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María Ángeles Ruiz Ezpeleta

Profesora de EAE Business School

La noticia del continuado descenso de la tasa de inflación en España es,  sin duda,  un hecho altamente positivo, pero ello no significa que los precios vayan a bajar a corto plazo. Es cierto que la tasa de inflación ha descendido durante los últimos meses pero para llegar a una estabilización del IPC la tasa debería ser nula o negativa, oscilando,  entre índices negativos y positivos a nivel mínimo. Durante el periodo del año 2014 al 2020, época que abarca desde el año de la recuperación después de la crisis financiera del 2008 hasta la pandemia,  hubo una cierta estabilidad en los precios.

Analizando los datos históricos  de la inflación  española en ese periodo, reflejados en inflation.eu, los índices inflacionistas  durante esos años oscilaron entre valores negativos, nulos o ligeramente positivos, inferiores a 1,8 %.

La previsión de la tasa de inflación media en España  para los dos próximos años es de un 3 % en el año 2023 y un 2 % en el 2024. Si la previsión se cumple, los precios no aumentarán exageradamente pero es arriesgado hablar de estabilización.

Un error común es comparar la tasa de inflación entre meses consecutivos del mismo año, por ejemplo comparar la inflación de Mayo del 2023 con la de Junio del 2023. Con ese tipo de comparaciones los descensos o aumentos sufren lo que se llama efecto escalón. Para poder analizar debidamente los índices se ha de comparar el mes de un año, con el mismo mes del año anterior.

Aunque las comparaciones entre meses consecutivos no son tan relevantes sí que es cierto que desde hace varios meses se observa una moderación en el aumento del IPC. Esta moderación no indica que los precios vayan a estabilizarse de forma definitiva y en especial en cuanto se refiere a la inflación subyacente,  que es la que más afecta a los productos de  consumo.  La inflación subyacente, a diferencia de la general, no tiene en cuenta los precios de la energía o los productos no elaborados.

El mecanismo económico que regula oferta-demanda se basa en que cuando la demanda  es superior a la oferta los precios suben. Con precios elevados la  demanda va descendiendo paulatinamente  hasta que llega a ser  inferior a la oferta y  entonces  los precios bajan.

El problema es que la inflación actual proviene de factores externos a la economía que han afectado a todos los países a nivel  global y al ser factores externos motivados por decisiones políticas, los mecanismos de regulación económicos de oferta-demanda no funcionan adecuadamente.

Durante la pandemia tanto la oferta como la demanda quedó parcialmente parada a nivel mundial.  Durante el año 2020, aunque la oferta estaba limitada, al estar prácticamente congelada la demanda, por el confinamiento,  el  IPC tuvo índices negativos.  En el año  2021 la demanda se disparó  y al ser muy superior a la oferta  el IPC creció de forma desorbitada.

Posteriormente con la guerra de Ucrania, dos países productores de bienes básicos, Rusia proveedor de  Gas y Ucrania de Cereales,  paralizaron su oferta y los precios globales de los mercados aumentaron todavía más.

La inflación media anual en España en 2021  fue de 3,9 % y  en  2022 de  8,4 %.  Analizando la  inflación en diciembre del 2021 vemos que fue del  6,55 % y en el mismo mes del 2022 descendió ligeramente  hasta el 5,71%,  pero siguió permaneciendo en límites extremos.

En el histórico de la inflación en España no se pueden encontrar índices similares en los últimos 20 años.

Debemos tener paciencia para ver reflejados en los precios al consumo el descenso de la inflación.  Los precios dependen de los costes y los artículos actualmente en el mercado tienen todavía sus costes afectados por la inflación anterior. Por otro lado también depende de los márgenes aplicados y esperemos que cuando el coste baje, los márgenes de las grandes empresas, que dominan el mercado, permanezcan estables para que los precios puedan ir descendiendo.

Creo sinceramente  que los precios y la economía, a nivel global, se están estabilizando pero si surgen factores externos ajenos a la economía o decisiones políticas que interfieran en la evolución del mercado, esa tendencia positiva puede variar.