Guillermo Martínez y Vicente Silvestre, fundadores de Royal
Este 2025 habéis comenzado vuestra expansión internacional, con presencia activa en París, EE. UU y preparativos para China. ¿Cuáles son los principales retos de producir contenidos para mercados tan diferentes?
El reto principal es asumir que el lujo no significa lo mismo en cada mercado. No se vende igual un perfume, una prenda o un coche en Europa que en Estados Unidos, y el salto cultural y de segmentación es aún mayor en China. Por eso, para nosotros el trabajo empieza por entender los códigos locales (cultura visual, ritmos narrativos, sensibilidad aspiracional) y, después, traducirlos siempre teniendo muy claro nuestro sello creativo.
Operativamente, producir en distintos países exige un modelo fuerte, en el que podamos contar con partners locales, talento internacional, control de calidad y un sistema de trabajo que mantenga consistencia. China, además, es un mercado con lógicas propias y requiere una aproximación especialmente estratégica; por eso estamos trabajando el desembarco con criterio y estructura.
LVMH fue uno de los primeros grupos en confiar en vuestra proyección exterior, seguido por Meliá, Inditex o Porcelanosa. ¿Qué claves han sido determinantes para que marcas globales elijan a una productora española para proyectos de alto prestigio?
Porque hoy las marcas globales no buscan solo “producción”: buscan criterio, craft y una identidad visual coherente. Nosotros no competimos por volumen; competimos por estándar y por la capacidad de construir imágenes que sostengan el posicionamiento de una marca en mercados hipercompetitivos. Además, hemos construido un ecosistema muy concreto: talento joven (muchas veces detectado de forma orgánica), una cultura interna exigente con la estética y un enfoque editorial muy conectado con moda, arte y cine. Esa combinación hace que grupos y marcas que operan a escala internacional confíen en una productora nacida en España para proyectos de alto prestigio.
Royal ha sido seleccionada para la producción de la campaña global del nuevo Body Mist de Calvin Klein, un hito que sitúa a España en el centro de la creatividad internacional. ¿Qué ha significado este proyecto para la compañía?
Ha sido un hito por dos motivos: por un lado, el hecho de trabajar con una marca tan potente como Calvin Klein te da una validación internacional y por otro te permite crecer operativamente. Liderar la producción de una campaña a nivel mundial para una marca con un lenguaje visual tan reconocido demuestra que desde España se puede producir a nivel global sin perder sofisticación creativa ni rigor de producción.
También refuerza nuestra forma de trabajar con partners estratégicos. En este caso, la colaboración con Double MMINDS y un equipo artístico internacional elevó el proyecto y confirmó que el talento creativo español puede liderar campañas globales para el lujo y la cosmética.
Decís que buscáis «menos clientes, pero mejores», una filosofía poco habitual en un sector tan competitivo. ¿Qué impacto ha tenido esta decisión en la consolidación de vuestra marca?
Fue una decisión estratégica de calado: dejar proyectos pequeños y priorizar lujo y proyectos de mayor impacto. Veníamos de un momento en el que la compañía estaba muy atomizada y aprendimos que decir “sí a todo” no construye posicionamiento, todo lo contrario, lo diluye. Seleccionar mejor nos permitió crecer con coherencia. Por otro lado, desde el punto de vista económico, ese foco se ha traducido en consolidación: la compañía ha alcanzado entre cuatro y cinco millones de euros de facturación y ha fortalecido su atractivo para abrir una nueva etapa de crecimiento.
Con campañas globales, expansión internacional y nuevos proyectos creativos, ¿qué visión compartida diríais que define a Royal para los próximos cinco años y qué papel queréis jugar en la industria audiovisual del lujo?
Nuestra visión es consolidar Royal como una creative house de referencia en todo lo referido al lujo a nivel audiovisual, con presencia real en mercados clave como son Europa, Estados Unidos y Asia, manteniendo un ADN estético reconocible e incorporando tecnología, utilizando la IA como herramienta y nunca como sustitutivo de la mirada humana en nuestras creaciones. Para sostener esa ambición con estructura, estamos trabajando una fase de crecimiento donde cobra importancia un socio estratégico sectorial, pero con una condición no negociable: no perder identidad ni control creativo.









