Aitor Tena López

Profesor de EAE Business School

Sin duda, uno de los retos más importantes en España es la conciliación. En los últimos años, conseguir un equilibrio entre la vida personal y laboral parece una misión casi imposible con lo demandante de ambas esferas a la par que ha adquirido especial relevancia, en gran medida, debido a que la pandemia de COVID-19 forzó la transición al trabajo desde casa y nos hizo descubrir que un nuevo escenario laboral es posible. Los datos de la Encuesta de Población Activa en España muestran que a finales de 2023 el 14,4% de los trabajadores lo hacían en remoto, una cifra inferior al 19,1% registrado en junio de 2020, lo que evidencia la bajada del nivel de teletrabajo y con ello también en parte, el incremento de las dificultades para conciliar más y mejor.

Es importante destacar que la necesidad de conciliar no es solo una demanda de las mujeres, como se ha considerado tradicionalmente, sino que es universal y común a todos los géneros, generaciones y niveles de responsabilidad. Cada vez más personas buscan el derecho a equilibrar su vida profesional y personal y mecanismos para lograrlo. De hecho, aspectos como la flexibilidad horaria, el trabajo remoto o la posibilidad de disponer de días libres a lo largo del año se han convertido en atributos fundamentales a la hora de atraer talento joven, quienes dan gran importancia a estos aspectos a la hora de elegir un proyecto profesional. Las nuevas generaciones huyen de la mentalidad de “calentar el asiento” o “cuantas más horas esté en la oficina, mejor me valorarán”, para buscar un entorno que les permita no solo desarrollarse profesionalmente, sino también disponer de tiempo para su vida personal.

No obstante, una zona crítica es la conciliación en los niveles más altos de la gestión. Aunque la mayoría de las organizaciones han adoptado modelos de negocio híbridos, el liderazgo en remoto aún genera reticencias. Durante mucho tiempo ha existido la creencia de que la eficacia y la supervisión están vinculados a la presencia física, lo cual no siempre es cierto. Los líderes también deben ser los primeros en adoptar los nuevos tipos de trabajo que la flexibilidad genera.

Desde las áreas dedicadas a la gestión de personas, facilitar un equilibrio entre la vida laboral y personal permite mejorar la calidad de vida del empleado y contribuye directamente a su productividad, compromiso con la empresa y bienestar general. Para ello, es crucial deshacerse de la cultura de las largas jornadas de trabajo y del presencialismo de per sé, y potenciar un ambiente donde los resultados conseguidos sea uno de los principales criterios de éxito, así como la salud y bienestar del equipo.