Llevamos muchos años enlazando crisis económicas. Lo vaticinaban en 2008 algunos expertos y no lo queríamos aceptar. La economía es cíclica y es una obviedad que nos resistimos a interiorizar. Y la economía es cíclica porque casi todo en este mundo lo es, nuestras relaciones personales, nuestro interés por los temas, nuestros ingresos medios a lo largo de la vida, nuestros ahorros, pero también el PIB, la inflación y los tipos de interés.
Expliquémoslo alto y claro. Si un ciudadano contrata una hipoteca debería 1) comparar precios y decidir que modalidad le conviene más (a interés fijo o variable). El dinero es un bien y tiene un precio. Cuando compramos un coche solemos ir a varios concesionarios. Con el dinero debería pasar lo mismo. Al menos debemos ir a tres entidades y comparar. ¿Por qué no lo hacemos cuando pedimos dinero para la que probablemente será la compra mas importante de nuestra vida? . Por otro lado debemos decidir que modalidad nos conviene y ahí viene el quid de la cuestión: estamos dispuestos a asumir o no las consecuencias en la variación de los tipos de interés 2) leer, comprender y responsabilizarse del contrato que se firma. Cuando vamos al notario y firmamos una escritura de préstamo hipotecario tenemos la responsabilidad de conocer los derechos y deberes que asumimos. No es cualquier papel, es un contrato, estamos firmando que vamos a cumplir con lo que allí se dice. Nuestra responsabilidad es entender y analizar las implicaciones de lo que vamos a firmar. 3) hacer una previsión conservadora de sus ingresos futuros durante la vigencia de la hipoteca (veinticuatro años de media según el INE) 4) valorar cual es el momento vital adecuado para la compra de una vivienda y la contratación de una hipoteca. En el S.XXI consideramos normal vivir endeudados.
Todos los agentes económicos por término medio lo están: el Estado, las empresas, los ciudadanos. Vivimos lanzando la piedra hacia adelante con la premisa de que pagaremos nuestras cosas con el dinero que creemos que vamos a ganar. Cuando compramos una casa tenemos la opción de hacerlo al revés que la mayoría. No sería descabellado pensar en ahorrar primero y luego comprar la casa y no al revés. 4) Tener en cuenta que las entidades financieras no son ONG´s, son empresas privadas con ánimo de lucro. Su objetivo es la maximización del beneficio y además tienen la particularidad, entre otras muchas, que retienen a sus clientes por plazos increíbles: 20, 30, 35 años. ¿Se les ocurre algún otro sector que mantenga un cliente décadas? El banco no va a mirar por los intereses de su cliente. Tampoco nosotros, consumidores, vamos a mirar por los intereses del banco.
Pero volvamos al título de este artículo: Las familias pagan un 46% más por sus hipotecas que en 2019, ¿Qué medidas se pueden tomar para contener esta cuota? Todo hace prever que se seguirán reforzando las medidas encaminadas a la protección del deudor hipotecario. Recordemos que desde el año 2012 está en vigor el Código de Buenas Prácticas para la reestructuración viable de las deudas con garantía hipotecaria sobre la vivienda habitual (Real Decreto-ley 6/2012, de 9 de marzo, norma que ha sido actualizada con sucesivas modificaciones). Este Real Decreto estableció una serie de medidas encaminadas a aliviar la carga hipotecaria del deudor vulnerable. Además, hasta finales de 2024, los deudores cuentan con las medidas de un nuevo Código para aquellas familias afectadas por la subida del EURIBOR. La adhesión al Código de Buenas Prácticas por parte de la entidad financiera es voluntaria, es decir, la entidad tiene que haberlo aceptado y sólo a partir de ese momento estará obligada a aplicar las medidas que en él se contemplan. Bien es cierto que para que el deudor hipotecario se pueda acoger a las medidas contempladas en el Código de Buenas Prácticas tiene que cumplir con unos requisitos relacionados con su capacidad económica y con el precio de compra de la vivienda hipotecada, que necesariamente tiene que ser la habitual.
Para el resto de familias que se escapan de estos requisitos solo queda apretarse el cinturón y esperar a que la inflación amaine y por tanto los tipos de interés vuelvan a bajar o tratar de renegociar las condiciones del préstamo con su entidad financiera. No hay mucho mas.