A pesar de un contexto geopolítico hostil, una Reserva Federal que se mueve con rapidez, una China en desaceleración y una inflación mundial persistente, ha sido un año resiliente para la deuda local y las divisas de los mercados emergentes. De hecho, para muchas bolsas, no sólo ha sido una historia de resiliencia sino, incluso, de prosperidad.
Sin lugar a dudas, se trata de un momento decisivo para la clase de activos, apuntalado singularmente por dos factores. En primer lugar, la credibilidad de los bancos centrales de los mercados emergentes nunca ha sido tan alta. Los responsables políticos se han mostrado mucho más alerta y firmes en relación con el problema de la inflación, que ha perturbado la economía mundial, y han adoptado medidas con mayor rapidez y con mayor antelación que sus homólogos de los mercados desarrollados.
En segundo lugar, la mayoría de los gestores de tesorería de los mercados emergentes han aprendido las lecciones del pasado y han desplazado su financiación de la deuda denominada en divisa extranjera hacia un pool de prestatarios locales. Este cambio de financiación ha reducido la vulnerabilidad a las salidas de capital «calientes», que han sido una fuerza desestabilizadora en el pasado. Teniendo en cuenta ambos factores, podríamos afirmar que los mercados emergentes han madurado hasta convertirse en una clase de activos más fiable y estable, con potencial para proporcionar una sólida rentabilidad como asignación directa o como diversificador de una cartera más amplia.
De cara al futuro, somos positivos sobre los Mercados Emergentes en 2023. En nuestra opinión, es probable que cuatro factores apoyen a los sectores de nuestro universo de inversión:
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Crecimiento: Si bien es cierto que algunos bloques económicos se encaminan hacia una recesión suave y poco profunda, se trata de un resultado previsto como consecuencia de las políticas restrictivas para frenar la demanda. La perspectiva de una recesión más profunda es improbable. Estructuralmente, prevemos una expansión económica plurianual impulsada por la tecnología y la rivalidad, liderada por EE. UU. y China. Los mercados emergentes se encuentran en una posición privilegiada para beneficiarse de los efectos indirectos de esta calibración, una opinión compartida por las previsiones de la economía mundial del FMI, que recientemente mejoraron la prima de crecimiento de los mercados emergentes, en relación con los mercados monetarios, en los próximos años.
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Inflación: Creemos que la inflación está alcanzando su punto álgido tanto en las economías emergentes como en las desarrolladas; los responsables políticos, principalmente en los mercados emergentes, están poniendo fin a sus ciclos de endurecimiento, y el giro de la Reserva Federal también está próximo. Asimismo, las señales pesimistas de otros bancos centrales de mercados emergentes, como el Banco de Canadá, el Banco Central Europeo y el Banco de la Reserva de Australia, auguran un futuro prometedor para el FOMC.
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China: La gran reapertura de China ya está en marcha, lo que es positivo tanto para las economías desarrolladas como para las emergentes. En este sentido, con una moderación del crecimiento mundial inducida por la política, que probablemente lastrará la demanda externa de productos chinos, la demanda interna debe avivarse para compensar. Por ello, la «reactivación» de la economía china es un acontecimiento positivo. Creemos que se trata de un verdadero punto de inflexión para la economía china, sus activos subyacentes y el universo de los mercados emergentes en general.
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Materias primas: Las materias primas seguirán probablemente respaldadas por una desaceleración mundial poco profunda y una recuperación significativa en China. Esto debería apuntalar los bonos locales y las divisas de las economías de mercado emergentes especializadas en la producción y extracción de materias primas.
Dadas nuestras perspectivas, creemos que habrá un amplio conjunto de oportunidades dentro del universo de los mercados emergentes en 2023. Aunque existen riesgos de cola, especialmente en el frente geopolítico, creemos que hemos entrado en una nueva era más fiable y estable para esta clase de activos. En consecuencia, pensamos que la deuda en divisa local -impulsada por unas perspectivas alcistas para los mercados de divisas en previsión de una tendencia cíclica a la baja del dólar estadounidense – a medida que el ciclo de subidas de tipos de la Fed llegue a su fin, podría registrar fuertes rentabilidades en 2023.