er

Carlos Mira

Presidente de CRE100DO

Analizar y entender cuáles son las causas que han hecho que el mundo se vea inmerso en la actual crisis de suministros es clave para entender qué podemos esperar en 2022 y saber cómo será la recuperación ante un panorama marcado por la inflación y los nuevos escenarios geopolíticos mundiales. Hoy, es urgente y prioritario que las empresas sepan anticiparse, tomar decisiones ágiles para afrontar el impacto en sus cadenas de suministro y, en muchos casos, replantear sus modelos de aprovisionamiento y fabricación.

La pandemia ha acelerado cambios estructurales que han ocasionado una disrupción profunda en los flujos globales de mercancías, tanto por tierra como por mar. Por poner algunos ejemplos, los costes en transporte marítimo que supone el 90% del flujo global de mercancías se han multiplicado por siete y los plazos de entrega por dos. En el transporte terrestre nos enfrentamos además a la escasez de almacenes y conductores.

Hasta febrero de 2020, los canales de suministro funcionaban como una máquina perfectamente engrasada, con un modelo basado en la localización de la producción en países de mano de obra barata que la automatización, el aumento de los costes laborales en esos países y el impacto medioambiental del transporte había dejado obsoleto. Además, el fin de la bipolarización tras la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética y la emergencia de China como nueva potencia global nos lleva hacia un escenario multipolar más complejo y que genera tensiones comerciales, políticas y militares.

La pandemia también perturbó de manera abrupta el abastecimiento de materias primas, de componentes y de productos finales con fabricas cerradas o funcionando a una fracción de sus capacidades, con la consecuente concentración de los flujos de mercancías hacia mercados más rentables.

Tras la contracción del consumo en 2020, la reactivación en 2021 generó una fuerte presión sobre unas cadenas de suministro que no habían recuperado sus capacidades, a lo que se sumó el aumento en los costes de la energía y el repunte de la inflación tras varias décadas de inflación cercana a cero.

Desde los años ochenta y noventa, las empresas han venido haciendo uso del “just in time” y “lean manufacturing”, cuyo objetivo era minimizar el stock y el circulante. En este nuevo contexto muchas compañías son conscientes de que es necesario y urgente replantearse estos modelos, evolucionando del “just in time” al “Just in Case”, con cadenas de suministro más cortas y sólidas, estableciendo contratos más largos, más estratégicos y con una red más diversificada de suministradores. Algunas empresas están incluso optando por modelos de integración vertical, tomando participaciones en suministradores estratégicos.

Muchas compañías están apostando por apalancarse en ecosistemas más locales, a nivel de país o de región (Europa, Norte América, etc.), reduciendo las dependencias del exterior para garantizar el suministro y el potencial impacto a futuro de las tasas de CO2.  Esta relocalización de las cadenas de suministro y de los centros de producción también se ve favorecida por el aumento de competitividad que genera la tecnología en los países más desarrollados, a pesar de tener costes salariales más elevados. 

A finales de enero, en la Fundación CRE100DO, que promueve la excelencia empresarial con una comunidad a la que pertenecen las mejores empresas del middle market español, celebrábamos una jornada con expertos en la materia y CEOs de empresas para abordar estos temas y ver cómo las empresas de CRE100DO han abordado la crisis. 

Durante la sesión, Pau Relat, CEO de Mat Holding, empresa especializada en soluciones para agricultura sostenible y uso eficiente de agua con presencia en 130 países, destacó que ellos pudieron gestionar bien la crisis de la cadena de suministros gracias a un balance muy sólido y unos niveles de stocks saneados y que han aprovechado esta situación para diferenciarse garantizando el nivel de servicio a sus clientes, reforzando así su posición en el mercado. Asimismo, compartió la importancia de replantear las relaciones con los suministradores claves, estableciendo relaciones más estratégicas, con contratos a más largo plazo y animó a los CEOs de las empresas CRE100DO a prepararse para los posibles aumentos de costes de suministros y laborales derivados de la inflación, así como de la importancia de gestionar no solo centrándose en la cuenta de resultados, sino dando más importancia al balance. 

Josu Ugarte, uno de los colaboradores más antiguos de CRE100DO y presidente de Schneider Electric Iberia, explicó como la pandemia provocó una caída de la demanda en su sector y que en su empresa reaccionaron poniendo más recursos en estructura para rediseñar procesos y cadenas de suministro, ampliando su red de suministradores y apostando por proveedores locales. Estas decisiones les han permitido ser mucho más ágiles y, unido a la digitalización y la automatización, a ser más eficientes y más competitivos.  Otra apuesta de la compañía es potenciar el I+D para, entre otros objetivos, modificar el diseño de sus productos para adaptarlos a las materias primas disponibles. 

¿Qué podemos esperar en 2022? ¿a qué nuevos retos nos vamos a enfrentar? Es el momento de analizar el contexto actual y anticiparnos en lo posible para aminorar el impacto de que lo que está por venir. Hay que estar atentos a factores geopolíticos que van a reconfigurar el panorama global en la evolución hacia un mundo multipolar, como son las tensiones entre Rusia y Ucrania o entre China y Taiwán, que pueden afectar durante cierto tiempo el acceso a determinados mercados, proveedores y materias primas. 

En la medida en que continue la escasez de suministros para ciertos sectores (p.ej., la escasez de chips en el sector del automóvil), de productos terminados o no desaparezcan los cuellos de botella en los transportes marítimo y terrestre, veremos cómo los flujos de mercancías irán con prioridad a los mercados y regiones más rentables y cómo la inflación deberá formar parte de nuestros escenarios en 2022 y 2023.

Nos encontramos inmersos en un escenario con muchas incertidumbres y riesgos, pero también de grandes oportunidades para las empresas que sepan verlas y que evolucionen hacia nuevos modelos más ágiles, colaborativos y eficientes para sobrevivir y crecer en excelencia y tamaño en los próximos años.