¡No! Aún nos queda todo un año para que esta década en la que hemos vivido la peor crisis económica de nuestra historia; en la que hemos sido convocados a las urnas muchas más veces de las que hubiéramos deseado para, a pesar de nuestros esfuerzos, continuar sin gobierno; en la que han surgido con fuerza movimientos en pro del salvamento de un medio ambiente que se nos muere a marchas forzadas; en la que aquel proyecto de construir una Europa unida ha empezado a hacer aguas; en la que los movimientos populistas cada vez cobran más fuerza; en la que la tecnología ha dado un paso de gigante; en la que comenzamos a aprender que el dato va a ser la nueva moneda de cambio del futuro; y tantas otras cosas más, termine de una vez por todas y nos traiga de nuevo la esperanza de una vida mejor.

Nos espera un año si no complicado (vamos a dejar un hueco a esa esperanza), al menos intenso. Tendremos respuesta a alguna de las preguntas planteadas en estos nueve años de década y se plantearán otras muchas más, porque la vida es una caja de sorpresas y nadie sabe a ciencia cierta lo que nos deparará el futuro. Alguna certeza sí nos cabe, al menos para Ejecutivos, y es que cumpliremos nuestros primeros treinta años de historia.

Una historia que queremos recordar y que vamos a compartir en pequeñas pinceladas a lo largo de las diez ediciones de la revista que publicamos anualmente y en nuestra web. Sin ser pesados, que nadie se vaya a rendir antes de tiempo. Pero independientemente de que la década
termine o no y de que los años veinte del siglo xxi lleguen con la misma locura que se vivió en los del siglo xx, el año se termina y es el momento de hacer los consabidos propósitos de año nuevo.

Por si sirve de ayuda para configurar esos deseos les voy a recordar el mensaje que nos dejó Antonio Garrigues Walker en el cierre de los premios nacionales de esteaño en Madrid:
– No jubilarse nunca.
– Aprender siempre algo nuevo, un algo que te haga sentir como en la niñez, saliendo de la zona de confort.
– Nunca perder el interés por el sexo, ya sea el opuesto o el propio en función de la libre elección.
– Intentar ser buenos porque ser malo es una necedad que lleva a la infelicidad.
– Ser éticos porque la ética es fuente de felicidad, de riqueza y de sostenibilidad. Sin ética no queda nada. Sin ética no hay futuro.

Y, por último, y no menos importante, dejar de quejarnos sobre la vida que nos ha tocado vivir. Lo cierto es que si lanzamos una mirada al mundo la gran mayoría de los que miramos desde este lado no tenemos derecho a caer en el pesimismo.

En mi cuaderno de deseos ya está anotado: no me jubilaré, continuaré estudiando (de hecho, la matrícula ya está cursada), no voy a perder el interés en el sexo, opuesto en mi caso, seré todo lo buena persona que sea capaz y mantendré en mi día a día la ética. Todo ello porque, y en esto se mezclan mis propósitos de año nuevo con los deseos para estas fiestas, tengo la intención de ser absoluta y profundamente
feliz.

Acompáñennos en este año de celebración.
¡Nos vemos en 2020!