Balance del sector fotovoltaico: madurez, desafíos y oportunidades
Rafael Benjumea | 19/11/2025

El sector fotovoltaico español se encuentra en un momento de inflexión. Tras años de crecimiento acelerado que nos han posicionado como referente europeo, el mercado entra en una fase de madurez y estabilización. Pero madurez no significa estancamiento. Al contrario, representa la consolidación de una industria dinámica, innovadora y cada vez más esencial para el futuro energético y económico de España.
Los datos del Informe Anual 2024 de UNEF, presentado recientemente, ofrecen una fotografía completa de dónde estamos y hacia dónde vamos. Y la fotografía es clara: un sector que ha demostrado su resiliencia, su capacidad de adaptación y, sobre todo, su carácter imprescindible para la economía española.
En 2024, el sector fotovoltaico español instaló 7,2 GW netos, consolidando nuestra posición como segundo mercado europeo. Desde 2019, venimos instalando una media de 6.000 MW anuales en plantas en suelo, un ritmo que esperamos mantener o superar en 2025.
Hoy contamos con más de 40.000 MW de capacidad acumulada total, y la fotovoltaica representa ya el 20 % de la estructura de generación eléctrica en España. Más aún: en producción de energía también estamos en cabeza, consolidando este año el liderazgo como primera fuente de generación eléctrica del país.
Pero los números no solo hablan de megavatios. Hablan de empleo, de innovación, de competitividad. El sector aportó 10.694 millones de euros al PIB nacional en 2024, representando el 0,7 % del total. Empleamos a casi 147.000 personas, generando empleo de calidad distribuido por toda España. Nuestras exportaciones alcanzaron los 3.421 millones de euros, superando en aproximadamente un 15 % el valor de las exportaciones de vino, uno de los sectores emblemáticos de nuestro país.
Hay otro dato que merece especial atención: el sector fotovoltaico español invierte en I+D un 3,78 %, triplicando la media de la industria española y demostrando nuestro compromiso con la innovación y el desarrollo tecnológico. Además, generamos una balanza fiscal positiva de 1.962 millones de euros.
Obstáculos y desafíos
Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos. El primero es el escenario de precios. La tecnología fotovoltaica captura precios muy inferiores al precio medio del mercado, llegando en ocasiones a precios negativos. En septiembre de 2025 ya habíamos acumulado 759 horas de precios cero o negativos, superando las 696 horas totales de 2024. Esta situación genera dificultades para conseguir financiación y puede poner en jaque la viabilidad de muchos proyectos. Tenemos un sistema marginalista de fijación de precios para una tecnología sin costes marginales, una contradicción que necesita solución urgente.
La planificación de redes revela datos esperanzadores: hay 89 GW de puntos de conexión solicitados, una demanda potencial tres veces superior a la demanda media actual. Ya tenemos 43 GW de permisos concedidos y 27,5 GW en planificación hasta 2030, llegando a un total de 70,5 GW de puntos de conexión de demanda. Esta es una oportunidad que como país no podemos desperdiciar. Nuestra mayor prioridad es que esa demanda salga a concurso cuanto antes para que como sector podamos darle respuesta.
El gran desafío de esta década es la electrificación, nuestra gran asignatura pendiente. España ha tenido un éxito rotundo en la descarbonización del sector eléctrico, alcanzando el 65% de renovables en el sistema. Sin embargo, en usos finales apenas hemos pasado del 8% al 10%. Si la fotovoltaica da una ventaja competitiva histórica a nuestra economía, tenemos que extender esa ventaja a todo el tejido industrial a través de la electrificación.
Como siguiente reto tenemos el almacenamiento. En UNEF lo tenemos claro: no entendemos una planta fotovoltaica sin su solución de almacenamiento que la acompañe. El almacenamiento no solo extiende las horas de energía barata y hace más atractiva la inversión industrial en España, sino que además este año se ha revelado como fundamental para la seguridad de suministro y la robustez de la red. Para fomentarlo necesitamos resolver barreras administrativas, especialmente en lo que respecta a la hibridación. El autoconsumo también requiere atención inmediata. En 2024 experimentó una caída del 31 % en la potencia instalada, causada por la percepción de precios bajos de la energía, problemas de tramitación y la finalización de las subvenciones Next Generation. Necesitamos simplificación administrativa, desgravaciones fiscales y fomento decidido del autoconsumo colectivo y las comunidades energéticas. Otro desafío es la aceptación social. Frente a la proliferación de plataformas cada vez más profesionalizadas, que contaminan el debate público con noticias falsas en nombre de intereses competitivos, nuestro sector tiene que seguir aspirando a la excelencia y saber visibilizar los casos de éxito y aquello que hacemos bien. Los casos de éxito no solo existen, sino que son la mayoría: hoy los informes de la consultora EMAT ya demuestran que las plantas fotovoltaicas se convierten en refugios de biodiversidad. El Estudio Cuantitativo de los Impactos Socioeconómicos Locales de la Energía Solar Fotovoltaica de la Universidad Carlos III demuestra el impacto socioeconómico positivo en el mundo rural: aumento del empleo, del valor de las propiedades y de las finanzas públicas locales. Con el Sello de Excelencia en Sostenibilidad de UNEF, que ya certifica prácticas excelentes en 61 plantas (4.725 MW), demostramos nuestro compromiso
con la excelencia.
También vemos con preocupación que, aunque la mayoría de comunidades autónomas tienen una apuesta firme por el desarrollo de la energía fotovoltaica, algunas comunidades establecen barreras injustificadas que ponen en riesgo la ventaja competitiva de la fotovoltaica. El impuesto en Aragón, la moratoria al almacenamiento en Asturias o la Ley del Paisaje de La Rioja, cuya constitucionalidad está hoy en cuestión, son ejemplos de ello. Lejos de legislar poniendo barreras injustificadas, es fundamental que haya responsabilidad política, y lanzar un mensaje de seguridad jurídica a los inversores en una tecnología limpia y que aporta una ventaja competitiva histórica a nuestro país.
Balance
No puedo hacer balance del último año sin mencionar el apagón del 28 de abril. En los primeros días, una tormenta mediática sin precedentes culpó a la energía solar del colapso. Hoy, los tres informes oficiales (MITECO, REE y ENTSO-E) coincidieron: el principal problema fue la falta de control de tensión. Por una cuestión regulatoria, solo las centrales térmicas podían realizar esta función, cuando las renovables ya tenían la capacidad técnica para hacerlo.
Pero gracias al Procedimiento de Operación 7.4, en 2026 tendremos un sistema mucho más robusto y más barato en el que las renovables podrán contribuir al control de la tensión. La fotovoltaica con almacenamiento será garante de la estabilidad y seguridad del sistema.
El año transcurrido ha sido una demostración de madurez, en la que hemos probado que el sector fotovoltaico es imprescindible para el presente y el futuro energético de España, tanto para robustecer nuestro sistema eléctrico como para brindarnos beneficios socioeconómicos a nivel local y aportar una ventaja competitiva histórica a nuestra industria. España es el país del sol en el momento en que más necesitamos la energía solar. Aprovechémoslo.







