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Rafael Quintana

Director Regional de Qlik en España y Portugal

Cuando hablamos de la toma de decisiones empresariales, es difícil posicionarse en contra de un proceso basado en pruebas y datos. El instinto, incluso el de los líderes, no es estratégico y en muchas ocasiones las compañías se adaptan a la voz que más alto se hace oír o caen en la trampa de hacer las cosas “como siempre”.
En ocasiones, los datos se ignoran, a pesar de que gran parte de nuestro mundo se rige por sistemas digitales. De hecho, más de la mitad de los empleados a nivel mundial afirma que sigue siendo difícil tomar decisiones colectivas basadas en datos y no solo en la opinión de la persona mejor pagada de la sala de juntas.

¿Existe un recordatorio más contundente de la necesidad de tomar decisiones con base empírica que una pandemia mundial? Dicho acontecimiento demostró por qué necesitamos construir estrategias y respuestas basadas en datos fiables y en tiempo real. Aquellos países cuyos líderes se apoyaron en el asesoramiento científico basado en datos probatorios respondieron más rápida y eficazmente.

En el ámbito empresarial, una relación dinámica con los datos prepara a las personas de toda la organización para poder aprovechar la información en tiempo real, lo que impulsa la agilidad esencial en la economía digital actual. Sin acceso a los datos, las decisiones se toman a oscuras y si no aprovechamos la información para dar respuestas ágiles y estrategias preparadas para el futuro, algún un competidor lo hará tarde o temprano.

Los directivos son cada vez más conscientes de la necesidad de una canalización de datos analíticos de extremo a extremo – lo que llamamos Inteligencia Activa -, donde la tecnología en la nube y la analítica se combinan para ofrecer un business intelligence continuo gracias a la información en tiempo real diseñada para desencadenar acciones inmediatas. Es decir, la IA ya no es suficiente, sino que debemos ir un paso más allá para avanzar a un modelo (la Inteligencia Activa) que tome sus capacidades de automatización y permita aplicar el conocimiento crítico humano en tiempo real.

Están sedientos por cosechar las recompensas de la toma de decisiones basada en datos en tiempo real. Sin embargo, normalmente se encuentran con los mismos obstáculos. Entonces, ¿qué necesitan los líderes empresariales para garantizar una cultura de Inteligencia Activa en sus organizaciones?

Instaurar una “cultura del dato”: es tarea de los directivos

Aunque casi nueve de cada diez (89%) altos directivos esperan que los miembros de su equipo expliquen cómo los datos han influido en las decisiones, casi la mitad de ellos (45%) con frecuencia siguen tomando decisiones basadas en la intuición en lugar de en los datos. La contradicción es evidente y este doble rasero está destinado a obstaculizar cualquier intento de garantizar la consideración de los datos dentro de una organización.

Aunque podría ser fácil pensar que la falta de voluntad de los líderes para dejar de lado el ego es la causa de esta división, descubrimos que el principal problema es la confianza. Parte de lo que les frena es que el 42% no siempre confía en que los datos disponibles estén actualizados y sean precisos. Y es que tomar una decisión basándose en información pobre, poco fiable o desactualizada, es tan arriesgado como simplemente «seguir mi instinto».

Confiar en los datos es crucial, pero la confianza no puede concederse a ciegas. Por ello, es correcto cuestionar su capacidad de explicación, así como su validez junto con el linaje de los mismos, para asegurarse de que los datos en los que se confía son adecuados para su propósito.

La creación de una cadena de datos analíticos fiable de principio a fin requiere unas aportaciones de business intelligence de calidad. Una vez establecido esto, se requiere el impulso de la alta dirección para garantizar que toda la organización esté alineada con un enfoque basado en datos.

Disfrutar descubriendo verdades desagradables

El ex presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt solía decir que «la verdad más desagradable es una compañía más segura que una mentira placentera». Confiamos en los datos no sólo para confirmar lo que creemos saber, sino también para demostrar la realidad. Eso significa que los líderes deben estar abiertos a actuar según lo que digan los datos, aunque las respuestas que den no les gusten.

Tomemos el ejemplo de Daniel Kahneman. Este premio Nobel, psicólogo y economista, es famoso por haber ideado una forma objetiva de medir las características que consideraba relevantes para el éxito militar, método que sigue utilizándose en la actualidad en el ejército israelí. De este modo, fue capaz de despojarse de los sesgos psicológicos en la toma de decisiones humanas.

En lugar de ver los datos como un detractor potencial, los líderes deberían ver los datos que van en contra de las ideas preconcebidas como una oportunidad para innovar en lugar de estancarse. Esta es la solución definitiva contra el sesgo de confirmación. En resumen, estar abierto a que los datos te demuestren que estás equivocado -y aceptarlo- es esencial para el éxito.

Potenciar las decisiones descentralizadas

Una canalización de datos integral no sólo ayuda a los líderes a tomar mejores decisiones, sino a todos los empleados. La Inteligencia Activa es el eje de una organización verdaderamente colaborativa, en la que se confía en que los empleados tomen las decisiones correctas basándose en datos fiables. Un proceso de toma de decisiones descentralizado y basado en datos capacita a los equipos para colaborar en igualdad de condiciones con parámetros comunes para resolver problemas que un individuo no podría vencer por sí solo. 

Y lo que es más importante, utilizando las tecnologías adecuadas los datos no sólo se descentralizan, sino que se democratizan. Y es que cuando los datos se presentan en el formato adecuado para el usuario, sea cual sea su función, se vuelven accesibles y aplicables. Para ser competitivos, no podemos esperar. Es el momento de convertirse en un líder activo de los datos, de predicar con el ejemplo y de allanar el camino a las nuevas prácticas de trabajo.