Donchen

Dong Chen

Economista Pictet WM

Las favorables condiciones que han sustentado el rápido crecimiento económico de China desaparecen poco a poco. Sin embargo, el consumo doméstico sigue aumentando y es aprovechable en varias inversiones. Ello incluye sus gigantes del comercio electrónico, paquetes turísticos y concesionarios de automóviles, muchos de los cuales cotizan mediante ADR (certificados) en EE.UU.. También es el caso de marcas regionales líderes en cosméticos/ropas/accesorios/joyas, competitivas respecto a las globales tradicionales, empresas chinas que cotizan en Hong Kong y otras japonesas, coreanas y tailandesas, que lo están haciendo muy bien en China. A ello se añade el más tradicional negocio de “ladrillo”, comercial y almacenes, que se enfrenta a la fuerte competencia del comercio electrónico en ciudades de primer nivel, pero está en auge en ciudades de segundo y tercer nivel, una inversión que se puede canalizar a través de REIT (socimis) y grandes promotores chinos.

Hay que tener en cuenta que la fuerte expansión económica de China se ha caracterizado tres décadas por una elevada inversión y bajo consumo, causando exceso de capacidad industrial y una deuda empresarial que amenaza la sostenibilidad del crecimiento. Debe reequilibrarse hacia un modelo orientado al consumo, una transición que va por buen camino. De hecho, el consumo en China aumenta constantemente como porcentaje de PIB. Así, para muchos observadores, 2010 parecía un año normal tras un estímulo “cuatro billones” del gobierno chino en 2009 y una economía creciendo más del 10 % al año, como la mayor parte de la década anterior, sin inquietudes de aterrizaje duro
–China no formaba parte del Top 10 de noticias buenas o malas de la revista TIME ese año–. El 18 Congreso del partido comunista se celebró hace dos años y Xi Jinping era en gran parte un desconocido en el extranjero. Sin embargo su población en edad de trabajar (15-64 años) como porcentaje del total alcanzó 74,3 %, más que en cualquier otra gran economía del mundo.
A mediados de la década de 1970 era 55 % y se expandió con el baby boom de los 60 y política del hijo único de los 80. Esa gran población en edad laboral implica abundancia de mano de obra, bajos costes laborales, altos índices de ahorro y elevada rentabilidad de la inversión de capital.

Combinado con políticas adecuadas –en China apertura de la inversión extranjera y reformas institucionales, con mercados cada vez más libres–, ha generado buenos resultados económicos.
Sin embargo, desde 2011 el porcentaje de población en edad laboral ha estado disminuyendo hasta 72,2 % a finales de 2016 y, según la ONu pasará a 59,7 % en 2050. Mientras la población mayor de 65 años de edad ha estado aumentando desde mediados de la década de los 60, pasando del 3,7 % al 10,1 % a finales de 2016 y puede llegar al 26,3 % para 2050 (359 millones de personas).

Así que esta economía cada vez más se caracteriza por la escasez de mano de obra, aumento de costes laborales, disminución de la tasa de ahorro y menores retornos de la inversión de capital. Hay que tener en cuenta que la población en edad laboral tiende a ser ahorradora neta (consume menos que gana) y una vez retirada es consumidora neta, de manera que la disminución de la proporción de población en edad laboral y aumento de la de mayor edad típicamente conduce a aumento del consumo, como sucede en China. Efectivamente la participación del consumo de los hogares sobre PIB aumenta más rápido que la economía en general desde 2010 y ha llegado al 39,2 % en 2016. El consumo entre 2010 y 2017 aportó más de la mitad del crecimiento real de su PIB y el primer trimestre de 2018 ha llegado al 78 %, frente a 59 % en 2017. Esta aceleración contrasta con la desaceleración de la formación de capital.

Otra consecuencia del cambio es la escasez laboral,lo que proporciona aumento de la renta y el consumo. Ya el país mostraba escasez laboral el primer trimestre de 2010 por primera vez desde 2001, cuando se hizo la primera encuesta del Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social de China, y desde ese año nunca ha vuelto a superávit. El último trimestre de 2017 la escasez era de 800.000 trabajadores –por cada solicitante de empleo había 1,2 puestos de trabajo–.

Además, de 2010 a 2016 el aumento de empleo anual urbano en China pasó 11 a 13,1 millones de trabajadores, a pesar de que el crecimiento del PIB real disminuyó de 10,6 % a 6,7 %. Este fuerte crecimiento se vio impulsado principalmente por los servicios.

En concreto el empleo en el sector secundario (principalmente fabricación) aumentó en 5,1 millones mientras que en servicios lo hizo en 74,2 millones. De manera que la tasa de desempleo de China ha bajado hasta el 3,9 % en diciembre de 2017, la menor en más de ocho años. Este sólido crecimiento económico y ajustado mercado de trabajo han generado aumento de salarios.
De 2010 a 2017 la renta disponible urbana ha aumentado 10,1 % anualmente, más rápidamente que el PIB nominal desde 2012, con excepción de algunos breves períodos. Por otra parte los subsidios del gobierno han aumentado la renta en zonas rurales, que han sido consistentemente más altas que las urbanas la última década. Este crecimiento de rentas ha conllevado la rápida expansión de la clase media.

Según McKinsey 4 % de los hogares urbanos eran de clase media en 2000 y 68 % en 2012 –se espera que para 2022 representen 76 % de los hogares urbanos y 45 % de la población, aproximadamente 630 millones–. De manera que el comportamiento del consumidor chino ha experimentado cambios notables, pasando de productos masivos a Premium y de bienes a servicios, con rápido crecimiento del comercio electrónico.

Se está orientando a productos de mayor calidad y marca. Por ejemplo, la venta anual de coches de pasajeros pasó de 6,7 millones en 2008 a 24,7 millones en 2017, un crecimiento anual compuesto de casi 16 %. Además las ventas de vehículos deportivos, que tienden a ser más grandes y caros, pasó de suponer 6,6 % de todas las ventas de vehículos de pasajeros en 2008 a 42 % en 2017 y sigue aumentando. En conjunto, desde la segunda mitad de 2012, el crecimiento del sector servicios ha sido superior al del de agricultura y fabricación. En 2017 el sector servicios creció 8 % en términos anuales reales, comparado con 3,8 % del primario, 6,2 % del secundario y 6,9 % del conjunto de su economía. Así que su sector servicios ha contribuido a dos tercios del crecimiento de su PIB en los últimos trimestres y su participación sobre el mismo ha llegado al 52 % en 2017.

En concreto los servicios relacionados con consumo de los hogares muestra mayor crecimiento, como venta al por mayor y por menor, transporte y servicios postales (relacionado con el comercio electrónico), restauración y alojamiento. Los servicios financieros e inmuebles le siguen. Además el número de turistas las dos semanas de días festivos (“semanas de oro”) ha establecido nuevo récord y en 2017 sumó 705 millones viajando en China por ocio, un aumento anual de 18,9 %.

Adicionalmente, el número de turistas chinos en el extranjero ha pasado de 3,7 millones en 2001 a 57,3 millones en 2016, creciendo anualmente de manera compuesta al 20 %. Otro ejemplo de crecimiento en el sector servicios es el entretenimiento. En 2009 había menos 5.000 pantallas de cine en el país y para 2017 eran más de 50.000. Simultáneamente el número de espectadores de películas pasó de 204 millones en 2009 a 1.600 millones en 2016 y los ingresos de 6.200 millones a 55.900 millones de renminbi en 2017. Además, con internet, especialmente tecnología móvil, los consumidores chinos compran más en línea. Aunque las ventas minoristas crecen anualmente al 10 %, las ventas en línea crecen al 30 %.

Solo los primeros cuatro meses de 2018 las ventas en línea (de los negocios con ventas de más de 20 millones anuales) sumaron 2,6 billones de renminbi, 22 % de las ventas totales al por menor. Solo en 2017 las ventas de servicios en línea aumentó 85 % frente a 29 % de ventas de mercancías en línea. Estos servicios en línea incluyen viajes (billetes aéreos, reservas de hotel y servicios relacionados), vehículos con conductor, reparto de comida y juego en línea, siendo especialmente atractivos para los jóvenes urbanos chinos.