Juan José Montiel Sanz

Director del Máster Global en Cadena de Suministro EAE Business School

España afronta unos años decisivos de cara al próximo apagón nuclear decidido por el gobierno. A finales del año 2027 comenzará el cierre del reactor 1 de Almaraz y en 2028 le seguirá el reactor 2 de esta central. En 2030 se desconectará la central de Ascó (Tarragona) y en 2035 Vandellós (Tarragona) y Trillo (Guadalajara).

Ante este panorama, debemos plantearnos tres cuestiones clave: ¿Está garantizada la continuidad del suministro eléctrico sin las nucleares? ¿Cómo afecta la eliminación del componente nuclear al precio de la energía para hogares e industria? ¿Desde un punto de vista estratégico es recomendable prescindir de la energía nuclear? En las siguientes líneas intentaremos responder brevemente a estas preguntas.

La energía nuclear representa, en promedio, el 20% de la energía generada en España. El gobierno Sánchez pretende sustituir este 20% nuclear por energías renovables, solar y eólica, que ya supusieron el 16% y el 23% respectivamente en 2023 (último informe publicado por REE). Ciclo combinado (17%) e hidráulica (9%) no cuentan en lo splanes gubernamentales.

Se pretende, por tanto, sustituir una fuente fiable y barata de energía por otra que depende de las circunstancias climatológicas como el viento y la luz solar.  De hecho, el 22 de mayo del pasado año, Red Eléctrica Española (REE) se vio forzada a interrumpir el suministro de 600 MW a la industria para evitar el colapso de la red. De igual manera en diciembre pasado, REE interrumpió el suministro a la gran industria dos días consecutivos durante varias horas por falta de viento y por la parada programada de dos centrales nucleares.

Desde un punto de vista económico, el MWh de origen nuclear es muy barato. Según PWC, ¨La energía nuclear supone un ahorro al consumidor medio en la factura de casi 23% para el sector doméstico y la pequeña y mediana empresa y en un 35% para la industria”.  Este dato es de especial importancia dado que el precio de la energía es clave en la competitividad de todos los sectores productivos. Estos mayores precios supondrán una merma importante en la competitividad de nuestra economía y un efecto inflacionario perverso que afectará tanto a la empresa (fomentando la deslocalización de industrias electro intensivas) como a nuestros hogares que, al final, pagarán la factura.

Desde las terminales gubernamentales se menciona el poco interés de las empresas propietarias de las centrales nucleares para solicitar la extensión de la vida útil de sus centrales. Sin embargo, no se menciona la creciente carga impositiva que sufren. Así, citando de nuevo a PWC, si la carga fiscal del parque nuclear en 2019 era de 16,56 €/MWh, en 2025 ha subido un 71% hasta 28,22 €/MWH poniendo en peligro la continuidad de éstas.

Mientras que el gobierno actual se empeña en mantener el cierre de las centrales nucleares, Europa, tras despertar del sueño naif en que cayó tras el hundimiento de la Unión Soviética en 1991 y que culminó la Sra. Merkel cerrando las nucleares alemanas para depender del gas ruso, ha decidido cambiar radicalmente su política económica tras la invasión de Ucrania. Incluso la Sra. Ribera, exvicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del gobierno Sánchez, enemiga acérrima de las nucleares españolas, se declaró ferviente partidaria de la energía nuclear en su examen para ser vicepresidenta de la Comisión Europea. Parafraseando a Enrique IV de Francia, Ribera pensaría que “Bruselas bien vale unas nucleares”. Cuestión de principios… De hecho, el pasado 21 de febrero, El Economista publicaba que la Sra. Ribera aprobaba un paquete de ayudas de 32.000 millones de euros para alargar en 10 años la vida útil de 2 centrales nucleares belgas.

Por último, desde el punto de vista estratégico, renunciar a la energía nuclear supone incrementar nuestra dependencia de fuentes exteriores de gas. Así, por ejemplo, según la Corporación de Reservas Estratégicas de España (CORES), citada por energías-renovables.com, mientras que en 2021 el gas ruso supuso el 8,7% de las importaciones españolas de gas, en 2024 ascendió al 21,4%. Todo ello en el marco de las supuestas sanciones a Putin por la invasión de Ucrania. Además, en el periodo citado, el precio del gas subió un 25,2% en los mercados internacionales.

Prescindir de la energía nuclear en las circunstancias geopolíticas y económicas actuales es una decisión tomada desde postulados ideológicos no sustentados en evidencias técnicas y científicas que afectará gravemente a la competitividad de la economía española en su conjunto, aumentará la inflación y generará mayor dependencia energética de fuentes exteriores en mercados hostiles y especulativos.