La morosidad empresarial entra en una fase de riesgo creciente en Norteamérica y Europa

Escalada internacional de la deuda impagada

Empresa | Redacción | 01/12/2025

Edificios Bienestar laboral

La morosidad corporativa y comercial está repuntando en las economías desarrolladas y muestra patrones que recuerdan a los meses previos a la crisis financiera de 2008. En Estados Unidos, la deuda de tarjetas de crédito con más de 30 días de mora alcanzó el 14,1 % en el primer trimestre de 2025, prolongando una tendencia ascendente iniciada en 2022. En el inmobiliario comercial, la mora de los productos CMBS subió al 6,65 % en marzo, mientras que los préstamos empresariales corrientes se sitúan en torno al 1,3 %, según la Reserva Federal.

En Europa se detectan señales similares y el deterioro de los indicadores apunta a un entorno financiero más frágil. La combinación de tipos de interés elevados, tensiones de liquidez y presión sobre los márgenes está debilitando la solvencia de un número creciente de compañías.

Evolución en España

En España, el barómetro de Crédito y Caución indica que el 51 % de las empresas sufre retrasos en los pagos de sus ventas a crédito, mientras que el volumen de facturas impagadas aumentó un 9 % respecto al año anterior. Otro estudio sitúa en el 62 % las compañías que afrontan plazos de pago superiores a los límites legales, una cifra que no se registraba desde hace años.

Aunque la morosidad bancaria se mantiene en mínimos desde 2008, con un 3,21 %, la brecha entre el crédito financiero y el comercial se amplía. Las pymes, con menores márgenes y un acceso más limitado a la financiación, son las más expuestas a la prolongación de los plazos de cobro.

Mayor uso del buromail y señales de alerta

Legalpin, especializada en mensajería digital certificada, ha detectado un incremento cercano al 20 % en las notificaciones fehacientes de deuda enviadas mediante Buromail desde la entrada en vigor de la Ley 1/2025. Este aumento refleja un cambio estructural: las empresas recurren con más frecuencia a comunicaciones con plena validez jurídica para dar soporte a sus reclamaciones frente a clientes morosos.

La aceleración del riesgo y la fragmentación del problema constituyen el núcleo de la preocupación. Un número creciente de empresas afronta tensiones de liquidez que comprometen su solvencia, capacidad de inversión y crecimiento. La situación recuerda las alertas previas a 2008, en un contexto distinto pero con señales que exigen anticipación y vigilancia.

Gobernanza y necesidad de prevención

La morosidad deja de ser un indicador residual para convertirse en un barómetro de la salud financiera y de la gobernanza empresarial. Los expertos señalan que no basta con contabilizar provisiones: se requieren protocolos sólidos, datos fiables y trazabilidad en los procesos. Cuando las cadenas de pago se alargan, la diferencia entre anticiparse y reaccionar puede determinar la continuidad de muchas compañías.