El teletrabajo marca récord en España, pero solo alcanza al 6 % de los asalariados

El teletrabajo alcanzó en 2024 su máximo histórico en España con 3,3 millones de ocupados trabajando desde casa, el 15,37% del total, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta cifra supera incluso el registro de 2021, en plena pandemia, cuando se contabilizaron 3,03 millones de personas teletrabajando. Sin embargo, el auge del trabajo en remoto es menos profundo de lo que parece: solo el 6,24% de los asalariados realiza su actividad laboral más de la mitad de los días de la semana.

Auge del modelo híbrido

Por primera vez, en 2024 el número de teletrabajadores ocasionales superó al de los habituales. Los asalariados que trabajan en remoto menos de la mitad de la semana ya representan el 6,38% del total, frente al 6,24% que lo hacen de forma regular. Esta tendencia refleja el crecimiento del modelo híbrido, entendido más como un incentivo laboral que como una verdadera transformación de la organización del trabajo.

Entre los autónomos, el comportamiento ha sido más estable. Al cierre del año pasado, un 31,27% de ellos trabajaban desde casa, cifra prácticamente idéntica a la de 2019 (30,21%). En cambio, entre los asalariados, el teletrabajo se ha triplicado en seis años: del 4,12% de 2019 al 12,61% actual.

Las empresas lo ven como un beneficio, no como una mejora productiva

El repunte del teletrabajo no implica necesariamente que se haya consolidado como fórmula productiva. Según los expertos, muchas empresas lo mantienen más como un «regalo» o incentivo para atraer talento cualificado, que como una herramienta para mejorar la eficiencia.

Los costes asociados —como los gastos de electricidad, climatización o equipos— siguen recayendo mayoritariamente en los empleados. Aunque la ley exige a las empresas cubrir estos costes si el trabajo a distancia supera el 30% de la jornada, la mayoría prefiere mantenerse por debajo de ese umbral. De ahí el auge de las jornadas híbridas.

Una fórmula con límites estructurales

A pesar del crecimiento del trabajo en remoto, este sigue estando restringido a determinados perfiles profesionales: directivos, técnicos, desarrolladores o personal de oficina. Su alcance real sigue siendo limitado en un país con un tejido productivo dominado por servicios presenciales como hostelería, comercio, construcción o logística.

Además, los cambios regulatorios —como la reducción de jornada a 37,5 horas— están llevando a algunas empresas a replantearse la viabilidad del teletrabajo híbrido. El argumento: la jornada reducida requiere mayor presencialidad para mantener la productividad.

Atraer talento sin subir sueldos

En los departamentos de recursos humanos, el teletrabajo se ha convertido en una herramienta para competir por el talento cuando no es posible ofrecer mejores salarios. La promesa de mayor flexibilidad, en forma de uno o dos días de teletrabajo, sirve como reclamo para atraer y retener empleados sin incrementar el gasto salarial.

No obstante, su impacto en la productividad sigue sin estar evaluado con rigor. La falta de estudios sistemáticos en España hace que las decisiones empresariales se basen en percepciones más que en datos objetivos. La fórmula seguirá extendiéndose mientras la balanza entre costes y beneficios se mantenga favorable, pero su consolidación definitiva aún está por ver.