FDSBB

Ricardo Zion

Profesor de Finanzas de EAE Business School.

Con la aprobación del Banco Central Europeo (BCE), la operación de adquisición del Banco Sabadell por parte de BBVA ha dado un paso más para convertirse en realidad. Esta autorización era esperada, dado que es el propio banco central el que fomenta la concentración bancaria para mejorar la solvencia de las entidades.

Recientemente, también ha recibido luz verde de la Autoridad de Regulación Prudencial británica (Prudential Regulation Authority), que ha autorizado la toma de control indirecto por parte de BBVA de TSB Bank plc, la filial bancaria de Banco Sabadell en el Reino Unido.

Mientras tanto, el Banco Sabadell sigue defendiéndose con uñas y dientes, empleando todas las estrategias del manual anti-OPA. Tras recurrir a tácticas defensivas, como una intensa campaña de prensa, ha anunciado un incremento del dividendo, buscando hacer más atractiva la acción para los accionistas.

Los próximos pasos incluyen las aprobaciones por parte de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Es razonable pensar que BBVA obtendrá estas aprobaciones, aunque estarán sujetas al cumplimiento de ciertas condiciones.

Una vez que la CNMV dé su visto bueno, lo que se espera en las próximas semanas, los accionistas del banco con sede en Alicante tendrán entre 15 y 70 días para aceptar la oferta. Además, la operación está condicionada a la aceptación por parte de al menos el 50,01% del capital social de Banco Sabadell.

Recordemos que el 5 de julio, BBVA obtuvo el apoyo del 96,4% de sus accionistas para llevar a cabo una ampliación de capital de hasta 551,9 millones de euros, aunque la cantidad definitiva dependerá del número de accionistas que acepten la OPA. Asimismo, un 97,07% de los accionistas votaron a favor de otorgar al equipo directivo del banco la gestión del proceso. Dado que, en el momento del lanzamiento de la OPA, el 51% del capital de Banco Sabadell estaba en manos de grandes fondos internacionales —los mismos que también tienen participación en BBVA—, parece difícil imaginar que estos fondos, que ya han apoyado la ampliación de capital de BBVA, no vayan a acudir a la OPA.

Si los accionistas de Banco Sabadell finalmente tienen la opción de aceptar la oferta de BBVA, será interesante ver si los intereses de la dirección de Sabadell están realmente alineados con los de sus accionistas. En este caso, como en el fallido intento de fusión en noviembre de 2022, algunos podrían pensar que los gestores del banco están más preocupados por su propio ego que por los intereses de sus inversores.

La gran incógnita será la postura del Gobierno, en caso de que se obtengan todas las aprobaciones necesarias. Hasta el momento, el Ejecutivo ha mostrado un rechazo frontal a esta operación corporativa. Sorprende esta actitud, sobre todo teniendo en cuenta que defendió con firmeza la compra de Bankia por parte de Caixabank. Si bien el Gobierno no puede prohibir la operación, sí tiene la potestad de vetar la fusión. En este caso, BBVA ha indicado su disposición a seguir adelante con la adquisición, manteniendo ambas marcas por separado, aunque esta opción parece poco viable desde un punto de vista financiero, ya que implicaría renunciar a gran parte de las sinergias.

Esperemos, como dice la canción, que este sea un «pasito pa’ delante» y no haya un «pasito para atrás». En una economía de libre mercado, y con el precedente de la compra de Bankia por parte de Caixabank, sería difícil entender un veto gubernamental a esta operación si se garantiza la protección de los derechos de los usuarios.