Alexandra Uzcátegui, cofundadora y CEO de Sweet Space Museum

Desde su apertura en Madrid, Sweet Space ha crecido como un ecosistema artístico en expansión, donde colaboran figuras como Ágatha Ruiz de la Prada, Okuda o Felipao, y donde cada sala es una puerta a la imaginación. Alexandra Uzcátegui, su creadora, no solo es una de las empresarias latinas más influyentes, sino también una mente creativa incansable que ha convertido el arte inmersivo en una experiencia familiar inolvidable. Su trayectoria vital, marcada por el viaje constante entre Venezuela, Estados Unidos y España, ha sido clave para construir una propuesta que trasciende el ocio y apuesta por la emoción, la estética y el juego como formas de conexión. Este año, además, el museo ha dado un salto cualitativo con experiencias de realidad virtual como VR Explorers y el aplaudido documental inmersivo Teleport to Venezuela – Mano Tengo Fe, todo mientras prepara su segunda sede en Alcorcón, enfocada a la primera infancia y tematizada como un viaje sensorial por el mundo.

Sweet Space Museum se ha convertido en uno de los espacios inmersivos más reconocidos de Madrid. ¿Cómo nació la idea de crear un museo que combinara arte, color, dulzura y experiencia sensorial?

La idea nació de una mezcla entre intuición y necesidad. Cuando llegué a Madrid, no tenía una red de contactos ni un plan B, pero sí la convicción de que quería crear algo que dejara huella. Venía de vivir en tres países y de ver que el arte podía ser mucho más que una obra colgada en una pared: podía sentirse, olerse, saborearse. Sweet Space nació como un “museo que no fuera museo”, un espacio que rompiera con lo establecido y donde las personas, sin importar la edad, pudieran jugar con el arte. La dulzura es nuestra estética, pero también nuestra actitud: queremos que la gente salga con una sonrisa y una historia que contar.

 

Usted ha vivido en Venezuela, Estados Unidos y España. ¿Qué influencia han tenido esos viajes y culturas en la creación del universo Sweet Space?

Mi vida en estos tres países ha sido como una caja de herramientas creativas. De Venezuela heredé la calidez, el optimismo y la capacidad de encontrar belleza incluso en momentos difíciles. Estados Unidos me enseñó a pensar en grande y a entender que la experiencia es tan importante como el producto. España me dio una profunda conexión con la cultura y el arte contemporáneo. Ese cruce cultural me ayudó a ver que había un vacío en la oferta: experiencias inmersivas que fueran artísticas, sensoriales y abiertas a todos los públicos. No llegué con el peso de lo establecido, sino con la libertad de proponer algo diferente.

 

«España me dio una profunda conexión con la cultura y el arte contemporáneo»

 

Una de las claves del museo es su colaboración con artistas de renombre como Ágatha Ruiz de la Prada, Okuda o Felipao. ¿Qué busca en cada alianza creativa y cómo se logra un equilibrio entre el arte contemporáneo y el entretenimiento para todos los públicos?

Busco autenticidad y valentía para experimentar. Cada artista con el que colaboramos aporta su propio universo visual, y mi trabajo es integrarlo en una narrativa que dialogue con el visitante. No se trata solo de que una obra sea “bonita” o fotogénica, sino de que despierte curiosidad y conversación. El equilibrio se logra respetando la esencia del artista y, a la vez, diseñando la experiencia para que un niño de tres años y un adulto con formación artística puedan disfrutarla de maneras distintas, pero igual de significativas.

 

Recientemente habéis lanzado VR Explorers, una experiencia de realidad virtual pionera en Madrid. ¿Qué aporta de nuevo al universo Sweet Space y cómo encaja con vuestra apuesta por la educación, la sostenibilidad y la inmersión digital?

VR Explorers nos permite llevar al público a mundos imposibles dentro de un espacio físico. Es una herramienta para explorar la naturaleza, el universo y la imaginación desde la experiencia sensorial. La tecnología nos da la oportunidad de contar historias sobre sostenibilidad o biodiversidad de una forma que se queda grabada. Encaja perfectamente con nuestra visión de que el arte y el juego pueden ser vehículos de aprendizaje y conciencia.

 

«VR Explorers nos permite llevar al público a mundos imposibles dentro de un espacio físico»

 

También habéis presentado “Teleport to Venezuela – Mano Tengo Fe”, un viaje inmersivo que conecta con sus raíces. ¿Qué significado tiene para usted acoger en Sweet Space este proyecto y qué mensaje quiere transmitir con él?

Para mí es un acto de amor hacia mi país. Se trata de una película realizada por un joven cineasta japonés que quedó fascinado con Venezuela y quiso retratar su belleza y su esencia. Al verla, sentí que debía compartirla con el público español para que pudieran experimentar esa conexión, aunque estuvieran a miles de kilómetros. Es un homenaje a la resiliencia, la creatividad y la riqueza cultural de Venezuela, no importa cuán lejos estemos, nuestras raíces viajan con nosotros y pueden convertirse en puentes para conectar culturas.

 

En 2026 abriréis un nuevo museo en Alcorcón, con una propuesta enfocada a los más pequeños y basada en “el mundo”. ¿Qué puede esperar el público de esta nueva experiencia y qué papel tendrá el juego como motor de aprendizaje en ese recorrido?

Este nuevo espacio será como un pasaporte para viajar sin moverse de la ciudad. Hemos aprendido de la experiencia que está funcionando tan bien en ABC Serrano, y ahora lo llevamos a un formato mucho más grande, con más interacción y más diversión. Queremos que los niños exploren diferentes culturas y ecosistemas a través del juego, porque jugar es la forma más poderosa de aprender. Habrá instalaciones participativas que fomenten la creatividad, la empatía y la curiosidad. No será solo entretenimiento: será una experiencia que despierte preguntas y ganas de descubrir más.

 

«Queremos que los niños exploren diferentes culturas y ecosistemas a través del juego, porque jugar es la forma más poderosa de aprender»

 

Como emprendedora y madre, ¿qué importancia tiene para usted crear espacios donde el arte, la emoción y la creatividad se vivan en familia desde edades tempranas, y hacia dónde cree que viajará el ocio juvenil en el futuro?

La maternidad ha sido mi brújula. Me ha hecho entender que las familias necesitan lugares donde los niños puedan ser ellos mismos y los adultos puedan reconectar con su parte más creativa. En Sweet Space trabajamos para que esas experiencias sean seguras, inclusivas y significativas. Creo que el ocio juvenil irá cada vez más hacia experiencias que mezclen entretenimiento, aprendizaje y propósito. Y si podemos lograr que esas experiencias sean además intergeneracionales, estaremos contribuyendo a construir una sociedad más creativa y conectada.