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Álvaro Villa Miller

CEO de Grupo PITMA

Vivimos inmersos en un mundo nuevo e inesperado; un entorno y una forma de trabajar que nadie nos enseñó, para el que no estábamos preparados. Nos encontramos en un lugar y un momento en el que hay nuevas fórmulas de hacer las cosas que afectan a absolutamente todas las dimensiones que nos rodean: desde los gobiernos a las personas, pasando por organizaciones macroeconómicas, universidades o empresas de todos los sectores, entre otros.

Casi sin darnos cuenta, estamos escribiendo un nuevo capítulo de la crónica socioeconómica mundial impulsando y participando en un proceso de reindustrialización inédito. ¿Miedo? Ninguno. Es inspirador y emocionante a partes iguales. Es la oportunidad de hacer historia desde la experiencia y saber hacer de todos y cada uno de los profesionales inmersos en esta transformación.

Planteo esta reflexión el mismo día en el que el mundo celebra una jornada dedicada a las telecomunicaciones y la sociedad de la información. Que cada 17 de mayo se celebre el conocido “Día de Internet” no es casual. Esa nueva forma de comunicación ha sido el origen de múltiples cambios que hemos tenido que adoptar en nuestra manera de conectar, de actuar y de trabajar. En el grupo PITMA tenemos interiorizados esos procesos en nuestro día a día, ya que nuestros orígenes se remontan al momento de despegue del sector de las telecomunicaciones. No pensar en digital no es una opción en una compañía tan diversificada como la nuestra, y eso es precisamente algo de lo que hacemos bandera en todas y cada una de las empresas que la conforman, con independencia del sector o territorio en el que operen.

Ese proceso de transformación digital del que tanto se lleva hablando en los últimos meses es una realidad en las empresas que llevamos impulsando esa manera de hacer durante tantos años. Para nosotros, no hay nada nuevo en el horizonte. Incorporar tecnología a nuestros proyectos nos permite dedicarnos a las cuestiones centrales del negocio: pensar en él, hacer que crezca o guiar su evolución en la dirección adecuada. Para conseguirlo, podemos hacerlo solos o rodeados del mejor talento, cuya contribución sumará en cualquier paso del proceso. Estos dos elementos de la ecuación, la tecnología y las personas, son las piedras angulares de cualquier empresa moderna y actual, y si el engranaje es perfecto, el éxito estará asegurado.

Que los agentes económicos, las empresas, sus directivos y todos los profesionales que las conforman estemos alineados con esta idea es lo que impulsa este cambio. Esa forma de pensar es lo que nos hace entender este momento de reindustrialización como una oportunidad de crecimiento, una vez se materialicen determinados cambios normativos, operativos y, sobre todo, de actitud. Grupos empresariales como PITMA, que actúa en sectores tan dispares como el de la energía, la seguridad o los recursos humanos, suponen un revulsivo en la actualidad económica y social que nos rodea, porque han entendido las nuevas reglas del juego, han puesto la mirada en el futuro y se han adelantado a las circunstancias.

Hacer las cosas como nos las imaginamos, no como nos dijeron que había que hacerlas; hacerlo desde diferentes perspectivas, y en un entorno colaborativo; hacerlo pensando en los otros, dispuestos a flexibilizar servicios y productos para dar soluciones personalizadas; y hacerlo, sobre todas las cosas, con la capacidad de ajustarse a la situación. Así operan las empresas líderes: innovando desde la pluralidad, la flexibilidad y la adaptabilidad.

No vivimos tiempos convulsos: simplemente son diferentes. El tejido empresarial debe tener la capacidad de operar tanto en mercados locales como globales, entender el valor de la economía circular en cada sector, o incorporar factores como la sostenibilidad, la innovación y la investigación en sus procedimientos. Son tiempos distintos en un mercado global que evoluciona hacia la industria digital y de personas curiosas y emprendedoras. Nuestro futuro es ahora, y no aprovecharlo no parece una opción.