsiones para 2025

Según las previsiones efectuadas por el Club de Exportadores e Inversores, la exportación española de bienes y servicios crecerá en 2025 un 2,8 % en relación con el año 2024.

Esta predicción está en línea con el llamado ‘consenso de analistas’, calculado por FUNCAS como media de las previsiones de distintas instituciones económicas, que espera un crecimiento del 2,9 %, mientras que el Banco de España sugiere que la subida será del 2,7 %.

Nosotros creemos que el crecimiento de nuestro sector exterior seguirá impulsado por la exportación de servicios, tanto turísticos como no turísticos, puesto que es previsible que, como hemos visto en 2024, las ventas de productos al exterior tengan un comportamiento mucho más moderado.

Factores internacionales que influirán en el sector exportador durante 2025

Sobre el comportamiento de la exportación española en 2025 pueden influir diversos factores, tanto internacionales como de carácter nacional.

Entre los primeros cabe destacar:

Nueva presidencia de Estados Unidos. Trump, que en su anterior mandato ya amenazó con dejar la Organización Mundial del Comercio, ha anunciado que Estados Unidos volverá a una política más proteccionista, poniendo aranceles del 25 % a bienes de Canadá y México, además de un 10 % adicional a productos de China.

Y todo ello sin olvidarnos de los aranceles sobre productos de la UE que podrían afectar a los productos españoles, algo que sería sin duda injusto ya que Estados Unidos tiene un fuerte superávit de casi 10.000 millones de euros en su balanza comercial bilateral con España.

Incertidumbre en Alemania y Francia. Los dos principales clientes de España enfrentan dificultades.

Alemania, que está en recesión económica, volverá a las urnas el próximo 23 de febrero.

Francia, sin embargo, enfrenta una crisis multifacética que combina inestabilidad política, desafíos económicos y descontento social.

El año pasado la exportación de bienes a ambos países cayó un 1,4 % y un 3,3 %, respectivamente.

Acuerdo de Libre Comercio con Mercosur. Sería el mayor acuerdo comercial de la historia, pues afectaría a una población combinada de más de 780 millones de personas y actualmente supone un intercambio comercial entre ambas regiones de 110.000 millones de euros anuales.

Todos los estudios indican que, si entra en vigor, los flujos comerciales aumentarían sustancialmente.

El problema es que tenemos dudas de si finalmente será aprobado en la UE después de la oposición manifiesta por parte de Francia y otros países europeos.

Con mayor o menor intensidad, prosiguen los efectos de los conflictos bélicos de Gaza, Siria, Ucrania-Rusia, Líbano-Israel o Irán.

Las tensiones geopolíticas golpean al comercio y a las cadenas de suministro globales, obligando a la relocalización de estas.

Factores nacionales

Entre los factores de carácter nacional que pueden afectar negativamente al sector cabe señalar los siguientes:

El incremento de los costes laborales y fiscales.

La subida del SMI, muy por encima de la inflación, el elevado absentismo laboral, que sigue creciendo, el incremento de las cotizaciones sociales, la disminución sin contrapartida de la jornada de trabajo y el incremento incesante de la fiscalidad, con nuevos tipos impositivos, son medidas que afectan muy negativamente a todas las empresas, pero singularmente a las exportadoras, cuyos productos deben competir con los de otros países en los que no se han producido tales incrementos de costes.

Aumento de los costes regulatorios para las empresas.

En 2024, la Unión Europea aprobó la Directiva Europea de Debida Diligencia en materia de Sostenibilidad que obliga a las empresas a comprobar que sus proveedores, independientemente de su tamaño y procedencia, cumplen con derechos humanos y medioambientales.

Esta nueva regulación y otras similares impactarán en el sector exportador, como mínimo incrementando la burocracia y los costes de gestión, además de la inseguridad jurídica que va a introducir, al convertir a las empresas que se relacionan con el exterior en responsables del cumplimiento de sus proveedores en temas de derechos humanos, deforestación, etc.

Todo lo anterior hace a nuestras exportaciones menos competitivas en el exterior, y especialmente con Europa.

Nuevos riesgos para el sector turístico.

Durante 2024 se ha recuperado totalmente el turismo extranjero que se perdió a raíz de la pandemia, y se totalizaron 94 millones de visitantes que dejaron en España 118.000 millones de euros como ya hemos mencionado.

Pero de cara al 2025, el aumento de las obligaciones burocráticas para el registro de turistas extranjeros en hoteles y agencias de viajes, las restricciones que se están introduciendo a los alquileres vacacionales y los repetidos episodios de ‘turismofobia’ que se vienen produciendo en algunas regiones pueden ser factores que disminuyan el atractivo de España para atraer visitantes extranjeros.

En resumen, desde el Club de Exportadores pensamos que el sector exterior de la economía española tendrá un comportamiento ligeramente positivo durante el 2025.

Somos moderadamente optimistas gracias a la exportación de servicios, pues la de bienes se enfrenta a numerosos problemas tanto internos como externos que pueden provocar que continúen estancadas.


Desafíos y oportunidades en el mercado de trabajo español

Andreu Cruañas, Presidente de ASEMPLEO

El mercado laboral en España afronta un 2025 con luces y sombras, marcado por un entorno de crecimiento moderado y la persistencia de desequilibrios estructurales.

Las previsiones de la Comisión Europea, el FMI, el Banco de España e instituciones como AFI, FEDEA y BBVA Research, por ejemplo, apuntan a un crecimiento económico del 2 % durante este año.

Esta tendencia consolidaría la recuperación tras la pandemia y la guerra en Ucrania, y podría traducirse en un aumento del empleo cercano al 1,5 %, equivalente a 300.000 nuevos puestos de trabajo.

Sin embargo, esta mejora cuantitativa no oculta los retos profundos del mercado laboral.

Pese a las perspectivas positivas, que podrían alterarse en sectores como la industria de defensa, automoción, energía o turismo, como apunta el ICER-Institute, bien por los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, o por las políticas de la nueva administración en EE. UU., España sigue destacando negativamente por su elevada tasa de desempleo.

Con un 11,7 % de paro general y un 27,4 % de paro juvenil, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2024, lideramos la tasa de desempleo entre los menores de 25 años en Europa.

Este indicador refleja un fracaso institucional y social de largo recorrido.

Además, el 45 % de los desempleados lleva más de un año buscando empleo, una situación que agrava la exclusión laboral y dificulta la reincorporación al mercado.

Este nivel de desempleo no solo supone una presión insostenible para el sistema de protección social, sino también una fuente de frustración para quienes desean trabajar.

También perpetúa desigualdades y genera un impacto negativo en las generaciones futuras, limitando su desarrollo y movilidad social.

En comparación, países como Alemania mantienen una tasa de paro general del 3 %, lo que subraya la fortaleza de su sistema de formación dual y una economía basada en sectores de alto valor añadido.

Francia, por su parte, enfrenta una tasa de desempleo general del 7,4 % y también trabaja en reformas laborales para reducir el paro juvenil, que ronda el 18 %.

Italia, aunque comparte problemas estructurales similares a España, con un paro general del 9 %, ha implementado incentivos fiscales para fomentar la contratación de jóvenes.

Desajustes entre oferta y demanda de empleo

Paralelamente, la economía española enfrenta un problema aparentemente paradójico: la coexistencia de cifras elevadas de desempleo y miles de puestos de trabajo vacantes.

Según el Banco de España, a finales de 2024 había más de 140.000 vacantes sin cubrir debido a la falta de candidatos idóneos.

Esto refleja un desalineamiento entre la formación y las demandas reales de las empresas.

Al mirar a la región, en Francia, sectores como la tecnología y la salud también enfrentan dificultades para cubrir vacantes, pero cuentan con programas específicos de reconversión laboral.

Alemania destaca por su éxito en integrar a trabajadores inmigrantes en su mercado laboral.

Italia, en cambio, aún lucha con un sistema educativo desvinculado de las demandas empresariales, aunque ha introducido incentivos para el aprendizaje dual.

En específico, el sector tecnológico y digital en España, clave para la transformación económica, registra una carencia crónica de perfiles como ingenieros de software, analistas de datos y especialistas en inteligencia artificial.

Del mismo modo, sectores tradicionales como la construcción y la hostelería mantienen dificultades para encontrar personal cualificado, incluso tras mejorar las condiciones laborales.

Evolución del modelo productivo

El desajuste formativo explica en parte esta situación.

Aunque el sistema educativo español ha mejorado en acceso y cobertura, persisten problemas de adecuación entre los estudios y las demandas del mercado.

Por ejemplo, menos del 30 % de los estudiantes de formación profesional se especializan en áreas relacionadas con STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), mientras que estos sectores concentran el 40 % de las vacantes de empleo cualificado.

En este sentido, Alemania, con su sistema de formación dual, logra conectar a estudiantes con empresas desde etapas tempranas.

Francia apuesta por programas de reciclaje profesional para adultos en sectores verdes, e Italia, aunque rezagada, ha comenzado a integrar iniciativas que vinculan la formación técnica con las necesidades locales.

El modelo productivo español sigue dependiendo en gran medida de sectores de baja productividad y menor valor añadido, como la hostelería y el comercio, en detrimento de industrias más avanzadas.

Esto limita la capacidad de generar empleo de calidad y contribuye a la precarización.

Una llamada a la acción: alianzas y soluciones estructurales

La solución a estos desafíos requiere una estrategia coordinada.

Es fundamental fabricar complicidades entre las empresas, las administraciones y los profesionales de los servicios de capital humano, aprovechando su experiencia, capilaridad y recursos.

Es imprescindible rediseñar la oferta formativa para alinearla con las necesidades actuales y futuras.

Esto implica fomentar la colaboración entre instituciones educativas y empresas.

Por ejemplo, podrían impulsarse más programas duales en áreas tecnológicas y fomentar el aprendizaje continuo para garantizar la actualización de competencias.

Asimismo, es crucial apostar por un modelo productivo diversificado y sostenible, que promueva la innovación y el valor añadido.

Sectores como las energías renovables, la tecnología verde y la economía circular ofrecen oportunidades para crear empleo de calidad y reducir la dependencia de industrias menos productivas.

Y, dentro de la innovación, hay que tener presente las necesidades de flexibilidad de las empresas que deben adaptarse a un entorno marcado por la digitalización, la globalización y la incertidumbre, recurriendo a modelos de empleo más ágiles, como el trabajo por proyectos, el formato híbrido y la colaboración con freelancers.

Sin embargo, esta transición plantea retos regulatorios y sociales.

Al mismo tiempo, los trabajadores priorizan cada vez más la conciliación entre vida personal y profesional.

Las generaciones más jóvenes buscan empleos que ofrezcan estabilidad económica, impacto positivo y oportunidades de desarrollo personal.

Estas demandas generan tensiones con los modelos tradicionales de empleo y obligan a empresas y administraciones a repensar sus políticas para atraer y retener talento.

Para frenar la fuga de talento, las empresas y administraciones deben trabajar juntas para mejorar las condiciones laborales y profesionales.

No solo con salarios competitivos, sino también con oportunidades de desarrollo profesional y conciliación.

Es necesario diseñar estrategias para facilitar el retorno de los trabajadores cualificados que emigraron al extranjero, ofreciendo incentivos atractivos y proyectos desafiantes.

Reducir la brecha entre oferta y demanda laboral

Los agentes profesionales tienen un papel clave en la captación, compensación, retención, formación y desvinculación del talento, con una oferta y demanda laboral flexibles.

Es fundamental que estén en disposición de operar en toda la cadena de valor de la gestión del capital humano y cuenten con los recursos para conectar eficazmente a las empresas con los candidatos.

Tecnologías como la inteligencia artificial pueden optimizar estos procesos mejorando la eficiencia.

El mercado laboral español encara 2025 con retos considerables, pero también con oportunidades para avanzar hacia un modelo más inclusivo, sostenible y competitivo.

Alcanzar este objetivo requiere un esfuerzo de todos los actores implicados, basado en la cooperación, la innovación y la voluntad de transformar las debilidades en fortalezas.

Solo así podremos superar las barreras estructurales y construir un futuro donde el trabajo sea un motor de desarrollo personal, social y económico.

Es un desafío ambicioso, pero también una responsabilidad ineludible hacia las generaciones presentes y futuras.


El uso de la IA generativa y la evolución del ransomware provocarán ciberataques más agresivos

El uso de la inteligencia artificial generativa ha provocado grandes cambios en el ámbito de la ciberseguridad.

Los ciberdelincuentes han hecho uso de esta herramienta para ataques de phishing dirigidos.

Según los últimos estudios, más del 80 % de las empresas a nivel global están utilizando o explorando el uso de la IA.

Las organizaciones han incorporado la IA generativa en sus procesos con la intención de ser más productivas, pero ese hecho ha aumentado también su exposición ante posibles ataques.

Para tener un control sobre la IA, en 2024 se produjeron importantes avances en su regulación, con especial relevancia de la Directiva NIS2.

“Esta legislación ha despertado la atención de las compañías, preocupadas por su implementación.

Es una norma bien planteada que busca imponer requisitos y ayudar a las organizaciones a establecer marcos de gobernanza y control en ciberseguridad.

También están en marcha regulaciones como DORA y la Ley de Ciberresiliencia (CRA), pero NIS2 es la que más está impactando”, asegura Francisco Valencia, director general de Secure&IT.

Ante esta situación, se está creando un nuevo marco normativo muy exigente que va a obligar a las compañías a acuñar el término de “ciberresiliencia”, lo que conlleva aplicar la ciberseguridad al máximo nivel.

¿Cómo van a evolucionar las ciberamenazas en 2025?

La inteligencia artificial generativa está transformando la forma en la que operan los ciberdelincuentes, y este va a ser un factor clave en la evolución de las ciberamenazas.

Se prevé un incremento en ataques más dirigidos como el spear phishing, una modalidad de phishing orientada a un objetivo específico.

Según Francisco Valencia, para los ciberdelincuentes ya no tiene sentido enviar correos genéricos a miles de empresas:

“Con la ayuda de la IA, los atacantes podrán identificar objetivos específicos, personalizar los mensajes y hacerlos mucho más convincentes.

La propia IA generativa se encargará de redactar correos que parezcan reales, lo que hará que estos ataques sean mucho más efectivos”, explica.

El ransomware seguirá siendo otra de las principales amenazas.

En la actualidad, los ciberdelincuentes están diversificando sus métodos de chantaje, ahora suman estrategias más personales y agresivas.

“Están apuntando directamente a altos cargos de empresas, exponiéndolos públicamente.

Este tipo de presión busca afectar a la empresa y a su reputación personal”, comenta Valencia.

Otra táctica que ganó peso a lo largo de 2024, y que llegará con más fuerza en 2025, es la denuncia del ataque por parte de los ciberdelincuentes.

Los propios atacantes reportan el incidente a las autoridades competentes para aumentar la presión sobre la víctima.

La influencia de la IA generativa

La inteligencia artificial generativa se está utilizando, principalmente, para ayudar a las organizaciones a comprender mejor los ataques que enfrentan.

Según los últimos estudios, el 56 % de los dueños de negocios usan la IA para tareas de servicio al cliente, y el 51 % para ciberseguridad y prevención de fraudes.

La IA generativa explica, por ejemplo, qué tipo de virus ha entrado, el peligro, dónde y cuándo se detectó por primera vez, o cómo ha evolucionado.

Esto es útil para los analistas en los Centros de Operaciones de Seguridad, porque les permite ser más eficientes en la respuesta ante incidentes.

“Las empresas apuestan por la IA generativa porque funciona como un asistente que contextualiza lo que está sucediendo en caso de un ciberataque.

El riesgo está en que, al igual que la IA generativa puede mejorar las defensas, también puede ser usada por los atacantes para desarrollar campañas más sofisticadas, como phishing dirigido o malware adaptativo.

Esto plantea un reto constante de innovación, tanto para quienes defienden como para quienes atacan”, indica Valencia.

Se espera que el mercado global de la inteligencia artificial alcance, dentro de cinco años, los 1,85 billones de dólares.

Los sectores más atacados

Los sectores más atacados hasta este 2024 han sido la administración pública, la industria y la sanidad.

Esto se debe a que son los más propensos a ceder ante extorsiones y pagar rescates.

“En 2025, estos sectores seguirán siendo los principales objetivos, pero es probable que veamos un aumento en los ataques derivados de las tensiones geopolíticas.

Las empresas que operan en mercados marcados por conflictos entre países, diferencias ideológicas, religiosas o culturales, podrían convertirse en el blanco de ciberataques”, asegura el director general de Secure&IT.

Además, factores como el cambio político en Estados Unidos podrían polarizar aún más el panorama geopolítico y activar a grupos de cibercrimen interesados en atacar empresas asociadas a ciertos sectores o mercados económicos específicos.

“Aunque sanidad, industria y administración pública seguirán siendo los sectores más vulnerables, la geopolítica añadirá una capa de complejidad que hará que prácticamente cualquier empresa que opere en mercados sensibles esté en riesgo”, concluye Valencia.


Igualando el terreno de juego del e-commerce este 2025

Beatriz Giménez, Country Director PayPal Iberia

El comercio electrónico ha cambiado las reglas del juego.

Las empresas son cada vez más exigentes y las expectativas de los consumidores cada vez más altas.

Tras años de crecimiento, 2025 marca el momento en que se abre el camino para que las empresas medianas e incluso pequeñas compitan de igual a igual con las grandes corporaciones.

En este contexto, nuestra misión es asegurarnos de que las pymes, motor económico de nuestro país, no se quedan atrás y aprovechen esta ola de transformación en un mundo donde el e-commerce no deja de crecer.

El comercio electrónico en España aumentó un 13,7 % el primer trimestre del 2024, tendencia todavía más acentuada en el comercio transfronterizo online, que se incrementó un 17,6 % en ese período.

Estas cifras demuestran que vender más allá de nuestras fronteras ya no es una opción, sino una necesidad para cualquier negocio que busque escalar.

Y es aquí donde las pymes tienen mucho que ganar.

Pymes: el gran salto al comercio global

Las pequeñas y medianas empresas están apostando por el comercio electrónico como una vía para crecer.

Una de cada dos pymes españolas que venden online comenzaron a hacerlo en los dos últimos años.

Y el 88 % de las que han dado el salto a las ventas internacionales han visto aumentar sus ingresos.

Sin embargo, para igualar el terreno de juego, estas empresas necesitan herramientas que les permitan competir en igualdad de condiciones con las grandes corporaciones.

Confianza y seguridad: un billete a la conversión

A medida que aumentan las transacciones online, también crecen los riesgos.

Los ciberataques aumentaron un 38 % en el primer semestre del año pasado, los consumidores son cautos y por ello la seguridad sigue siendo la principal razón por la que abandonan sus carritos online.

Tecnologías como la tokenización, el aprendizaje automático (ML) y la inteligencia artificial (IA) permiten que en PayPal evaluemos una transacción en menos de tres décimas de segundo, garantizando la protección del usuario y logrando una de las tasas de fraude más bajas de la industria.

La confianza es clave y la presencia de PayPal como método de pago en un marketplace internacional triplica la probabilidad de que una compra se complete.

Esto no solo da confianza al consumidor, sino que también impulsa la conversión para las empresas.

Una experiencia de usuario sin barreras

Avanzar en que la experiencia de compra sea lo más fluida posible va a ser una prioridad.

Después de todo el trabajo que supone atraer a un comprador, perder una venta en el momento del pago por falta de opciones es un lujo que ninguna empresa puede permitirse.

Conociendo los retos a los que se enfrentan las empresas de todos los tamaños, en PayPal hemos desarrollado las soluciones más avanzadas para satisfacer esas necesidades.

• Este año continuaremos avanzando con PayPal Complete Payments, una herramienta pensada para pymes, que integra todos los métodos de pago en una sola plataforma.

Incluye desde PayPal hasta tarjetas de crédito y débito, Apple Pay, Google Pay y los principales métodos de pago, todo ello en una única integración.

PayPal Complete Payments no solo favorece las ventas, sino que también ofrece protección contra fraudes, devoluciones de cargo y otros servicios esenciales como gestión de disputas y seguimiento de envíos, entre otras muchas funciones.

• Los consumidores seguirán buscando flexibilidad.

Buscan opciones de pago adaptadas a sus necesidades como PayPal Paga en 3 plazos.

Seis de cada diez pymes que han implementado soluciones de «Compra ahora, paga después» han visto un aumento en sus ventas.

Estas opciones permiten a las empresas ofrecer una experiencia más atractiva y accesible a todos los compradores.

El comercio electrónico no muestra signos de desaceleración, y las pymes tienen en sus manos la oportunidad de crecer más allá de sus fronteras.

Con las herramientas adecuadas y un socio de confianza, el futuro del comercio global puede estar al alcance de todas las empresas españolas, sin importar su tamaño.


Año nuevo, vida nueva: las claves del liderazgo para motivar y guiar al talento

Antonio Sagardoy, CEO de Bros Group

Una hoja en blanco. A esto se enfrentan la mayoría de las empresas al comienzo de cada año. Un folio vacío en cuanto a facturación y objetivos conseguidos, no tanto en cuanto a negocio, en el que plasmar nuevos retos, nuevas metas y un sinfín de dificultades, de obstáculos y de barreras que marcarán un desconocido camino. Y para los líderes se trata de un momento enormemente retador, pues ese folio en blanco no solo afecta a su compañía a nivel financiero o en materia de negocio, sino que afecta al talento: a su motivación, a su seguridad, a su confianza, a su compromiso y, en ocasiones, a su bienestar y felicidad. Por ello, no es descabellado decir que el inicio del nuevo año es uno de los momentos más complejos y desafiantes para el liderazgo –si no el que más–.

Se trata de un instante absolutamente estratégico para el devenir de la compañía pues, aunque las metas a medio y largo plazo aún queden lejanas, todo lo que ocurra en este ‘reinicio’ de la actividad puede marcar el futuro y la consecución de los objetivos al finalizar el año.

¿Cómo liderar y gestionar el talento en el ‘reinicio’ de la actividad?

Siendo conscientes del momento tan retador que viven muchos líderes en estos primeros compases de 2025, desde Bros Group, firma especializada en selección, evaluación y desarrollo de talento –enfocados especialmente en el liderazgo–, resaltan seis prácticas esenciales para que los líderes puedan gestionar con éxito el ‘cambio de página’:

  1. No es un folio completamente en blanco: No es del todo cierto que sea un folio en blanco.

Se trata de una hoja que aún mantiene colores y trazos del ejercicio anterior.

El trabajo bien hecho en ejercicios anteriores sigue presente en forma de aprendizajes, de métodos, relaciones con stakeholders, de nuevos negocios… en definitiva, en forma de cimientos sólidos sobre los que construir el presente y futuro de la organización.

Es esencial recordar al equipo que cuentan con una base sólida que aporta tranquilidad y confianza para el nuevo año.

  1. Y no es un reinicio completo a nivel financiero: Puede que a nivel gráfico la cuenta esté a cero, pero la realidad es que, al igual que en el punto anterior, el vacío no es 100 % real.

Los logros y beneficios conseguidos en el pasado actúan como un colchón financiero que permite mantener estabilidad, invertir en proyectos futuros y garantizar la seguridad del equipo.

Transmitir esta perspectiva puede reforzar la sensación de continuidad, estabilidad y confianza en el equipo.

  1. Establece objetivos específicos, medibles, alcanzables… y a corto plazo: El inicio del año puede ser abrumador, por lo que es crucial marcar pequeños objetivos a muy corto plazo que generen confianza y sensación de progreso desde el primer momento.

Estas metas inmediatas, diseñadas para ser alcanzables en las primeras semanas, ayudan al equipo a comenzar con motivación y a percibir que sus esfuerzos tienen un impacto tangible.

Estos primeros logros reforzarán la moral y establecerán una dinámica positiva para el resto del año.

  1. Refuerza la confianza con transparencia y datos optimistas: Inicia el año reforzando la seguridad y motivación del equipo mediante una comunicación honesta, clara y enfocada en aspectos positivos.

Comparte la visión general, los retos y las oportunidades, pero también destaca elementos concretos como la estabilidad financiera de la empresa, los buenos resultados del año anterior o la estabilidad de la plantilla.

Además, si es posible, habla sobre nuevas inversiones o proyectos que demuestren un futuro prometedor.

  1. Recuerda el propósito de la compañía: Recuerda al equipo el “por qué” detrás de lo que hacen.

Conectar los objetivos anuales con la misión y valores de la empresa da sentido al trabajo diario y refuerza el compromiso del talento.

Este recordatorio puede ser especialmente poderoso al inicio de un nuevo ciclo.

  1. Celebra los logros del pasado: Antes de mirar hacia adelante, dedica tiempo a reconocer los logros del año anterior.

Valorar lo alcanzado motiva al equipo, refuerza su moral y les recuerda que tienen la capacidad de superar los desafíos del futuro.

“El inicio de año es un momento clave para toda organización. No solo por tratarse de un instante perfecto para reflexionar, planificar y conectar a los equipos con los objetivos del nuevo ejercicio, sino también porque son fechas clave a la hora de consolidar un equipo de trabajo motivado, cohesionado y comprometido con la marca”, explica Antonio Sagardoy, CEO de Bros Group. Además, Sagardoy insiste en que el comienzo de año no es una ‘hoja en blanco’ absoluta: “Es cierto que el reinicio de la actividad puede generar cierta incertidumbre a nivel interno. Por ello resulta esencial que los líderes transmitan optimismo y confianza sobre el futuro. Aquellas empresas que hayan ‘hecho los deberes’, gestionado su negocio y su talento de forma óptima y hayan alcanzado sus objetivos en años anteriores partirán en ventaja siempre y cuando pongan en práctica una correcta estrategia de liderazgo”.

En definitiva, el inicio del año es una oportunidad única para los líderes de transformar incertidumbre en inspiración, estableciendo unas bases sólidas para el presente y futuro de la organización. En este sentido, la comunicación, la transparencia, el reconocimiento y la confianza serán sus principales armas para establecer una nueva hoja de ruta que se encamine hacia el éxito en el nuevo año.


El auge de los marketplaces en España: claves para triunfar en el e-commerce de 2025

Sara Zheng, Head of Business Development and Marketing for Spain & Italy Aliexpress

El comercio electrónico en España sigue consolidándose como un referente en Europa.

En 2024, el sector ha alcanzado una madurez estable tras años de rápido crecimiento, convirtiéndose en un pilar clave para los consumidores y las empresas.

España lidera la adopción de marketplaces, y este fenómeno no solo refleja la confianza de los españoles en estas plataformas, sino que también abre nuevas oportunidades para empresas que sepan aprovechar esta tendencia.

Entender este panorama, que combina innovación y transformación en los hábitos de compra, será fundamental para afrontar los desafíos y novedades que traerá 2025.

En 2024, el comercio electrónico ha mantenido un crecimiento constante, a pesar de un contexto económico complejo.

Factores como la inflación y la incertidumbre laboral han llevado a los consumidores a ser más cautelosos, priorizando el valor, la calidad y la eficiencia en sus decisiones de compra.

Según datos de la última oleada del Consumer Insights Report de AliExpress, el 67 % de los españoles planea realizar compras más estratégicas en 2025 y el 80 % de ellos tiene previsto buscar una mejor relación calidad-precio.

Este entorno de mayor exigencia ha consolidado el liderazgo de los marketplaces y más personas los utilizan ahora que a principios del año pasado.

En el mercado español, el 68 % de los consumidores ya usa estas plataformas, un incremento significativo si tenemos en cuenta que en marzo de 2024 se encontraba en el 47 %.

Esto sitúa a España en un uso de marketplaces significativamente superior al de otros países europeos como Reino Unido o Francia.

Además, los españoles son los europeos que más compran al menos una vez durante los últimos tres meses.

Por eso, España es un mercado prioritario para AliExpress en Europa, y durante este año continuaremos impulsando innovaciones diseñadas para satisfacer las necesidades de los consumidores, mejorando la experiencia del cliente, los envíos, la variedad y la oferta de productos locales.

Este liderazgo también ofrece a los vendedores locales una oportunidad única para adaptarse a las demandas de un consumidor cada vez más informado.

Las empresas que busquen destacar deberán centrarse en estrategias que combinen personalización, eficiencia y entretenimiento, creando experiencias de compra memorables y ajustadas a las expectativas del público español.

Los adultos jóvenes españoles, de entre 18 y 24 años, lideran una tendencia interesante en Europa: el 68 % de ellos considera las compras como un pasatiempo placentero, muy por encima de la media europea, que se sitúa en el 51 %.

Este enfoque hacia el disfrute, combinado con la búsqueda de calidad y precio, hace que el consumidor español requiera estrategias específicas para captar su atención y fidelidad.

AliExpress, como plataforma líder en España, no solo permite a los consumidores acceder a una variedad amplísima de productos, sino que también ofrece precios competitivos y comodidad, elementos cada vez más valorados.

Para los vendedores, el reto no es destacar en un espacio saturado, sino aprovechar un entorno lleno de oportunidades, donde contar con un partner adecuado que conozca el mercado, como AliExpress, es esencial.

Mirando hacia 2025, el comercio electrónico en España tiene un futuro prometedor.

Los consumidores podrán beneficiarse de la amplia oferta, la calidad y la experiencia de usuario que ofrecen plataformas como AliExpress, satisfaciendo sus necesidades de forma eficiente y placentera.

Por su parte, las empresas españolas tienen la oportunidad de liderar el cambio en el panorama digital europeo, apoyándose en líderes del sector que entienden el mercado y valoran la singularidad del consumidor.

España seguirá marcando el rumbo del comercio digital en Europa, y 2025 será el año para afianzar ese liderazgo con estrategias innovadoras y una clara orientación hacia el cliente.


La estrategia de vender divisiones no estratégicas continuará pujante en 2025

David Martínez, Socio director de Transacciones y Consultoria de Baker Tilly

En un mundo marcado por la creciente tensión comercial entre países, guerras y tensiones geopolíticas, las empresas enfrentan mucha presión para optimizar sus operaciones y maximizar el valor para sus accionistas.

Así que las desinversiones o discontinuaciones de unidades de negocio han dejado de ser una estrategia reactiva para convertirse en una herramienta proactiva y esencial para muchas compañías.

Según el informe “Líderes Globales de Negociación 2024” de Baker Tilly y Mergermarket, que se ha presentado recientemente, el 69 % de las empresas y fondos en Estados Unidos y Europa que han realizado desinversiones planean continuar con esta política en 2025.

Los carve-outs, o discontinuidades de unidades de negocio que están en pérdidas o sin el rendimiento esperado, se ven últimamente como una oportunidad para fortalecer a las compañías y su core.

Hay muchas sociedades que evalúan sus carteras con mayor rigor y optan por desprenderse de líneas de negocio que no se alineen con sus objetivos a largo plazo.

Este enfoque permite mejorar la eficiencia operativa y liberar recursos para reinvertir en áreas clave que impulsan el crecimiento.

Entre las formas de desinversión, las operaciones de escisión destacan por sus ventajas.

Un 65 % de las empresas encuestadas en el estudio (empresas que ya habían vendido unidades durante los últimos trimestres) planea adoptar esta estrategia en 2025 para optimizar la gestión de unidades no estratégicas, aumentar su atractivo para compradores potenciales y reducir riesgos operativos.

Además, la flexibilidad estructural de estas operaciones maximiza el valor de los activos, ya sea mediante venta directa o la búsqueda de inversores externos.

Los datos del informe son claros: el 55 % de las empresas que realizaron desinversiones en los últimos dos años lograron mejoras significativas en su posición financiera.

Esto se tradujo en menor deuda, mayor liquidez y un enfoque en divisiones más rentables.

Además, el 40 % reinvirtió los fondos obtenidos en tecnología de vanguardia o adquisiciones estratégicas, consolidando así su competitividad.

La creciente influencia de los inversores activistas también juega un papel clave.

Estos actores demandan mayor eficiencia en el uso de recursos y exigen a las empresas desinvertir en activos de bajo rendimiento.

Sumada a la volatilidad del mercado, esta presión obliga a muchas compañías y fondos privados a buscar liquidez para reforzar sus balances y adaptarse a las exigencias regulatorias.

Los carve-outs adquieren especial relevancia en sectores como tecnología, salud y bienes industriales, donde la agilidad y la innovación son fundamentales para asegurar la competitividad.

En estos sectores, las empresas pueden desprenderse de activos obsoletos para optimizar su enfoque y redirigir recursos hacia áreas clave de alto crecimiento y rentabilidad.

Un proceso que les permite mejorar su eficiencia operativa y reforzar su posición competitiva a largo plazo.

Sin embargo, estas operaciones no están exentas de riesgos.

Una ejecución deficiente puede generar pérdidas de valor o afectar la reputación de la empresa.

Por ello, es crucial que se realicen con análisis riguroso y planificación estratégica.

El panorama para 2025 coloca a los carve-outs en el centro de las estrategias empresariales, no solo como una herramienta para capear la incertidumbre, sino como una vía para impulsar la innovación y la eficiencia.

En un mundo donde la agilidad es clave, las empresas que adopten esta estrategia estarán mejor posicionadas para enfrentar los desafíos del mercado y aprovechar las oportunidades que surjan.

Con las desinversiones ganando protagonismo, queda claro que no son solo una tendencia pasajera, sino un pilar fundamental en la evolución de las estrategias corporativas.