Más del 60 % de las bodegas no logra cubrir su plantilla para la vendimia por falta de mano de obra

Actualidad | Empresa | 21/07/2025

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El 63 % de las bodegas españolas afronta la campaña de la vendimia sin poder completar sus plantillas, según el ProWein Business Report. Esta escasez de personal afecta también a actividades vinculadas al enoturismo y pone de relieve una transformación estructural del empleo agrario, marcada por la falta de relevo generacional, el endurecimiento de las condiciones climáticas y la desafección creciente hacia el trabajo en el campo.

Uno de los factores más preocupantes es el impacto de las olas de calor. Según datos de CCOO, el 79 % de los temporeros carece de equipos adecuados para afrontar el estrés térmico, quedando expuestos a riesgos como la deshidratación o los golpes de calor. Esta situación ha convertido la seguridad laboral en una herramienta estratégica para atraer y retener talento.

Además, el fenómeno del “ghosting” laboral se ha generalizado en las campañas agrícolas: muchos candidatos abandonan los procesos de selección o incluso los puestos de trabajo sin previo aviso. La falta de compromiso obliga a las empresas a adoptar estrategias de comunicación más precisas y acompañamiento continuo durante todo el ciclo de contratación, como subraya Sílvia Balcells, CEO de Synergie España.

El atractivo de otros países, como Francia, también agrava el problema. Más de 15.000 temporeros españoles trabajaron en 2023 en la vendimia francesa, atraídos por un salario mínimo de 11,5 euros la hora. Tres de cada cuatro procedían de Andalucía. Este flujo migratorio evidencia un desajuste estructural entre oferta y demanda en España que debe corregirse mediante planificación, protección adecuada y una nueva cultura de gestión del talento, según Balcells.

Para combatir esta escasez, muchas bodegas han comenzado a adelantar sus campañas de reclutamiento y a buscar fórmulas de continuidad entre campañas. Los perfiles más valorados son los temporeros capaces de enlazar varias cosechas al año, como la del kiwi o la fresa. Esta continuidad ofrece a los trabajadores mayor estabilidad y compromiso, y permite a las empresas reducir su alta rotación de personal.

A ello se suma la creciente especialización de los perfiles demandados. Las tareas del campo, antes polivalentes, se han diversificado, incluyendo vendimiadores, conductores o técnicos de campo. Este último perfil, especialmente difícil de cubrir, requiere formación técnica, pero muchos profesionales cualificados prefieren empleos administrativos, más seguros y menos expuestos a las inclemencias climáticas. Esta brecha entre formación y disponibilidad operativa amenaza la sostenibilidad productiva del sector vitivinícola.