Miguel López-Quesada, Presidente de Dircom
¿Qué supone para el Dircom formar parte de la CEDE? ¿Cuáles son los principales objetivos y resultados esperados de esta alianza?
Formar parte de CEDE representa, para Dircom, mucho más que una alianza institucional: es una declaración de principios. Es situar la comunicación en el corazón mismo del liderazgo empresarial, allí donde se debaten y se definen las grandes decisiones que impactan en el futuro de nuestras organizaciones y de la sociedad.
Esta integración reconoce algo fundamental: que la comunicación ya no es –si es que alguna vez lo fue– un complemento de la gestión, sino una palanca estratégica.
Hoy, el dircom debe ser un actor clave en los comités de dirección, contribuyendo no solo a la construcción de la reputación, sino también al impulso de la sostenibilidad, la cultura corporativa y la coherencia entre propósito, estrategia y acción.
Desde Dircom, buscamos con esta alianza dos grandes objetivos. Primero, reforzar el reconocimiento del valor del director de Comunicación, Asuntos Corporativos y Relaciones Institucionales como directivo con visión transversal, capaz de conectar con todos los grupos de interés y de aportar perspectiva en la toma de decisiones. Segundo, fomentar el diálogo con otras disciplinas directivas, porque los retos actuales exigen soluciones integradas, pensamiento colectivo y liderazgo compartido.
Se trata de generar influencia real, de abrir espacios de reflexión y de contribuir a un modelo de liderazgo más transparente, más ético y más conectado con las personas.
Esta integración reconoce algo fundamental: que la comunicación ya no es –si es que alguna vez lo fue– un complemento de la gestión, sino una palanca estratégica.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los directores de Comunicación hoy en día?
El director de Comunicación, Asuntos Corporativos y/o Relaciones Institucionales se enfrenta a un entorno de una complejidad sin precedentes. No hablamos solo de cambios tecnológicos o de nuevas plataformas, sino de una transformación profunda en la forma en que las organizaciones se relacionan con sus públicos, gestionan su legitimidad y proyectan su propósito. En este contexto, el mayor desafío quizás no sea adaptarse al cambio, sino anticiparlo y darle sentido.
La comunicación ya no puede ser reactiva ni táctica. Nos enfrentamos a una creciente polarización social, donde los discursos se radicalizan, los matices desaparecen y las empresas pueden convertirse —a veces sin buscarlo— en actores políticos o sociales. Esto obliga al dircom a desarrollar una capacidad excepcional para leer el contexto, gestionar el riesgo reputacional y proteger la coherencia del relato corporativo frente a una opinión pública fragmentada y volátil.
Además, vivimos en un entorno de hiperexposición permanente, donde cualquier acción, mensaje o incluso silencio se interpreta y se comparte de forma inmediata. Esta presión constante exige que la comunicación no solo sea transparente, sino profundamente ética, conectada con los valores reales de la organización. La credibilidad, más que nunca, se convierte en un activo estratégico que se construye con hechos, no con campañas.
En paralelo, asistimos a una transformación del propio liderazgo. Las empresas son evaluadas no solo por sus resultados financieros, sino por su impacto social, su compromiso con la sostenibilidad y su capacidad para generar confianza. En este escenario, el dircom tiene un papel esencial como garante del propósito corporativo, impulsor de la cultura interna y traductor de la estrategia en un lenguaje que movilice e inspire.
Por otro lado, la tecnología plantea retos apasionantes, pero también complejos. La irrupción de la inteligencia artificial, la automatización de contenidos o el uso de datos para personalizar la comunicación abren enormes oportunidades, pero también nos interpelan sobre los límites éticos, la privacidad y el papel irremplazable del juicio humano. Aquí, el dircom debe ejercer un liderazgo responsable, que combine innovación con criterio y sensibilidad.
Las empresas son evaluadas no solo por sus resultados financieros, sino por su impacto social, su compromiso con la sostenibilidad y su capacidad para generar confianza. En este escenario, el dircom tiene un papel esencial como garante del propósito corporativo, impulsor de la cultura interna y traductor de la estrategia en un lenguaje que movilice e inspire.
¿Cómo aborda DIRCOM el cambio constante en los medios digitales y sociales, sobre todo ahora con la irrupción de la inteligencia artificial?
En Dircom somos muy conscientes de que el ecosistema digital y social se encuentra en una evolución permanente, y que esa transformación no solo cambia las plataformas, sino también las lógicas de influencia, los códigos del liderazgo y las expectativas que la sociedad tiene sobre las organizaciones. La irrupción de la inteligencia artificial acelera aún más esta dinámica, abriendo un nuevo paradigma que no es solo tecnológico, sino profundamente cultural y ético.
Nuestro enfoque parte de una convicción clara: el cambio no debe ser temido, debe ser comprendido, anticipado y liderado. Por eso, desde Dircom promovemos una actitud activa y crítica ante la transformación digital. Trabajamos para que los directores de Comunicación no solo conozcan las nuevas herramientas, sino que entiendan su impacto en la reputación, en la narrativa y en la relación con los distintos stakeholders. La tecnología debe estar al servicio del propósito, no al revés.
La inteligencia artificial, en particular, plantea retos que van mucho más allá de la eficiencia operativa. Estamos hablando de cómo se genera el contenido, cómo se filtra la información, cómo se construye la verdad en entornos algorítmicos, y también de cómo se preserva la autenticidad en un mundo donde lo sintético puede ser indistinguible de lo real. En este escenario, el rol del dircom es más crucial que nunca: necesitamos perfiles capaces de combinar conocimiento tecnológico con criterio humanista, capaces de interpretar datos sin perder de vista el contexto social, político y reputacional en el que se insertan.
Desde la Asociación, abordamos este desafío en tres niveles:
Primero, desde la formación y actualización continua, con espacios de aprendizaje sobre IA –como Aula Dircom–, big data, automatización y nuevas narrativas. Segundo, desde la reflexión ética, promoviendo debates sobre los límites, las implicaciones y las responsabilidades que deben asumir los comunicadores en el uso de estas tecnologías. Y tercero, desde la incidencia estratégica, para que el dircom tenga voz en la definición de las políticas digitales de las compañías y en la gobernanza de la innovación.
¿Cuál es el impacto de la comunicación en la reputación y la sostenibilidad empresarial?
La comunicación es uno de los pilares fundamentales sobre los que se construyen la reputación y la sostenibilidad empresarial. No se trata únicamente de transmitir mensajes, sino de generar sentido, de dar coherencia al propósito corporativo y de establecer vínculos de confianza duraderos con los distintos grupos de interés.
En términos de reputación, la comunicación permite convertir los valores y comportamientos de una organización en una narrativa comprensible y creíble. Esa narrativa, cuando está alineada con la acción, genera confianza, y la confianza –hoy más que nunca– es un valor diferencial en los mercados. La reputación no es un intangible etéreo; es un activo estratégico que impacta directamente en la competitividad, la atracción de talento, el acceso a financiación o la capacidad de las empresas para generar alianzas sólidas y duraderas.
En el ámbito de la sostenibilidad, la comunicación cumple un rol decisivo como impulsora del cambio cultural dentro de las organizaciones. No basta con tener una estrategia ESG bien diseñada: es necesario que esa estrategia sea comprendida, compartida y asumida por todos los niveles de la compañía. La comunicación traduce ese compromiso en acciones visibles, facilita el diálogo con los grupos de interés y permite rendir cuentas de forma transparente, lo cual es clave para evitar caer en prácticas de greenwashing o en promesas que no se sostienen en la realidad.
¿Cuál es su visión para el futuro de DIRCOM en los próximos cinco años?
Después de más de tres décadas de historia, Dircom ha ayudado a posicionar la función de comunicación como una disciplina estratégica dentro del tejido empresarial e institucional español. Esa consolidación nos permite ahora mirar al futuro con la responsabilidad de evolucionar al ritmo que exigen los nuevos tiempos y con la vocación de seguir aportando valor desde un liderazgo aún más transformador.
Mi visión para los próximos cinco años parte de una premisa fundamental: el papel del dircom está llamado a ser aún más relevante. La sociedad demanda organizaciones más humanas, más responsables y más transparentes, y la comunicación es el vínculo que conecta a las empresas con esas expectativas.
Nuestra intención pasa por reforzar nuestro rol como referente estratégico, seguir siendo el espacio común de los comunicadores donde se piensa y se anticipa el futuro de la comunicación. Para ello, seguiremos apostando por la generación de conocimiento y actividades, los encuentros con líderes, la formación avanzada y el análisis de tendencias clave.
Al mismo tiempo, queremos que Dircom sea una plataforma de influencia real. Que la voz del dircom esté presente en los grandes debates sobre el modelo económico y social del país. Que se reconozca su papel como asesor estratégico en los órganos de decisión, como garante de la coherencia ética y como constructor de confianza. Y también, que siga siendo un espacio de diálogo intergeneracional y sectorial, que conecte talento, experiencia y diversidad.