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Carmen Tuñas

Socia de Amrop España

La sostenibilidad ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una de las claves estratégicas que definen la competitividad y la resiliencia de las organizaciones. Conceptos como la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o el Environmental, Social and Governance (ESG) son hoy parte del lenguaje empresarial cotidiano. En este contexto, el papel del Chief Sustainability Officer (CSO), o director de sostenibilidad, ha cobrado una gran relevancia en la gobernanza corporativa, convirtiéndose en un actor fundamental para integrar estas políticas dentro de la estrategia empresarial.

En sus inicios, el puesto de CSO se concebía como un rol centrado en el cumplimiento normativo y la gestión de la responsabilidad social corporativa (RSC), operando de manera aislada con recursos limitados y frecuentemente vinculado a los departamentos de recursos humanos o comunicación. Sin embargo, hoy el director de sostenibilidad es un ejecutivo clave que trabaja directamente con el CEO y el comité de dirección para incorporar los principios de sostenibilidad en la visión estratégica y en la operativa diaria de la empresa.

Su labor implica liderar el cambio hacia un modelo de negocio más sostenible, supervisando iniciativas medioambientales, sociales y de gobernanza, y asegurándose de que las prácticas empresariales estén alineadas con los estándares globales y las expectativas de inversores, clientes y la sociedad en general. En este sentido, su función es transversal, abarcando desde la gestión de riesgos ambientales hasta la promoción de una cultura organizacional ética y socialmente responsable.

Competencias clave 

Más allá del conocimiento técnico y regulatorio, un CSO debe tener la capacidad de impactar en la alta dirección e integrar la sostenibilidad en todos los ámbitos de la empresa. Para desempeñar con éxito este rol, es imprescindible contar con una serie de competencias clave, entre ellas visión estratégica, capacidad de gestión de riesgos y oportunidades, y habilidades para desarrollar relaciones de confianza con grupos de interés.

Para convertirse en una fuerza de cambio real, el CSO debe tener un enfoque práctico, facilitando el diálogo entre las distintas áreas de la empresa y desarrollando estrategias alineadas con las necesidades de los usuarios finales. Además, su liderazgo debe inspirar y movilizar a toda la organización en torno a la sostenibilidad, impulsando un compromiso compartido en todos los niveles.

La sostenibilidad abarca múltiples dimensiones, desde la lucha contra el cambio climático hasta la promoción de la diversidad e inclusión. Pero también representa nuevas oportunidades de negocio, y el CSO tiene la responsabilidad de identificar cómo las cuestiones ambientales y sociales pueden impactar en la rentabilidad de la empresa y su reputación. Para ello, es fundamental tomar decisiones basadas en datos y análisis rigurosos, gestionar la narrativa corporativa con transparencia y establecer relaciones sólidas con inversores, reguladores y clientes.

Horizonte 2030: retos y compromisos ineludibles para el CSO

De cara al futuro, los CSO se enfrentan a desafíos crecientes, especialmente en la implementación de políticas ESG y la transición hacia la descarbonización en 2030, objetivo central de la Unión Europea. Sin embargo, las diferencias en regulación entre Europa y Estados Unidos impactan directamente en la competitividad de las compañías en el ámbito global.

En Europa, la sostenibilidad está profundamente integrada en las políticas públicas y normativas empresariales. La UE ha adoptado un enfoque riguroso con el Green Deal Europeo, cuyo objetivo es alcanzar la neutralidad climática en 2050. Regulaciones como el Sustainable Finance Disclosure Regulation (SFDR) y la Taxonomía de la UE obligan a las empresas a reportar con detalle su desempeño en materia ESG, lo que incrementa la presión sobre los CSO para establecer estrategias claras y medibles en reducción de emisiones y sostenibilidad social.

En comparación, en Estados Unidos la legislación sobre sostenibilidad ha sido históricamente menos estricta, y las empresas han operado de manera más reactiva, adaptándose a las expectativas del mercado y de los inversores en lugar de estar impulsadas por regulaciones exigentes. Sin embargo, la creciente demanda de inversión responsable y la presión de los inversores institucionales están impulsando un cambio en el panorama regulatorio de ESG en el país. Aunque la necesidad de este perfil en las empresas estadounidenses es creciente, la presión para cumplir con los objetivos ESG aún no es tan intensa como en Europa.

Es una de esas tantas paradojas que forman parte integral del panorama de la sostenibilidad, provocando dilemas y retos que un buen CSO debe identificar y resolver. Porque un líder eficaz puede garantizar que la empresa no sólo cumpla con las expectativas regulatorias, sino que aproveche estas tendencias como palancas de innovación y crecimiento y se convierta en un referente en la transformación hacia un futuro empresarial más responsable, inclusivo y sostenible, demostrando que la sostenibilidad también puede ser rentable.