Vivimos en la era de la inteligencia artificial, una herramienta que puede ayudar a los profesionales médicos a ser más ágiles y ofrecer diagnósticos mucho más claros y personalizados. En su día a día ya cuentan con toda una serie de equipos que incorporan soluciones de este tipo, también en el diagnóstico por imagen.
En estos momentos ya se está trabajando con sistemas de mamografía, endoscopia que ‘aprenden’ de cada prueba que realizan, de cada caso que analizan. Y gracias a ello, cada vez son más rápidos y certeros a la hora de detectar tumores y cribar varios tipos de cáncer, como el de mama o el colorrectal.
Toda la información que recaban estos equipos, al menos en el caso de Fujifilm, está correctamente tratada y anonimizada, y se va almacenando en bancos de datos especialmente preparados para que cada diagnóstico sea mucho más preciso. Por ejemplo, en una endoscopia de estas características se pueden generar predicciones histológicas sobre pólipos sospechosos que aparecen en imagen y determinar si son hiperplásicos o neoplásicos, agilizando y facilitando la tarea de los sanitarios.
En este sentido, apostar por la innovación aplicando soluciones de inteligencia artificial nos está ayudando ya a potenciar el diagnóstico precoz de diversas enfermedades como el cáncer. Lo cual repercute en una mejor atención al paciente y a conseguir mayores posibilidades de éxito a la hora de poner en marcha un tratamiento, que será más dirigido y certero. Además de evitar costes al sistema de salud, ya que el gasto sanitario del tratamiento de pacientes con enfermedades en estadios tempranos es mucho menor que si se detectan en un estado más avanzado.
Probablemente este ‘nuevo’ rumbo, que lleva desarrollándose desde hace décadas pero que no había llegado a nuestro día a día hasta hace apenas unos años, es el que va a marcar el presente y el futuro del sector de la salud y del diagnóstico por imagen. Aunque no podemos olvidar que la palabra innovación en este campo va más allá.
Se alinea con los nuevos desarrollos farmacológicos, con fórmulas de atención al paciente más completas y multidisciplinares, y también con tecnologías mucho más amables, eficaces y eficientes. Las resonancias magnéticas abiertas son un interesante ejemplo: en los últimos años han mejorado notablemente sus resultados en cuanto a calidad de imagen, convirtiéndose en una opción muy solicitada, sobre todo con determinados pacientes.
Los niños, las personas con problemas de movilidad, de obesidad o de fobia a los espacios cerrados (que en España se acercan a los 4 millones de afectados) tienen grandes limitaciones a la hora de realizar una resonancia magnética en equipos cerrados. De hecho, en algunos de estos casos, los sanitarios se ven obligados a sedar a estos pacientes para poder llevar a cabo de forma eficaz la prueba.
Gracias al avance de las resonancias magnéticas abiertas, las personas con estas características tienen más posibilidades de realizar este tipo de prueba obteniendo resultados eficaces y de una manera mucho más amable, sin necesidad de sedación. No sólo porque no necesitan entrar en un gantry estrecho y cerrado: al espacio abierto se añade un menor nivel de ruidos y un tiempo mucho menor, prácticamente la mitad que en una resonancia tradicional.
Este último detalle también repercute positivamente en el impacto medioambiental de la organización sanitaria: según los datos que hemos recabado con nuestros equipos, la diferencia entre un equipo de acceso cerrado y otro abierto está en más de 86.000 kW/h de reducción de consumo energético anual, y en unos 23.000 kg de CO2 menos de emisiones al año .
Y no podemos olvidar la disminución de tiempo de trabajo de los especialistas por paciente atendido, algo que ayuda notablemente a mejorar el acceso a la realización de resonancias magnéticas, a aprovechar mejor estos recursos y a reducir las listas de espera.
No obstante, aún nos queda mucho camino por recorrer, y para ello tenemos que seguir invirtiendo en investigación, desarrollo e innovación. Desde todos los frentes: fabricantes, organizaciones hospitalarias, sistemas de salud… Mejorar en el entorno sanitario es una ganancia para todos, porque todos somos pacientes o, en algún momento, seremos pacientes.