¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando oímos pronunciar el nombre de Afganistán? ¿Conocemos la historia del país? ¿Sabemos algo acerca de sus habitantes, su cultura, sus manifestaciones artísticas, su vida diaria…? ¿O solamente conocemos una historia parcial…la que de vez en cuando sale en los diferentes medios de comunicación y nos hace tener una visión poco amable, limitada y, por lo tanto, incompleta sobre el país y su realidad?
La República Islámica de Afganistán, cuya superficie de 652.225 Km² es un poco mayor que la de Francia, fue uno de los países recorridos por la famosa Ruta de la Seda que unía Europa con China.
Conecta el sur de Asia con los países de Asia central y está situado en Asia Central y rodeado por 5.520 kilómetros de fronteras con Irán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, China y Pakistán. No tiene acceso al mar, pero precisamente, y debido a esta situación geográfica estratégica, ostenta una rica y variada historia de intercambios comerciales, personales y artísticos que propiciaron esa mezcla de influencias y crisol de culturas y etnias que podemos descubrir en la actualidad.
Desde que en agosto de 1919 se firmó el Tratado de Rawalpindi, que puso paz a la tercera guerra afgano-británica, Afganistán es una nación libre e independiente, dueña de su futuro y es, por tanto, el día 19 del mismo mes la fecha en que la República Islámica de Afganistán celebra anualmente su Fiesta Nacional.
Es la fecha en la que los afganos, la mayoría de los casi 32,1 millones de habitantes que viven en Afganistán, celebran tener la oportunidad de ser dueños de su propio destino y, por tanto, de poder trabajar diariamente por volver a una normalidad de paz, respeto y cooperación mutua en la que poder desarrollarse y tener un futuro sostenible para sus habitantes.
Afganistán, de hecho, ha sido históricamente un país pacífico. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, se mantuvieron neutrales y no sufrieron ni lanzaron ataques contra otros países. En la actualidad, continúa realizando esfuerzos para lograr la paz, la seguridad y el desarrollo que les permita seguir avanzando como sociedad y como país.
Después de 18 años de guerra estadounidense con los combatientes talibanes, el 29 de febrero de 2020, se firmó un acuerdo de paz entre Estados Unidos y los talibanes en Doha (Qatar), que tiene como objetivo allanar el terreno para un diálogo intraafgano entre el Gobierno de la República Islámica de Afganistán y el grupo talibán. El grupo talibán que estuvo en el poder en Afganistán en el período 1996-2001, había acogido y apoyado a Osama Bin Laden, la mente maestra de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington DC.
Tras la Gran Asamblea de agosto de 2020, en la que participaron 3.500 representantes de todo el país, exigieron a los talibanes que detuvieran la violencia, anunciaran un alto el fuego e iniciaran el diálogo con el gobierno; por otro lado, también exigieron a la comunidad internacional que incluyera España para presionar a los talibanes para que cumplan sus compromisos y apoyen al pueblo y al gobierno de la República Islámica de Afganistán.
Y hablando del ansiado fin de la violencia y de la seguridad necesaria para que se de el desarrollo deseado, y por tanto, las manifestaciones artísticas y culturales, es necesario hacer notar que durante siglos, este país fue el nexo de unión e intercambios entre los pueblos de China, India e Irán.
En la Era Islámica, los gobernantes Ghaznavid (siglos X al XII), así como los Ghorids fomentaron el desarrollo artístico. En la dinastía Timurid, la vida cultural de Afganistán prosperó y floreció gracias al gran respeto de los gobernantes por los hombres de conocimiento y los artistas.
Los descendientes de Timur convirtieron la ciudad de Herat en un centro de actividad cultural que atraía a artistas como Abdul Rahman Jami, Abdulhay y Kamal al-Din Bihzad para crear libros finamente ilustrados y edificios exquisitos.
Y al hablar de edificios, ha sido en las ciudades afganas, auténticos centros de intercambio de ideas, paso de viajeros y asentamiento de tendencias por donde la cultura ha dejado una huella importante, desde hace cientos de años que nos han dejado, en muchos casos, un legado arquitectónico digno de admirar.
Nos referimos a poblaciones como Kabul, la capital, que el siglo XIII fue considerada una de las ciudades más cultas y hermosas del mundo conocido, y cuyo Museo ha sido el guardián de piezas de incalculable valor procedentes de las diferentes civilizaciones que habitaron el país, o que los que por el pasaron. Por desgracia, los conflictos de los años noventa lo han destruido en varias ocasiones causando daños a sus colecciones y también ha habido saqueos y venta ilegales de este patrimonio en otros países: actualmente está en proceso de recuperación.
Y en esa recuperación, en 2002 la Red Aga Kan para el Desarrollo, con su importante compromiso por la cultura y el arte, inició la recuperación de los jardines amurallados y en terrazas de Bagh-e Babur, que albergan la tumba de Babur (nombre completo, Zahir-ud-din Mohammad Babur), el fundador del Imperio Mughal; así como múltiples edificios y monumentos en años posteriores.
Bamiyán, enclave famoso por los budas (siglo VI d.C.) que lamentablemente, los talibanes destruyeron en marzo de 2001. Este patrimonio enclavado en el Valle de Bamiyán es un exponente religioso y artístico que entre los siglos I y XIII caracterizó a la antigua Bakhtria. Existen alrededor de mil cuevas en el valle que conforman este centro monástico budista.
Este magnífico conjunto artístico en el Patrimonio Cultural de la Humanidad (año 2004), incluye al Gran Buda, también llamado del oeste o Buda Rojo (55 metros de altura) y al Buda pequeño o del este (38 metros) y las cuevas que los rodean y que daban servicio a los monjes y peregrinos que allí llegaban.
El proceso de recuperación de los restos de la destrucción talibán, clasificación y almacenamiento de los restos de los dos budas ha durado más de 15 años. Y será el esfuerzo conjunto de la comunidad internacional el que podrá hacer posible la recuperación de ambos lugares, si así se estima por todas las partes.
Mazar-e-Sharif (capital de la provincia de Balkh), cuyo significado “Noble Sepulcro” hace referencia a la Mezquita Azul de Hazrat Alí (construida en el siglo XV por el Sultán Husayn Mirza Bayqarah), el santuario que preside en centro de la ciudad. La mezquita (y este es un comentario personal) es absolutamente maravillosa y ha reabierto a primeros del mes de julio después de estar 5 meses cerrada a causa de la pandemia sanitaria mundial.
Otras ciudades como Herat, antigua capital de la cultura afgana, Kandahar, Bagram; Samangan; Jalalabad, Faizabad y Ghazni, merecen la pena ser visitadas y admiradas sus construcciones históricas ya que Afganistán es una tierra donde a lo largo del país se pueden contemplar diferentes tipos de monumentos tales como las mezquitas, las fortalezas que los diferentes imperios construyeron, los minaretes, etc.
Precisamente, si nos referimos a los minaretes el más famoso es el de Jam. Fue nombrado Patrimonio de la Humanidad en 2002 y ha sido respetado por los conflictos.
Recientemente, junto al Band e – Amir (lago) y los Budas de Bamyan, los minaretes Jam de la provincia de Ghor y muchos más, el gobierno ha declarado cuatro sitios más como parques nacionales y, por tanto, áreas protegidas de Afganistán:, los bosques de la provincia oriental de Nuristan, las aguas estancadas del este de Ghazni, Darqad, el distrito de la provincia norteña de Takhar y el distrito Imam Sahib de la provincia norteña de Kunduz.
El objetivo es promover el turismo y proteger los patrimonios naturales del país a nivel nacional e internacional. Mientras tanto, un estudio realizado por el Instituto de Economía y Comunes de Basilea (Suiza) en 2019 muestra que los afganos se encuentran entre las naciones más hospitalarias del mundo.
En cuanto a las piezas arqueológicas y otras manifestaciones artísticas diversas, las autoridades afganas, así como organismos internacionales como la UNESCO, conocen la importancia de mantener y conservar este rico legado histórico para su estudio, exhibición y divulgación. Prueba de ello es que, desde la caída del régimen talibán, las autoridades afganas han adoptado importantes medidas para prevenir el contrabando de bienes culturales adquiridos ilegalmente. La Ley de Protección de Bienes Históricos y Culturales ha sido revisada con la colaboración de la UNESCO y aprobada por Hamid Karzai, ex presidente. Como dijo un ex Ministro de Cultura: “En Afganistán tenemos una herencia cultural que pertenece no solo a Afganistán, sino al mundo «.