Es oficial. La unión europea ha entrado en recisión técnica, después de hacer público un crecimiento negativo del 0,1% en el último trimestre, que se encadena con un dato similar del trimestre anterior.
Se trata, de la primera recesión técnica registrada en la zona euro desde que el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajera consecutivamente en el primer y segundo trimestre de 2020, como consecuencia de la pandemia del coronavirus.
No es un valor pésimo, considerando las previsiones catastrofistas que se proyectaban en el 2022, con los primeros meses de la guerra de Ucrania y el drástico encarecimiento del coste energético, pero es cierto que corrige unas previsiones más optimistas que se barajaban en las semanas anteriores.
El fuerte crecimiento del precio del petróleo, el gas o el carbón, junto al de los alimentos y muchas materias primas, han generado una espiral inflacionaria, que han sufrido, con especial virulencia los países del norte (Estonia, Lituania y Alemania, especialmente) muy dependientes de la energía rusa. Si sumamos la fuerte inflación al gradual crecimiento de los tipos de interés del BCE (hasta el 4%) con el objetivo de controlar la inflación, el resultado es una caída en el poder adquisitivo de la mayoría de europeos, con efecto inmediato en el consumo.
El crecimiento de los tipos de interés nos penaliza a todos por igual, y a largo plazo tendrá efectos graves en las economías más endeudadas como la italiana o la española, pero a corto plazo, la peor parte se la llevan, los países más cercanos a Rusia y Ucrania, más dependientes de sus fuentes energéticas y de materias primas esenciales, y que por tanto han sufrido una mayor inflación.
Alemania, Irlanda, Reino Unido, Italia o Francia presentan valores especialmente negativos, mientras que España, con un crecimiento del 3,8% o Polonia (rica en carbón), menos dependientes del gas y petróleo rusos, así como del cereal, los fertilizantes o los aceites provenientes de la zona en conflicto, lideran el segmento de países con menor afectación.
Muchos son los que opinan, que la llamada ‘excepción ibérica’, impulsada por el gobierno Sánchez y que se aplica en España y Portugal, es en parte responsable de la menor afectación de la crisis ucraniana en nuestras economías. Se trata de un mecanismo de intervención en el mercado eléctrico, que fija un precio tope al gas que se utiliza para producir electricidad con el fin de rebajar el precio del mercado mayorista y, así, abaratar la factura de la luz en hogares y empresas.
En cambio, Alemania, uno de los países que ha sufrido considerablemente debido al aumento de la inflación, concluyó el último trimestre del año con una disminución del 0,5% en su Producto Interno Bruto (PIB), y ha comenzado el año actual con otra pérdida del 0,3% entre enero y marzo. La causa de este bajo rendimiento se atribuye a la fuerte caída del consumo en el país (-1,60%) y a la persistente debilidad de su industria, muy intensiva en consumo de energía.
Es de esperar que los problemas de la economía alemana, terminen afectando a la economía española. No en vano, Alemania (con 34.000 millones de euros de importaciones desde España), representa nuestro segundo mejor mercado, sólo detrás de la cercana Francia. También es el tercer país de origen más importante de nuestro turismo, y el principal inversor en bienes inmobiliarios en nuestro país. Una recesión de la economía alemana, sin duda lastrará al resto de las economías europeas, especialmente a la española.
Pese a todo, la economía española, que partía de una dinámica de recuperación más acelerada, por el mayor impacto sufrido durante la crisis de la pandemia (2020), parece estar manteniendo, mejor que otros países sus niveles de actividad.
Un ejemplo son las reservas hoteleras, que han crecido un 17% este año, recuperándose los niveles de ocupación turística previos a la pandemia. Contribuye a este hecho, la plena eliminación de las restricciones a viajar, impuestas durante la pandemia, y la recuperación gradual de las ofertas de vuelos, por parte de las compañías aéreas.
Esperemos, que la entrada “oficial” de Europa a una situación de recesión técnica, y especialmente los malos datos de Alemania, eviten que el BCE se pase de frenada con las subidas de tipos y empiece revertir gradualmente las subidas de tipos. Todo va a depender de los datos de inflación de los próximos meses.