Carlos González Bravo

Profesor Dirección Estratégica y Production Management EAE Business School

Corría el año 1985 cuando una empresa desconocida pero visionaria en toda regla realizaba su primera llamada de móvil, tras nacer al otro lado del Canal de la Mancha en esas islas llamadas «británicas», en el mundo de los desarrollos militares para las comunicaciones por radio. Esto no resulta extraño dado el interés de los distintos gobiernos en invertir económicamente en ese sector. Me refiero a la defensa, no a las comunicaciones.

Ese año, para aquellos que nunca calcularon en pesetas, sería como el paleolítico inferior de las tecnologías informáticas. Sin embargo, se cernía un cambio significativo en el mundo de las telecomunicaciones y concretamente en de la telefonía móvil. Once años después de aquella primera llamada, Vodafone irrumpía con fuerza en España, posicionados en el marco competitivo de las grandes compañías de telefonía.

Dicen los teóricos de la gestión empresarial que el desarrollo de una empresa en un «océano rojo» (competitivo por definición) es una estrategia basada en la lucha feroz con los competidores. Eso sin duda debió pasar en los primeros años del siglo XXI con Vodafone España, que en ese momento se tuvo que enfrentar, entre otras cosas, a la aparición de las empresas de telefonía «low cost» y con ello, al principio de su debacle. A partir de ahí llegamos al año 2023, en el que se despidiría del mercado español, o no…

La reciente adquisición de Vodafone España por el fondo británico Zegona y la entrada en escena del ex CEO de Jazztel, ahora como nuevo CEO de Vodafone España, José Miguel García, nombrado apenas hace un mes y medio, han dado aparentemente un vuelco a la situación de la empresa.

Y aquí es donde se plantean algunas preguntas como ¿se encuentra Vodafone, con el cuchillo en la boca, sobre la proa del barco empresarial, dirigiéndose a la alta mar del océano rojo de la batalla por los clientes?; ¿son suficientes los acuerdos establecidos entre la compañía y los trabajadores de Vodafone para afrontar esta nueva etapa?; ¿el replanteamiento de precios con la rebaja del 10% en las tarifas de fibra y móvil será la política más acertada?

Lo que está claro es la voluntad de su capitán por «intentar estabilizar la compañía lo antes posible» y que Vodafone «recupere su posición» y «retornar al crecimiento». Una cosa es hablar y otra muy distinta es comprometerse. Pues bien, eso es lo que ha hecho el nuevo director de la compañía con una muy reciente operación de compra de acciones, valorada en más de 1,5 millones de euros.

Más allá de ser el propietario del 1,4% de las acciones de Zegona, esta acción representa y significa una nueva estrategia empresarial, quizá incluso una novedosa forma de irrumpir en el mercado de forma rotunda. La actitud de José Miguel García en el evento DigitalES Summit el pasado junio fue, tras las preguntas del entrevistador, rotunda respecto de la nueva política empresarial y su ausencia de agresividad, haciendo referencia a la habitual lucha de precios de las tarifas.

En esta divisoria, se vislumbra la posibilidad de la reentrada de la compañía en el mercado de la telefonía a través de una mentalidad más de océano «azul» que «rojo», que recupere la posición perdida hace tiempo, a través de la reinvención de la compañía en las mentes de sus clientes (todos ellos, los presentes, pero sobre todo los pretéritos) con aproximaciones más personales y emocionales que estadísticas. Esta creación de valor puede proporcionar el marco de trabajo de la compañía en esta nueva etapa que su director afronta con ilusión y seguro de sus activos.

En esta nueva situación es sin duda donde se ve la valía de los líderes, no cuando el viento lo tienes a tu favor en la travesía, sino cuando vas a enfrentarte a la tormenta en pleno océano. Al capitán siempre le queda la posibilidad de elegir qué color tendrá el oceáno…