Fernando Gonzalo, Co-Ceo, director de operaciones y socio de Hausera

Hausera ha alcanzado una tasa de éxito del 100 % en sus operaciones terminadas. ¿A qué atribuye este alto nivel de éxito y cómo se aseguran de mantenerlo?

La clave está en que accedemos a inmuebles con mucho potencial de revalorización, pero somos además muy conservadores en las estimaciones de posibles plusvalías a obtener. Nuestro precio objetivo de venta siempre está por debajo del precio de mercado, por lo que podemos cerrar operaciones con relativa facilidad para cumplir plazos y obtener la rentabilidad prevista. Para mantener esta tasa de éxito en el 100 % hemos hecho un cambio en nuestro modelo de remuneración, eliminando nuestros honorarios del coste de la operación. Solo obtenemos ganancias si los inversores han obtenido íntegramente la rentabilidad prevista. Esto reduce aún más el precio mínimo de venta para cumplir el objetivo y se convierte en un modelo donde Hausera va completamente a éxito.

¿Cuáles son los principales factores que impulsan el crecimiento de Hausera?

Nosotros nos encargamos de todos los procesos: búsqueda del activo, trámites legales, reforma y comercialización. Al ser los promotores y trabajar exclusivamente en zonas donde tenemos estructura propia, reducimos muchas capas de riesgo. Y eso da mucha confianza a los inversores. En este sector, conocer bien la zona en la que operas es crucial.

Hausera transforma inmuebles no habitables en viviendas asequibles. ¿Cómo impacta esto en las comunidades locales y qué desafíos enfrentan durante este proceso?

El problema del acceso a la vivienda en España es enorme debido a la falta de oferta y a una demanda creciente. Nosotros aportamos nuestro granito de arena al devolver al mercado activos que estaban fuera del mismo: edificios vandalizados, a medio terminar, locales comerciales sin actividad… Somos conscientes de que a nivel global es una gota en el océano, pero a nivel local sí que tiene impacto porque a la escasa oferta disponible le añadimos opciones de vivienda a precios accesibles. Y además, las zonas mejoran porque desaparecen esos activos en desuso.

¿Qué estrategias implementa Hausera para fidelizar a sus inversores?

Más allá de brindar una atención personalizada y ser muy transparentes en todos los procesos, impulsamos la diversificación aportando un 1 % de rentabilidad extra por invertir en dos o más oportunidades consecutivas. Nuestra tasa de repetición no deja de sorprendernos, ya que está por encima del 80 %. Lanzando una oportunidad de inversión cada mes, son cifras que demuestran una gran confianza por parte de nuestra comunidad.

¿Cuáles son las innovaciones más significativas que Hausera ha introducido en el sector del crowdlending inmobiliario?

Además del mencionado modelo de remuneración 100 % a éxito y de la tipología de inmuebles que trabajamos, creo que nos hemos diferenciado por la cantidad de información que compartimos sobre el estado de los proyectos. Ya que se trata de un activo tangible, como es una vivienda, queremos que los inversores puedan seguir de cerca toda la evolución de la reforma. Así que difundimos constantemente vídeos sobre los avances de las obras o sobre el estado de la comercialización. Este seguimiento no se puede hacer en la mayoría de inversiones en otros productos financieros, así que lo aprovechamos al máximo porque sabemos que aporta mucho valor.

¿Cómo ve el futuro del crowdlending inmobiliario y qué papel jugará Hausera en su evolución?

Creemos que el mercado va a crecer exponencialmente y que va a evolucionar hacia la especialización, formándose un ecosistema sólido donde coexistirán varios players que trabajen distintas tipologías de activo, de zona, de modelo económico… Tanto la financiación alternativa como las inversiones colectivas son tendencias al alza que en los próximos años van a alcanzar cifras de negocio impensables a día de hoy, y queremos que Hausera tenga un rol protagonista apoyado por un track record impecable. Las plataformas que no lo tengan se quedarán fuera de esta carrera porque los inversores van a ser cada vez más exigentes.