Carlos González Bravo

Profesor Dirección Estratégica y Production Management EAE Business School

A principios de este mes de mayo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, se desayunó el futuro económico de España con 11 líneas en la página 197 de su informe preliminar sobre la perspectiva económica. Bajo un título de epígrafe que reza «Son necesarios fuertes ajustes para colocar la ratio de deuda en una tendencia a la baja», la OCEDE plantea un sándwich de presión fiscal donde entre pan y pan, el organismo coloca, como medida de control, el incremento de los impuestos de carácter medioambiental.

Claro que el pan no es cualquiera cosa, una de las rebanadas del tentempié del desayuno consiste en el aumento del IVA y la otra en la mejora de la eficiencia de gasto. Es decir, que, si incrementamos la presión fiscal aumentando la base del IVA y además se racionaliza de forma eficiente el gasto, se controlan las tendencias de incremento de deuda, todo ello según la OCDE.

Al final, en medio de este paquete de medidas aflora el coste añadido a los contribuyentes sobre el ahorro energético, la sostenibilidad, la eficiencia energética de edificios y vehículos que minimice las repercusiones medioambientales en estas áreas. Parece una reflexión cada vez más extendida aquella de buscar en el gravamen medioambiental la solución a los problemas, sin tener en cuenta las repercusiones que dichos «impuestos verdes» van a conllevar finalmente para los contribuyentes.

No hay duda de que hay que cuidar el planeta y hay que hacerlo cada día, dado que, salvo que alguien en la NASA tenga información no compartida con el gran público, este es el único planeta del que disponemos. Otra cosa diferente es desarrollar la política y conciencia medioambiental a corto, medio y largo plazo mediante medidas consistentes en presionar fiscalmente a los contribuyentes por emplear combustibles fósiles como si fuera una elección personal, igual que subirles el impuesto a los consumidores de tabaco o a los que beben alcohol. Esto parece, más que una medida de concienciación social y medioambiental, el cajón desastre donde ubicar los gravámenes fiscales, como si las otras áreas ya estuvieran explotadas.

Esto no deja de ser contradictorio teniendo en cuenta que la previsión económica de la propia OCDE está al alza y que la base de sus decisiones, en el desayuno, se basa en el coste elevado de las pensiones. Aviso a navegantes del envejecimiento de la población y de las repercusiones que ello tiene para la economía global.

Todos nos podemos imaginar que las previsiones macroeconómicas no forman parte de las ciencias exactas, pero entiendo que las sugerencias de la OCDE, que deberían estar enfocadas en el Desarrollo Económico, pero sobre todo en la Cooperación, no son precisamente imaginativas ni creativas. Sería bueno plantearse nuevas opciones para erradicar el control de la deuda pública, pensar «fuera de la caja» y plantear soluciones divergentes en este ámbito, que falta nos hacen. Todo apunta a que las medidas planteadas no van a erradicar el «origen» del problema. Es como pintar una humedad para arreglar una gotera, cuando el origen de dicha humedad persiste…