Susana Ortega, Embajadora Global de Ron Brugal
Nacida en el seno de una familia que ha dedicado cinco generaciones a perfeccionar el arte del ron, Susana Ortega no solo lleva el apellido Brugal en su sangre, sino también en su propósito vital. Tataranieta de Don Andrés Brugal, fundador del icónico ron dominicano, Susana representa hoy la esencia más auténtica de la marca como primera mujer Master Ronmellier de República Dominicana y Embajadora Global. En sus viajes educa sobre el ron y organiza eventos y experiencias que no dejan indiferente a nadie. Ha trabajado con chefs de talla internacional como Dani García, liderando catas y talleres en todo el mundo, y promoviendo una cultura del ron ligada a la emoción, la sostenibilidad y el orgullo de origen. Una marca centenaria que sigue evolucionando, generación tras generación, sin perder ni una gota de su alma dominicana.
Siendo tataranieta del conocido Don Andrés Brugal, ¿qué significa para ti representar el legado de tu familia a nivel internacional y qué importancia tiene el liderazgo femenino en un sector que, aparentemente, ha sido dirigido siempre por hombres?
Ser la tataranieta de Andrés Brugal, nuestro fundador, significa todo un orgullo para mí, pero también mucha responsabilidad. Desde 1888, en la familia nos hemos dedicado a producir el mejor ron posible y a destilarlo de la mejor manera. Este es un legado de más de 135 años que respeto de una manera muy especial.
Es cierto que el mundo del ron, y el de los destilados en general, ha sido considerado un mundo únicamente de hombres. Sin embargo, hemos evolucionado y cada día hay más mujeres tomando el control, dando pasos firmes y abriendo puertas para que las siguientes generaciones ocupen ellas posiciones importantes. En nuestra empresa, el 35% o el 40% de las posiciones ejecutivas son mujeres. Yo soy un ejemplo de ello y de que las mujeres podemos ser parte del mundo del ron. También tenemos a nuestra maestra ronera Jassil Villanueva, quinta generación de la familia Brugal y la Master Ronmelier más joven del mundo. Actualmente, las mujeres estamos tomando partido en esta industria y pienso que la industria ya no es de ellas ni de ellos, sino que es de todos.
En Casa Brugal, empezaste a trabajar con solo 19 años. ¿Cómo ha sido tu evolución personal y profesional dentro de la compañía y qué consejos o aprendizajes de tu familia destacarías ahora como los más valiosos?
Mi evolución profesional y personal ha sido un recorrido fascinante y la clave de ello ha sido el tiempo. Un gran destilado no es nada por sí solo. Necesita tiempo para convertirse en un ron extraordinario y eso se consigue con mucha paciencia y también madurando el ron en barricas cuanto sea necesario. Pienso que los seres humanos también somos así y necesitamos tiempo para crecer, para madurar, para desarrollarnos. El tiempo ha sido la clave principal y ha ido acompañado del apoyo familiar, de esos consejos tan acertados que me han dado mi familia, mis padres, mi esposo, mi hijo o mis hermanos.
Uno de los consejos que llevo siempre muy presente es el que me dieron mis padres cuando me dijeron que aquello que eligiese hacer lo hiciera con mucho amor y con mucha pasión, pero, sobre todo, que me hiciera feliz. Y creo que estoy siendo plenamente feliz con lo que hago.
“Cada sorbo de Ron Brugal es diferente dependiendo del envejecido que tenga y nosotros tenemos uno para cada ocasión y gusto”.
Además de tu formación en Ingeniería de Sistemas y Marketing, te especializaste en Química y destilados y te convertiste en Master Ronmellier de la República Dominicana. ¿Qué se necesita para llegar a ser una buena ronmellier y en qué tendríamos que fijarnos para saber que un ron es de buena calidad?
Lo primero que tienes que hacer es amar el ron. Y lo segundo es estudiar mucho, porque esto es una industria cambiante y cada día vamos aprendiendo cosas nuevas. Un Master Ronmelier tiene que saber cómo es la esencia del ron, saber sus características con solo olerlo, verlo o con llevárselo al paladar. Y hay que educar esos sentidos, trabajarlos bien, esforzarse y oler mucho.
Un profesor que a mí me ayudó mucho fue Pedro Perales, venezolano y un apasionado del ron. Él me dijo: «¡Susana, huele la vida, huélela, porque tenemos todos los olores alrededor y eso te va a ayudar siempre a encontrar los aromas del ron!». O mi tío Nano, que me decía siempre que el tiempo y la paciencia eran la única manera de aprender a encontrar los aromas. Yo tardé mucho tiempo en encontrar los diferentes matices del ron, pero cuando encontré el primer aroma, para mí fue todo un mundo.
Todo ese aroma, el color y el sabor del ron vienen dados exclusivamente por esas barricas de alta calidad que hemos tenido durante años en nuestras bodegas. Barricas de roble blanco americano ex bourbon, de roble rojo europeo ex Pedro Ximénez, barricas ex coñac o nuestro ron maestro reserva procedente de barricas de roble blanco donde antes envejeció oloroso. La madera es nuestro corazón y lo que nos hace tener esas notas a caramelo, a frutos secos, a frutos maduros o a diferentes especias. Cada sorbo de Ron Brugal es diferente dependiendo del envejecido que tenga y nosotros tenemos uno para cada ocasión y gusto.
“Tardé mucho tiempo en encontrar los diferentes matices del ron, pero cuando encontré el primer aroma, para mí fue todo un mundo”.
Como Embajadora de la marca, colaboras con chefs de renombre y formas a profesionales del sector en todo el mundo. ¿Qué objetivo tienen esas catas y talleres y qué reacción o respuesta de los participantes han logrado emocionarte más?
Cuando nosotros hacemos esas catas, esos maridajes, esas experiencias… lo que tratamos es de educar a los futuros consumidores a que vean en el ron una bebida tan especial como cualquier otra bebida premium que pasa por un proceso de fermentación, de destilación, de envejecimiento. Hacer ron no es fácil, y hacer Ron Brugal de tan alta calidad toma su tiempo. Queremos que lo aprecien y que no crean que el ron solo sirve para mezclarlo. Se puede mezclar, sí, pero también hay que saber apreciarlo, catarlo, olerlo y probarlo solito o «neat», como decimos nosotros, para entender los envejecidos que hacemos.
Transmitir a los demás lo que cinco generaciones de mi familia me han enseñado, me hace muy feliz. Cuando organizo las experiencias, la primera reacción de la gente al ver que soy una mujer es como de decepción y sorpresa, pero a medida que vamos avanzando y voy explicando todo, van conectando y pierden un poco esa timidez. Y cuando, por fin, dicen: «yo siento el caramelo o los frutos secos o la vainilla y los frutos maduros», para mí eso es maravilloso porque les veo la cara de satisfacción y sé que están disfrutando de verdad.
La colaboración que hacemos con los chefs también es muy importante porque las personas no se imaginan que podemos hacer cenas, comidas o eventos maridados solamente con ron.
En este viaje tan emocionante, hemos colaborado por ejemplo con el chef Dani García. Él ha hecho exquisitas creaciones, sobre todo con nuestro Brugal 1888, maridándolo con sabores tanto ácidos como dulces y salados porque este es un ron muy versátil y gastronómico.
El ron está muy vinculado a la cultura caribeña y a la hospitalidad dominicana. ¿Cómo trabaja Brugal para mantener toda esa esencia en cada botella y seguir presumiendo de ser una marca país?
El ron es Caribe y el Caribe es ron. Ambos conceptos van ligados completamente y queremos que en cada gota de Ron Brugal se sienta la alegría del dominicano, su hospitalidad y lo especial que somos. Todo eso lo logramos manteniendo siempre un ron de alta calidad con ingredientes que son puramente dominicanos.
La malla que recubre nuestro ron también nos identifica y siempre vamos a encontrar una vistiendo la botella o bien rodeando el estuche. La malla se convirtió en un icono de nuestro ron y de la República Dominicana. Un familiar nuestro viajó a la India y vio que toda la comida y la bebida premium iban siempre envueltas en una malla. Cuando regresó, adaptó esa malla a nuestro ron y ahora nos representa e identifica.
“Queremos que en cada gota de Ron Brugal se sienta la alegría del dominicano, su hospitalidad y lo especial que somos”.
Brugal tiene más de 135 años de historia, pero también apuesta por la innovación. ¿Cómo se equilibran tradición y vanguardia en sus productos y hacia dónde piensas que debería evolucionar la marca para conectar con un público cada vez más exigente?
Ron Brugal respeta sus raíces, pero siempre hemos apostado por la innovación. Cinco generaciones de maestros roneros se han dedicado a viajar por todo el mundo, buscando esa innovación y esa inspiración. Desde la primera generación, que fue con papá Andrés, íbamos muy avanzados a los tiempos de entonces porque él fue quien ideó que se envejeciera el ron. Luego sus hijos lo implementaron y así, de generación en generación, ha ido evolucionando.
Hoy, seguimos innovando y uno de nuestros últimos lanzamientos ha sido Andrés Brugal Edición 02. Un envejecido ultra premium del que solamente hay 416 botellas en todo el mundo, 30 de ellas disponibles en España. Las botellas son de cristal soplado y hechas a mano, y todas contienen el ron seleccionado de cuatro únicas barricas que conservan el ADN auténtico de Ron Brugal, de aquellas primeras barricas envejecidas y de las nuevas. Una mezcla fantástica y de lujo que va en un estuche que representa esa maleta que los maestros roneros llevaban en sus viajes. Por aquel entonces, los viajes se hacían en barco y no eran fáciles porque tenían que custodiar bien ese ron que llevaban a otros países.
Ese estuche de Andrés Brugal Edición 02. es de roble blanco americano, tallado a mano, y va también con la malla. Cuando lo abres hay unos espejos donde plasmamos el mapa de los Estados Unidos y el tono dorado contrasta con el color ámbar del ron. Es una belleza. Y más cuando le das la vuelta a la botella y ves la brújula. Una brújula que dirigió todos los trayectos de papá Andrés y que, para nosotros en Casa Brugal, se ha convertido en la brújula moral de la herencia, de la calidad, del ‘expertise’ y, por supuesto, de nuestra pasión.