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En 1987, Gonzalo Antón, conocido por sus proyectos de hostelería, funda en una pequeña localidad de Rioja Alavesa, Villabuena de Álava, Bodegas Izadi. La iniciativa, en la que le acompañan otras conocidas familias de emprendedores alaveses, se convierte, en poco tiempo, en una bodega de referencia gracias al amplio conocimiento de la gastronomía y la reinterpretación de los viñedos viejos del triángulo que conforman Villabuena, Samaniego y Ábalos. Estos ingredientes desembocan en unos vinos contemporáneos que acompañan a la revolución de la cocina española de los años noventa, con el Congreso de Cocina de Autor de Vitoria como telón de fondo. El éxito de Izadi empuja a Gonzalo Antón, al que se le une su hijo Lalo con el cambio de siglo, a explorar otras zonas vinícolas españolas donde trasladar su modelo vinícola. Su fórmula se asienta sobre el respeto a los varietales autóctonos de cada región al que añade su experiencia en gastronomía para conseguir vinos actuales, dirigidos a un público exigente, y, a su vez, competitivos tanto en el mercado doméstico como en el de exportación.

Izadi, Finca Villacreces, Orben y Vetus son cuatro bodegas de tres Denominaciones diferentes con un mismo germen. ¿Cuál es el origen de Artevino Family Wineries? ¿Por qué y para qué se unen bajo este nombre?

Todo nace con mi padre, quien, con tan solo 37 años, se decide a montar una bodega con un grupo de amigos en Villabuena de Álava, bajo el nombre de Izadi. Aprovechando nuestras raíces familiares en el pueblo, comenzamos a elaborar vino que, en un principio, estaba destinado a sus restaurantes, pero que tuvo gran acogida y tuvo que ir ampliando el número de botellas que elaboraba. Las cosas fueron tan bien que, a principios del nuevo siglo, justo cuando yo me incorporo, nos arriesgamos y diversificamos el negocio entrando en nuevas denominaciones de origen de prestigio. Después de 20 años somos una compañía que, respetando el origen, pues somos conscientes de donde venimos, elaboramos en cuatro regiones diferentes y comercializamos nuestros vinos en más de 50 países.

Al ser un nombre con dos palabras inglesas y presentarse en PROWEIN, la feria del vino de Düsseldorf, ¿se ha pensado en una marca de cara a exportación y unir a estas cuatro bodegas a nivel internacional?

 Artevino es el nombre de la compañía, la que aglutina a las cuatro bodegas, sin embargo, cada una es diferente, tienen su propia personalidad, su público bien diferenciado y funcionan de forma autónoma. Si bien es cierto, que de cara al profesional es una sola la compañía que comercializa los vinos. Cuestión de sinergias y eficiencia. Lo que tenemos claro es que las marcas Izadi, Villacreces, Vetus y Orben tienen personalidad propia y muy marcada, aunque, lógicamente, comparten ciertos valores.

Un nuevo nombre, Artevino Family Wineries. ¿Qué aportará a partir de ahora esta unión de las cuatro bodegas? ¿Cuál es fin de poner un nombre paraguas bajo el que se incluyen las marcas? ¿Se vende más incluyendo el nombre de familia?

Somos una familia de bodegas, cuatro en concreto, pero también hay otros significados a los que alude esa familia. Por un lado, por el carácter familiar de la compañía, donde todos nos conocemos y trabajamos codo con codo. Por otro, la propiedad de la compañía corresponde a una serie de familias de emprendedores de Vitoria con las que mi padre se lanzó en este proyecto.

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La bodega ha invertido más de dos millones de euros en reducir su impacto en el medio ambiente ¿cuáles son los planes estratégicos a nivel de sostenibilidad? ¿Qué hace Artevino Family Wineries por el medio ambiente?

 Para nosotros, la sostenibilidad es algo intrínseco a ser bodegueros y viticultores. Nosotros más que nadie somos quienes tenemos que cuidar la tierra, pues es la que nos da todo, la que da sentido a nuestro negocio. Hemos de protegerla, mantener su biodiversidad pues de ella depende todo el sector enológico. Además, le debemos mucho y por ello hemos implantado diferentes proyectos que reducen la huella de carbono y gestionan mejor los residuos, así como los recursos. De hecho, apostamos por el cultivo ecológico – la mayoría de nuestro viñedo en propiedad está certificado como tal – y hemos obtenido la certificación de Wineries for Climate Protection para todas nuestras bodegas.

Las previsiones del plan estratégico tienen un crecimiento sostenido de un 15 % en los últimos ejercicios. ¿Cuál es la previsión a corto y largo plazo? ¿Habrá un crecimiento mayor?

Pese al parón de la pandemia, en el que aguantamos bastante bien la crisis gracias a la confianza del consumidor, llevamos experimentando un crecimiento sostenido que es fruto de una planificación a medio largo plazo donde hemos hecho hincapié en la internacionalización y la adaptación de nuestros vinos a un mercado tan cambiante. Queremos crecer de forma sostenible y estamos poniendo los recursos necesarios para que así sea.

Hemos pasado una pandemia y ahora la guerra como agente desetabilizador.  ¿Cómo ha afectado o afecta a las cuatro bodegas este panorama internacional? ¿Cómo se ve el futuro después de estar en Prowein?

Lógicamente, la pandemia y el cierra de la hostelería fue un bache en el camino bastante importante, aunque pudimos capearlo bien gracias a la venta on-line y el consumo en el hogar. A día de hoy, nos movemos en cifras prepandemia, por lo que la evolución es positiva. No obstante, la guerra en Rusia sí que genera cierta preocupación, sobre todo por el encarecimiento de las materias primas y la incertidumbre de algunos países a las que el conflicto afecta más de cerca. Confiamos en que todo vuelva a una situación más estable para que se mantenga el consumo como lo ha hecho hasta ahora.