“El cambio por sí solo no genera crecimiento. Cualquier tipo de progreso implica la síntesis de cambio y continuidad. Un verdadero crecimiento no tiene lugar si no existe una continuidad con respecto al modelo preexistente”. Esta afirmación del escritor británico y académico de Oxford, C.S. Lewis, resume a la perfección la esencia de lo que debe ser una buena transformación organizacional.
El concepto Change Management, también conocido en español por el término cambio organizacional, hace referencia a una serie de enfoques orientados a ayudar tanto a empleados como a empresas a implementar cambios organizacionales. Estas técnicas afectan tanto a procesos comerciales, como a asignaciones presupuestarias o al uso de recursos, que cambian de manera determinante en una compañía.
No obstante, se puede afirmar que este tipo de transformación ha evolucionado en un breve periodo de tiempo, lo que ha creado la necesidad de innovar de forma rápida. Hoy en día los enfoques tradicionales en gestión del cambio son cada vez más irrelevantes ya que no son capaces de seguir el ritmo y la intensidad de la evolución empresarial que requiere la realidad actual.
El Change Management ha mutado y ahora necesita ser complementado con experiencias atractivas y transformadoras que impulsen a toda la organización a desarrollar las posibilidades de estrategia y a verse a sí mismos como una parte capaz y necesaria del futuro. También debe verse ahora como una mentalidad y capacidad que se debe desarrollar en las personas y que define su grado de preparación para evolucionar, aprender y mejorar.
El cambio no se puede controlar
Y es que, en un mundo tan complejo, inestable y de evolución constante como en el que vivimos, no se puede controlar el cambio, porque este es, por definición, impredecible. Intentarlo solo puede tener como resultado la frustración individual y el fracaso organizacional.
En el contexto actual debemos convivir con la incertidumbre por lo que en las organizaciones se debe trabajar en un aprendizaje que permita la resolución de problemas en situaciones inestables y difíciles de prever. Es por ello fundamental desarrollar la capacidad de saber afrontar esta realidad y manejar tanto el negocio como a las personas con una mentalidad diferente.
Durante los últimos tres años hemos tenido que afrontar una multitud de situaciones inesperadas, como la disrupción de cadenas de suministro, la irrupción del trabajo híbrido o el impacto de la inflación y su correspondiente recesión. En el contexto de una necesidad de crecimiento constante y de mejora de resultados empresariales inmediatos, la única certeza que tenemos es que los desafíos van a cambiar siempre y lo van a hacer de manera continua. Por ello, es importante ser flexibles y resilientes para poder continuar con la senda del crecimiento.
El contexto es fundamental
Para desbloquear las transformaciones y cambios importantes del negocio es importante entender qué conceptos nos sirvieron en el pasado (mentalidades, competencias y habilidades, pero también diferenciadores de negocio que se vuelven obsoletos) pero que no nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos de hoy, y dejarlos ir. Es decir, es necesario saber discernir lo que era útil hace unos años y ahora ya no sirve de lo que puede funcionar en el momento actual.
De este modo, es necesario descubrir qué debemos adquirir y qué queremos construir para prosperar en un nuevo entorno que es, ante todo, ambiguo e incierto. Por lo tanto, es fundamental, impulsar en las organizaciones procesos de transición para intentar manejar el cambio, que no controlarlo, y de este modo desbloquear de manera efectiva el potencial de crecimiento y transformación en las empresas.
No hay que olvidar que el cambio entendido como transformación tiene lugar en la organización, pero empieza por producirse a nivel individual, por lo que tanto las empresas como las personas deben estar alineadas para navegar la incertidumbre y alcanzar resultados de negocio exitosos de manera conjunta.