En la actualidad, los datos se han convertido en un recurso de valor inestimable en todas las industrias y sectores, captando cada vez más la atención de las empresas. Por ello, pulir ese diamante en bruto y transformar estos datos en información poderosa y útil es uno de los principales objetivos que tienen las organizaciones y compañías de todo el mundo. Eso lo confirma un estudio de Frost & Sullivan, que revela que el 73% de los CEO considera que extraer valor de los datos es una prioridad máxima en los negocios hoy en día. Sin embargo, a menudo la realidad no coincide con las aspiraciones iniciales.
El crecimiento constante de datos ha dejado a las organizaciones abrumadas por la vasta cantidad de información difícil de interpretar. Esta sobrecarga de información hace que sea complicado sacar partido de esos datos en todos los niveles de la empresa, y a menudo se pierden oportunidades valiosas por ello. A modo de ejemplo, según el informe The Decision Dilemma, elaborado por Oracle y Seth Stephens-Davidowitz, 65% de los españoles ha renunciado a tomar alguna decisión debido a la ingente cantidad de datos que se maneja en el entorno profesional. En la actualidad, vivimos una realidad paradójica donde la cantidad de datos nos sobrecoge y, a su vez, encontramos que los datos de los que disponemos son insuficientes para tomar las decisiones de la mejor manera. Es decir, disponemos de demasiados datos pero seguramente no en la forma o calidad necesarias para tomar decisiones “seguras”.
Estos estudios y datos nos llevan a concluir que las empresas ya no pueden tratar la información como un recurso aislado. Las organizaciones que comprenden el valor de los datos y adoptan una cultura organizativa basada en la información se destacan como líderes en sus industrias. Estas empresas son conocidas como data-driven y están impulsando una auténtica revolución que transforma la toma de decisiones y abre oportunidades sin precedentes para el éxito y la innovación.
Los desafíos de una cultura de datos fragmentada
Una cultura de datos fragmentada representa uno de los desafíos más críticos que enfrentan las empresas en el mundo empresarial actual. Cuando diferentes departamentos o equipos operan con enfoques aislados para la gestión y utilización de datos, se genera una falta de cohesión que dificulta la maximización del valor de la información disponible. La falta de comunicación y colaboración entre las distintas áreas de la organización puede dar lugar a duplicación de esfuerzos, ineficiencias y conflictos de intereses en la toma de decisiones basadas en datos.
Además, una cultura de datos fragmentada también obstaculiza la obtención de una visión completa y precisa de la empresa y su entorno. Sin una integración adecuada de datos y una estrategia compartida, es difícil obtener una perspectiva holística sobre el rendimiento empresarial y las oportunidades de mejora. Por otro lado, las empresas se enfrentan a una compleja problemática relacionada con la gestión de datos y los proyectos de transformación que la acompañan.
Uno de los principales retos consiste en la selección, diseño e implantación de sistemas basados en herramientas Cloud que les permitan aprovechar al máximo el potencial de sus datos. La adopción de tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA) impulsa la necesidad casi ineludible de utilizar servicios Cloud para procesar grandes volúmenes de información y obtener resultados precisos y rápidos. Sin embargo, este paso hacia la nube conlleva el desafío de trasladar los datos desde los sistemas internos a plataformas Cloud de manera segura y eficiente. Esta migración puede ser un proceso complejo y delicado, ya que involucra aspectos como la privacidad, seguridad y la garantía de la integridad de los datos. A pesar de los desafíos, el movimiento hacia la nube y la adopción de tecnologías avanzadas se han convertido en imperativos para las empresas que desean mantenerse competitivas en un mundo impulsado por la innovación y la información.
Superar estos desafíos exige un esfuerzo conjunto promoviendo la cultura de colaboración y comunicación, donde los datos sean compartidos y utilizados de manera coherente en todos los niveles de la organización, lo que permitirá a las empresas alcanzar todo su potencial en el mundo data-driven. Además, una estrategia coherente y pensada para sacar el mejor provecho de los datos debe empezar desde la cúpula directiva. Aunque los altos ejecutivos coinciden en que el uso de datos es una prioridad, cada parte interesada puede tener diferentes enfoques en las iniciativas de transformación de datos. Estas perspectivas divergentes a menudo discrepan de los objetivos generales de la empresa, lo que resulta en estrategias fragmentadas que luchan por respaldar las funciones esenciales y no logran generar beneficios significativos en el momento y lugar adecuados.
Como siempre que una actividad es democratizada a toda una empresa en su conjunto, aparecen a su vez dudas acerca de cómo tomar las decisiones, priorización, seguridad intradepartamental, etcétera. En este sentido, es crucial añadir partir de un gobierno de datos adecuado donde se dé solución a todas estas preguntas en el inicio del proyecto. Y, para saber en qué punto se encuentra una empresa en su camino hacia el data-driven, conviene determinar el grado de madurez de dicha empresa.
La cultura organizativa como aliada
Transformar la cultura de una empresa nunca es una tarea sencilla. Implica que todas las partes interesadas y empleados alcancen un entendimiento colectivo de las prioridades y realicen cambios en los flujos de trabajo y canales de comunicación. A pesar de los esfuerzos iniciales los resultados obtenidos harán que la inversión valga la pena. Además, es esencial establecer una normativa estandarizada para garantizar la producción de «buenos datos» y la eficacia de sus productos, como los nuevos modelos de IA que dependen de la calidad de los datos de entrada.
Cuando pensamos en la esencia de una empresa data-driven, pensamos en la capacidad de recopilar, analizar y utilizar datos de manera efectiva para guiar cada aspecto de la empresa. Ya no es suficiente depender de intuiciones o suposiciones; las decisiones se basan en hechos concretos y precisos, respaldados por evidencia. En este sentido, mantener un diálogo sobre datos dentro de la organización es fundamental. Una cultura de datos sólida y cohesiva no puede depender exclusivamente de cambios ocasionales impulsados desde la cúpula directiva. Es esencial que las empresas reflexionen, revisen y actualicen de manera continua sus estrategias y procesos de datos, teniendo en cuenta la evolución de situaciones, objetivos e indicadores clave de rendimiento.
Rumbo al éxito a través de una cultura data-driven
Una cultura data-driven se construye sobre varios pilares fundamentales. En primer lugar, la recopilación y almacenamiento responsable de datos es crucial para garantizar la integridad y seguridad de la información. Las empresas deben mantener altos estándares de protección de datos para generar confianza tanto internamente como entre sus clientes. Por otro lado, la calidad de los datos es esencial para tomar decisiones acertadas. Esto implica asegurarse de que los datos sean precisos, actualizados y relevantes para los objetivos comerciales. La estandarización y la limpieza de datos son prácticas indispensables para evitar errores y sesgos en el análisis.
Véase aquí la necesidad de acercar el conocimiento del dato como negocio y como tecnología como un puente de diálogo imprescindible más importante si cabe que el necesario para crear una aplicación. Convengamos que, inducir a la toma de decisiones incorrecta es más difícil de detectar y subsanar que la existencia de un error de aplicación funcional, generalmente, detectable en fase de pruebas previas a puesta en producción.
Otro punto importante a tener en cuenta es el análisis y la interpretación adecuada de los datos. Para aprovechar al máximo la información disponible, las empresas necesitan contar con profesionales capacitados en el manejo de datos y la interpretación de resultados. La implementación de herramientas analíticas avanzadas y técnicas de aprendizaje automático permitirá desbloquear ideas innovadoras y pronósticos precisos. Por último, una cultura data-driven debe estar orientada a la acción. La toma de decisiones basada en datos no es solo un ejercicio académico, sino una práctica activa que guía la ejecución y mejora constante de procesos y estrategias.
Las ventajas de adoptar una cultura organizativa basada en los datos son inmensas. La capacidad de anticipar tendencias del mercado, personalizar experiencias para los clientes y optimizar la eficiencia operativa es incomparable. Además, la toma de decisiones fundamentada en datos reduce la incertidumbre y el riesgo, lo que resulta en una mayor agilidad y resiliencia ante los desafíos del entorno empresarial actual.
Ser data-driven no es una moda pasajera; es el camino hacia la excelencia empresarial en el siglo XXI. Aquellas empresas que se comprometan a cultivar una cultura organizativa centrada en los datos liderarán la transformación en sus respectivas industrias y estarán preparadas para enfrentar cualquier desafío con confianza y éxito. El futuro es data-driven, y las oportunidades son infinitas para quienes se aventuren en este apasionante camino de la información.